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Sousa Santos: «El tema es determinar si las tecnologías son de bien público o de unos pocos»

Para el sociólogo y ensayista portugués Boaventura de Sousa Santos (BSS), en un escenario en el que las empresas tecnológicas son muy pocas y además «no aceptan ser reguladas por nadie», el desafío es determinar si estas herramientas digitales «son de bien público o de unos pocos propietarios».

La importancia en la actualidad de las empresas digitales

B.S.S.: Antes de la pandemia, estábamos hablando de la cuarta revolución industrial, dominada por la inteligencia artificial, la robótica y la automoción. Con las impresiones 3D, la robotización, el enorme desarrollo de las tecnologías digitales, nos volvemos cada vez más dependientes de ellas. El tema es determinar si estas tecnologías son de bien público o de unos pocos propietarios. Ese es el problema ahora. Hay sistemas públicos -por ejemplo el de la ONU- que están impedidos de ser ofrecidos al mundo. Las empresas se niegan porque pretenden seguir con sus negocios. Y son muy pocas… Google, Apple, Facebook, y Amazon (GAFA) y Alibaba en China. Son estas las grandes compañías tecnológicas que hoy dominan el mundo y que no aceptan ser reguladas por nadie. En este momento, por ejemplo, la discusión en el Congreso en los Estados Unidos es clara: Mark Zuckerberg ha dicho que no acepta ser regulado. Y como tienen tanto poder, estas empresas desde su arrogancia pretenden autorregularse de acuerdo con sus intereses.

Al mismo tiempo, su poder traspasa el económico y juega un papel fundamental en la política. Las ‘fake news’ desparramadas en las redes sociales y la desinformación colaboran a la degradación de pilares estructurales de las democracias.

– B.S.S.: Claro, por supuesto. Y además la contradicción es que, en muchas partes del mundo, por ejemplo en Brasil, en Reino Unido con el Brexit, en el Parlamento Europeo, las ‘fake news’ y el uso de las tecnologías digitales para producir noticias falsas tuvieron un papel fundamental en los resultados electorales. Bolsonaro -por ejemplo- nunca sería presidente de Brasil sin ellas. ¿Twitter intervino en ese momento como hoy lo hace con Trump en Estados Unidos? No, porque el dueño de Twitter no era brasilero. Twitter intervino cuando era la democracia de Estados Unidos la que estaba en juego. Si fuera la de Bangladesh, la de Sudáfrica, o de Portugal, no importa, es libertad de internet. Pero si estamos en Estados Unidos, ahí vamos a cerrar. Claro que eso puede llevar a una regulación más amplia a nivel global de las redes, pero estamos en otro paradigma, en el que tenemos que trabajar con estas tecnologías y al mismo tiempo luchar contra todo el sistema de noticias falsas.

 ¿Es posible lograrlo? ¿Desde qué mecanismos?

– B.S.S.: Esa es la pregunta. Nosotros partimos en esta transición muy desgastados, muy empobrecidos políticamente porque la política es construir alternativas. En su momento, el socialismo y el capitalismo tenían cosas en común, por ejemplo, su relación con la naturaleza. Pero había una opción. Con la caída del muro de Berlín, nos quedamos sin opción, y, entonces, los políticos se confinaron al capitalismo y se volvieron mediocres. La política dejó de tener interés -incluso para los jóvenes-, la gente se distanció bastante de ella. He visto su degradación, especialmente cómo los jóvenes se fueron alejando de la política. Hace poco hablé con algunos de ellos que trabajan en vivienda en Brasil, jóvenes que están interesados en darle una casa digna a la población que está sin techo, y casi no participaron en las últimas elecciones municipales porque decían «vamos a elegir uno u otro, no cambia nada». Ése es el peligro, que la gente piense que los cambios políticos no cambian nada. La política tiene que volver a construirse.

¿Qué respuesta puede pensar ante esto?

– B.S.S.: De ahora en adelante, lo que deberá diferenciar a la izquierda de la derecha será la capacidad de crear alternativa frente al capitalismo, alternativas de una sociedad distinta, que puede ser de diferentes matices. Quizás sea una sociedad que vuelva a los intereses de los campesinos y los indígenas del continente. Que tenga una relación más armónica con la naturaleza. El capitalismo no puede tener una relación armónica, porque el capitalismo tiene en su matriz la explotación del trabajo, la explotación de la naturaleza. Entonces, la izquierda tiene que tomar una dimensión paradigmática de cambio para otra civilización; la derecha, en cambio, va a gerenciar el presente siempre con los dos primeros escenarios. Esa va a ser la diferencia a futuro.