A uno de los textos del Premio Nobel de literatura 1971, pertenecen los versos que siguen: “que suban tus piernas de arcilla el silencio y su clara escalera/ peldaño a peldaño volando conmigo en el sueño”.
No es la primera vez que a los más de 40 títulos de la obra del Neruda – de Crepusculario (1923) a El mar y las campanas (1973)- se agregan libros: El corazón amarillo, Libro de las preguntas y Cuadernos de Temuco, entre una decena de póstumos, y su Nerudiana dispersa que recoge textos aparecidos por fuera de las Obras Completas.
El poeta Bernardo Reyes, sobrino nieto de Neruda, y autor de ensayos y biografías sobre la vida del gran vate chileno, entre éstos: Viaje a la poesía de Pablo Neruda y Neruda. Retrato de familia es una voz más que autorizada para opinar -en diálogo con Télam- sobre este nuevo hallazgo de inéditos.
Cada autor, a medida que arma sus libros va corrigiendo y desechando materiales que quedan por fuera de su obra. ¿Hasta qué punto es válido rescatar textos que el autor relegó?
Recuerdo que Matilde Urrutia se enfrentó a este dilema cuando realizaba con Jorge Edwards la recopilación póstuma para el libro El río Invisible, en la que colaboré buscando algunos textos en el sur. En ese caso el criterio fue publicar exclusivamente lo que ya había aparecido en diarios y revistas de la época.
¿Pero es lícito dar a conocer estos materiales?
En cualquiera de los casos, con errores o sin ellos, es muy difícil dar una respuesta con el autor ausente y la necesidad de preservar la obra. No hay que olvidar que las obras de Neruda iban modificándose, reagrupándose. El tomo de memorias Confieso que he vivido, por ejemplo, fue al principio el inicio una recopilación de artículos.
Otro ejemplo es el texto “Autorretrato” (“Por mi parte, soy o creo ser duro de nariz,/ mínimo de ojos, escaso de pelos….), que jamás fue un poema, sino la respuesta que el poeta le dio a una periodista, y que en sí es un hermoso poema perfecto.
¿Cómo evalúa la calidad de estos textos desconocidos de Neruda?
Son 20 poemas que tienen el nivel que tendrían las odas elementales, de la década del 50 ó 60, casi en su totalidad encontrados en forma de manuscritos, salvo 2 mecanografiados. Casi todos están dedicados a Matilde Urrutia, la musa mayor. En la lectura breve que hice, no aprecié nuevos motivos de inspiración, sino una reiteración de temas conocidos.
Valoro mucho el trabajo, las notas precisas y pedagógicas del crítico literario Darío Oses (director de la Biblioteca Neruda de la Fundación) que contextualiza cada uno de los poemas y, por otro lado, un estudio imprescindible y valioso del poeta y estudioso catalán Pere Gimferrer.
¿Qué aporta su difusión a la extensa obra del poeta?
Sin dudas que es un aporte porque complementan una década de producción riquísima, y por la forma en que fueron descubiertos. Pienso que no se trata de poemas descartados, como podría suponerse, sino simplemente traspapelados en diversas cajas donde estaban guardados.
¿Queda mucho material por revisar entre sus papeles privados?
El trabajo de preservación y clasificación es lento. Se trata de cuidar los manuscritos para que el tiempo no los dañe y digitalizarlos, compararlos, estudiarlos verso a verso. Puede a veces tratarse de un poema de otro autor, traducido o mecanografiado, etcétera. Además, se trata de un archivo voluminoso en que eventuales obras poéticas se encuentran entre cientos de notas y una abultada correspondencia.
Se agregan los falsificadores que de salen pronto con un aparente manuscrito. Hay casos sorprendentes de álbumes que supuestamente serían de Neruda. Y otros casos de versiones manuscritas de los libros primeros, caligráficamente perfectos, y por lo mismo, dudosos.
¿Cómo crees que se ubican los tomos de Nerudiana dispersa respecto a sus Obras Completas?
La Nerudiana Dispersa es sin duda valiosa para el estudio de la obra en general, aunque las catedrales de la “nerudofilia” son cansadoras y jactanciosas. Eso que dijo Neruda de que iban a publicar hasta sus calcetines, en este libro se cumple a cabalidad. A veces para bien, y otras para mal.
Además de poemas, siguen apareciendo estudios sobre distintos momentos de su vida de Neruda, como tu libro sobre su hija (El enigma de Malva Marina) o la biografía de más de 1500 páginas del alemán David Schidlowsky, ¿restan aspectos de su vida por develar?
A esos libros se agregan “Cartas de amor” (a Matilde Urrutia), que dan cuenta de esta musa hasta los últimos días y otros que dan cuenta de sus estadías en Cuba y México. Faltaría el de Argentina.
Todos juntos permiten una contextualización de la obra; aunque Neruda –como le dijo a Margarita Aguirre cuando escribía su biografía y recababa datos con el protagonista- recomendaba la ficción. Yo creo lo mismo, en la ficción está la solución para abordar cualquier biografía: es la mitología y no la historia la que finalmente preserva en la memoria el aroma de los días, la militancia, la alegría, la solidaridad.
Fuente: Télam.com.ar
Imagen: typewriters.tumblr.com
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