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La formación docente: una agenda interactiva y compleja

La formación docente es el proceso permanente que acompaña el desarrollo de la vida profesional de una persona

Por Dra. Ana Beatriz Scoccia Maestra Normal Nacional con Especialización en Formador de Formadores. Abogada.

 

¿Formación docente o docente en formación?

Con la sanción e implementación de la Ley de Educación Nacional (Nº 26.206, diciembre de 2006) se abre una nueva etapa en la vida educativa de nuestro país.

Con una visión prospectiva y sistematizadora es la primera vez que explícitamente se reconoce al educador como sujeto de derecho y se regula lo vinculado a la  carrera y a la formación docente, estableciendo no sólo su finalidad , sus funciones y sus objetivos sino también lo referido a las políticas de articulación y acuerdos con el Consejo Federal de Educación y el Instituto Nacional de Formación Docente, organismo creado por la Ley de Educación Nacional en el ámbito del Ministerio de Educación de la Nación.

Cabe preguntarnos, entonces, qué es la formación docente: es el proceso permanente que acompaña el desarrollo de la vida profesional de una persona. En el trayecto de la formación hay cuatro etapas que se complementan: la biografía escolar, la formación inicial, la socialización profesional y el desarrollo profesional.

La formación docente inicial representa el momento más relevante, pues se convierte en una oportunidad para plenificarse a sí mismo y a otras personas, favoreciendo el desarrollo integral de las mismas en todas sus dimensiones, de manera que puedan definir y conformar su propio proyecto de vida.  Genera, además, las bases para las intervenciones pedagógicas en todos sus ámbitos, tanto sociales como culturales y políticos.

Es así como la articulación y conformación de redes entre el Instituto de Educación Superior y la Escuela Asociada se concreta en actividades que llevan a cabo los alumnos-futuros docentes en los distintos niveles del sistema educativo: las de observación, participación y sistematización de información relevada; las que implican avanzar progresivamente en situaciones didácticas secuenciadas en el aula y, como corolario, llegar a la Residencia pedagógica integral.

Por eso, en esta fase cobran importancia fundamental todos los actores involucrados: los equipos directivos y los equipos docentes de los Institutos de Educación Superior en los que se forma a los  docentes, pero también los equipos directivos y los equipos docentes de las escuelas destino o escuelas asociadas, que son los que reciben a los estudiantes desde los comienzos de la carrera.

Docente orientador, coformador… ¿quién sos?

De todos los actores señalados, quiero referirme a uno de ellos y resignificarlo pues se trata de un rol bastante desconocido, a veces subestimado o ignorado. Es el docente orientador, también llamado docente coformador: la persona que recibe a los estudiantes del Instituto de Formación Docente en el aula,  ese magnífico territorio poblado de niños y/o jóvenes.

Si buceamos en el significado de las palabras, veremos cómo se conjugan ambos adjetivos (coformador / orientador): el prefijo “co”, que indica unión , participación conjunta, compañía ; formador, persona que se dedica a educar a otras, que ejerce su autoridad con espíritu de servicio ; orientador, persona que aconseja, orienta, motiva .

Es el educador que transita la etapa de desarrollo profesional, momento que se sigue relacionando con el aprendizaje, porque también se aprende cuando se enseña; el que revisa y renueva el compromiso de convertirse en agente de cambio a lo largo de su trayectoria docente.

Más allá de la titulación  que posee o de otras formaciones llevadas a cabo en el marco de la formación docente continua, el coformador es quien conoce cabalmente la estructura conceptual y metodológica de las disciplinas que dicta en el nivel del sistema educativo en el  que se desempeña.  Además, el “estar”, “caminar”, “vivir” el aula, le permite recrear, innovar, modificar, optimizar las situaciones pedagógicas cotidianas reflexionando sobre su propia práctica. Su solvencia académica y profesional representan condiciones indispensables para acompañar, sostener, guiar, motivar, al estudiante-futuro docente de quien por supuesto, también aprende.

Tal como lo consignan los Lineamientos Curriculares Nacionales para la Formación Docente Inicial , el docente coformador u orientador tiene un triple rol : es el referente entre la escuela asociada y los alumnos del Instituto Superior, esencial para lograr un vínculo directo con el proyecto institucional, el estilo y los ritmos de trabajo ; es el nexo entre el grupo clase de la escuela asociada y los alumnos del Instituto Superior, acercando a éstos apreciaciones y diagnósticos referidos a su grupo de alumnos ; es , fundamentalmente, parte de un equipo de trabajo que tiene la función de favorecer el aprendizaje de los futuros profesores con todo lo que ello implica.

Requiere, por lo tanto, ser capacitado para el ejercicio de esta función. Porque es en la figura del coformador donde se sintetiza el “cuadrilátero sistémico” del desarrollo profesional, inseparable de su crecimiento como persona:  el saber, el saber hacer, el querer –sustentado en la ética- y el ser feliz y parecerlo. El vocablo “desarrollo” nos remite a continuidad, despliegue, crecimiento… Un  punto de partida  para lograrlo es la implementación del Programa Escuela Abierta, en la provincia de Santa Fe, en el marco del Programa Nacional de Formación Permanente, garantizando el derecho de todos los docentes del sistema educativo a la capacitación y actualización integral, gratuita y en servicio (art.69 – LEN).

Y, si la formación docente tiene como finalidad, entre otras la de “promover la construcción de una identidad docente basada en la autonomía profesional, el vínculo con las culturas y las sociedades contemporáneas, el trabajo en equipo, el compromiso con la igualdad y la confianza en las posibilidadaes de los alumnos”(art.71-LEN), será necesario integrar al docente coformador/orientador en el ámbito de los Institutos de Educación Superior, con un status normativo específico, es decir , no sólo de hecho sino también  de derecho, delimitando sus funciones, sus facultades y sus obligaciones.

Los Planes de Formación Docente Inicial vigentes brindan alternativas para definir dicha inclusión en los espacios curriculares: Ateneos, Talleres de Práctica, Materias, Seminarios… Sólo resta explicitarla en los reglamentos respectivos para efectivizar espacios sistemáticos en los que sea posible reflexionar y convertir en “contenidos” de todos las situaciones que los docentes afrontamos diariamente. Será evidente y enriquecedor el potencial formador y transformador que surja de ese trabajo en equipo.

En una tarea mancomunada y de confianza con otros actores, el docente coformador participará activamente. Confianza en las propias posibilidades de enseñar y en el recorrido áulico del coformador; en las aptitudes de los colegas para proponer instancias superadoras; en la teoría y, obviamente, en las capacidades de los estudiantes para  aprender.

Finalmente quiero expresar el reconocimiento y gratitud a mis formadores y orientadores: a mi abuela materna y a mis padres, que también fueron docentes y de quienes heredé la vocación de enseñar;  a  los maestros que tuve en mi trayectoria como alumna en los distintos niveles del sistema educativo que recorrí; a mis colegas docentes: los que ya están jubilados, porque ellos me enseñaron a enseñar y  los que aún están en actividad, porque con ellos sigo aprendiendo.

A todos, porque… “Un buen profesor tiene poca historia propia que contar. Su vida pasa a otras vidas. Los profesores son los pilares de la estructura más íntima de nuestros colegios. Son más importantes que las piedras y que las vigas. Y siguen siendo una fuerza impulsora y una energía reveladora que nos guía en nuestras vidas”.

Lee este artículo en la edición N°21 de Aptus Propuestas Educativas: www.aptus.com.ar/revista/

 

Imagen: sxc.hu