La Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) celebra este sábado 31 años de su fundación con avances en el desarrollo de la familia de lanzadores Tronador II y III, cohetes de unos 28 metros de altura y 90 toneladas de peso con los que busca poner en órbitas de hasta 700 kilómetros de altura a satélites que pesan 750 kilos desde un puerto espacial cercano a la localidad bonaerense de Bahía Blanca.
El desarrollo del vehículo espacial fue adjudicado por Conae a la empresa estatal VENG (Vehículo Espacial de Nueva Generación), la cual tiene a su cargo la fabricación e integración de componentes en el Centro Espacial de Punta Indio (CEPI).
Allí fueron instaladas máquinas de soldadura en frío únicas en Sudamérica y necesarias para la construcción de los tanques de combustible y fuselaje del cohete que requieren de materiales cuya integridad no se vea afectada por el proceso de producción.
El CEPI está ubicado en el predio de una antigua planta cementera de la localidad de Pipinas, a unos 140 kilómetros al sudeste de la Ciudad de Buenos Aires, y dispone de un puerto espacial en el paraje La Capetina, sobre la costa del Río de La Plata, desde donde se realizaron tres lanzamientos experimentales entre 2014 y 2017.
El director ejecutivo y técnico de la Conae, Raúl Kulichevsky, y el presidente de VENG y decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Marcos Actis, recibieron a Télam en el hangar del CEPI, donde se encuentra la máquina de soldadura por fricción-agitación (friction stir welding, según su denominación en inglés) que fabrica las estructuras primarias de tanques y fuselajes que formarán parte de los próximos vehículos lanzadores Tronador II.
«El desarrollo del producto Tronador es el gran desafío que tiene hoy Conae; en la parte satelital somos capaces de desarrollar distintos tipos de misiones con diferentes características e instrumentos y tenemos logros como los Saocom con la puesta en órbita de radares en banda L que es lo más complejo en términos tecnológico con satélites», afirmó Kulichevsky en diálogo con Télam.
Tal desafío «implica adquirir tecnologías en las que todavía tenemos mucho por desarrollar, y al mismo tiempo mucho que construir en infraestructura», consideró el director de Conae, que destacó los trabajos de adecuación que tienen por delante para la fabricación e integración de los vehículos y la capacitación del personal.
El objetivo de Tronador II/III es que se convierta en un lanzador para satélites de observación de la tierra de hasta 750 kilos de peso en órbitas de entre 600 y 700 kilómetros de altura, un primer paso para pensar cómo seguir evolucionando en lanzadores más potentes.
«El desarrollo del acceso al espacio estuvo presente desde la creación de la Conae y antes también; durante muchos años las prioridades estuvieron concentradas en el desarrollo en simultáneo de proyectos muy importantes como el SAC-D o los Saocom que demandaban un esfuerzo presupuestario, y eso frente a las altas y bajas presupuestarias hacía que proyectos como el Tronador en algunos momentos quedasen más relegados», recordó Kulichevsky.
En ese sentido, destacó que «hoy estamos en otras condiciones y retomando Tronador». Aunque sostuvo que suspender un desarrollo tiene desventajas porque » hay gente que ya no está, infraestructuras que se pueden haber degradado o soluciones tecnológicas que ya fueron superadas».
Al respecto, Actis, dijo a Télam que hay empresas muy vinculadas a estos desarrollos que no están funcionando «porque la pasaron muy mal en los últimos años».
«De las 160 personas que teníamos trabajando sobre esto en la UNLP prácticamente la mitad se fueron, eso ahora se está recuperando y si no fuese por la pandemia este proyecto se hubiese reactivado antes», detalló.
El ingeniero subrayó que muchos trabajadores de empresas argentinas que generan productos en materia aeroespacial o satelital fueron formados por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales a través de proyectos como el Tronador.
Sobre los próximos pasos, Kulichevsky sostuvo que «la lógica de los lanzamientos de ensayo es ir adquiriendo madurez tecnológica en distintos sistemas, como la propulsión, aviónica, estructuras, y todo lo referido al segmento de tierra que es tan importante como el cohete o el satélite».
«Es un plan de trabajo de varios años porque son desarrollos complejos que requieren de varios pasos intermedios», detalló.
Por su parte, Actis ponderó que «con la campaña de lanzamientos se aprendió muchísimo, toda la navegación del vehículo quedó ampliamente demostrada por los lanzamientos de prueba, el manejo remoto, y ahora se apunta a la consolidación del motor, especialmente de la turbobomba que es el corazón del motor y cuyo desarrollo se había discontinuado a finales de 2015».
«El motor es algo ya probado y ahora se está trabajando en los procesos de fabricación para hacerlo más liviano, pero lo que dificulta es que hasta finales de 2015 había empresas nacionales en capacidad de fundir y trabajar este tipo de materiales que hoy ya no están», agregó.
Kulichevsky detalló «vamos a necesitar 4 o 5 lanzamientos exitosos para saber que dominamos la tecnología antes de pasar a la siguiente etapa».
«Tronador II va a tener distintas versiones en función del diámetro del lanzador, 70, 150 y 250 centímetros que es el que va a ser operativo junto a Tronador III; son al menos seis o siete años de trabajo por delante», indicó.
Asimismo, explicó que están surgiendo empresas privadas en el sector espacial, muchas de las cuales pueden hacer pequeños lanzadores, pero no encarar un proyecto del porte del Tronador.
«No es lo mismo poner en órbita un satélite de 50 kilos que uno de 750 y esa capacidad sigue siendo en un mercado muy competitivo de pocos proveedores, pero con muchas oportunidades. Hay una prospección para los próximos años de miles de satélites que buscan servicio de lanzamiento y poder ofrecer esa posibilidad abre un universo de nuevas oportunidades», completó Kulichevsky.
La Comisión Nacional de Actividades Espaciales desarrolla en la Argentina misiones satelitales de observación de la Tierra, con el objetivo de generar información espacial sobre el territorio continental y marítimo para beneficio del país y América Latina.
El Plan Espacial Nacional contempla el desarrollo de la capacidad de lanzamiento de los satélites del proyecto SARE para colocarlos en órbita desde territorio argentino con el lanzador Tronador II/III, y la provisión de capacidades para actividades de telemetría y telecomando (TT&C), adquisición y procesamiento de la información satelital recibida mediante la Red de Estaciones Terrenas distribuidas de manera estratégica.
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