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Nada es lo que parece

Javier Chapo, Profesor de Historia, nos cuenta acerca de la tradición que rodea a las fechas patrias. La disciplina historiográfica propone desentrañar qué intereses y motivaciones hay detrás de aquello que parece normal y natural ante nuestros ojos.

Por Javier Chapo. Profesor de Historia

La fecha en la que se publica este artículo nos puso frente a la obligación de reflexionar sobre alguna de las fechas patrias que acontecieron en el período transcurrido. Seguro que a ud. en milésimas de segundo ya se le cruzaron por su mente algunas de las efemérides clásicas: 25 de mayo, 20 de junio o 9 de julio.

Si le dijéramos que no era habitual izar la bandera y cantar el himno patrio en las escuelas a fines del siglo XIX cuando se rememoraban los acontecimientos revolucionarios de mayo, mientras que sí era común que en las calles se celebrase con juegos como perseguir a chanchos o la carrera de sortijas1… ¿se sentiría asombrado? No se preocupe… eso es natural.

Existe una abundante y variopinta historiografía local sobre cómo nuestro pasado nacional, sus fiestas patrias (y el modo en que las celebramos), sus héroes y su panteón nacional no fueron hijos del destino, sino resultado de decisiones deliberadas de actores políticos con intereses socioeconómicos determinados en una coyuntura histórica particular. Y aquí es donde encontramos uno de los sentidos más interesantes de la disciplina historiográfica: desentrañar qué intereses y motivaciones hay detrás de aquello que parece normal y natural ante nuestros ojos.

En esta línea, Lilia Ana Bertoni reflexiona sobre cómo las fiestas mayas fueron un espacio donde el Estado nacional, en plena organización , puso su mirada para intentar no sólo representarse simbólicamente, sino también para consolidar (por qué no inventar) una identidad nacional que percibía en peligro. Los actos patrios debían perder las connotaciones (divertidas) circenses, carnavalescas que traían del pasado colonial y criollo para comenzar a adquirir hacia 1880 un aura más adusta, donde la presencia del Estado no pasase desapercibida y representase las ideas de orden y progreso en boga. Así, el ejército, cuyo rol en la lucha contra el indio había sido determinante y era un símbolo de la presencia estatal allí donde su ausencia se consideraba evidente, pasó a ocupar el centro de la escena en las fiestas mayas.2 Los desfiles castrenses no parecieron ser un motivo de atracción para los habitantes de este Estado en plena consolidación.

La popularidad de las fiestas mayas era acuciante. Popularidad que decrecía frente a las celebraciones patrias extranjeras que parecían robarles los espectadores. No deberíamos perder de vista el contexto sociocultural del período. Si nos imagináramos transitando las calles de Buenos Aires o Rosario hacia 1880 con seguridad escucharíamos a nuestro alrededor a italianos, españoles, ingleses, franceses, alemanes, rusos, árabes o turcos.3 Si bien la oleada de inmigrantes fue incentivada por el gobierno nacional para obtener mano de obra -que esperaba fuese- laboriosa, lo que no deseaba era que las costumbres y tradiciones socioculturales que los inmigrantes traían bajo sus tenaces brazos corrompiesen el naciente ser nacional. Los bailes y espectáculos musicales que atravesaban las fiestas patrias de los extranjeros parecieron ser, aún para los criollos de pura cepa, más atractivos que los actos oficiales estales.4

Frente a este panorama, se debían redoblar los esfuerzos. El Estado debía crear en los bienaventurados inmigrantes como en los jóvenes locales un sentimiento nacional que no atentase contra su propia consolidación. En consecuencia, es en este contexto y debido a las necesidades políticas del período, donde algunos de nuestros rituales patrios nacen y se consolidan. En este sentido, cantar el himno e izar la bandera, el rol de los niños en los actos patrios, la escuela, la creación de museos y espacios históricos, entre otras estrategias, tienen la misión de crear un puente imaginario con el pasado de la nación para dar cohesión y sentido al presente que parecía atomizarse en el devenir de un futuro no muy lejano.5

Lo que aquí se plantea, en otras palabras, es que el pasado sólo cobra sentido desde el presente en el cual se lo interroga. Estudiar la historia que un Estado construye y legitima, necesariamente, no nos cuenta solo los acontecimientos y procesos que transcurrieron, sino también las motivaciones e intereses que acosaban a las clases políticas dirigentes preocupadas en rescatar un pasado determinado. Cada presente busca en el pasado un modo de legitimarse. No nos malinterprete, no nos situamos en contra de que el Estado encuentre en distintas estrategias el modo de lograr cohesión e identidad, sino que nos preguntamos acerca de quiénes quedan afuera de esa identidad, qué voces se acallan y qué muertos no se reviven en pos de esa identidad. Debemos tener como natural que el pasado es un terreno en disputa, no por los muertos, sino por los vivos que buscan en él legitimarse.

¿Qué es lo que se recuerda? ¿Qué actores se está dejando de lado en una determinada reconstrucción histórica? ¿Qué es lo que se olvida? Todas incógnitas legítimas y necesarias que nos debemos plantear cada vez que nos encontramos frente a una fecha o celebración patria, o mejor dicho frente a cualquier intento de reconstrucción del pasado.

El espacio atenta contra nuestra empresa, pero si alcanzamos aunque sea a través de estas líneas a plantear algunas incógnitas, a dejar abiertas algunas puertas que nos permitan seguir reflexionando de un modo crítico tanto el pasado como el presente, podremos sentirnos satisfechos.

 

Referencias:
 1
 BERTONI, Lilia A., Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas. La construcción de la nacionalidad argetina a 
fines del siglo XIX, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2001, p. 80. 
2
 Ibídem, p.80, 83. 
3
 MEGÍAS, Alicia, La formación de la ciudad en PRIETO, Agustina, MEGÍAS, Alicia y otros, Ciudad de 
Rosario, Municipalidad de Rosario, Rosario, 2010, p. 6.
4
 BERTONI, Lilia A., Op. Cit., p. 88. 
5
 Ibídem, p. 103.

 

Lee este artículo en la edición N°20 de Aptus Propuestas Educativas: www.aptus.com.ar/revista/

 

Imagen: sxc.hu