La investigadora Nancy Montes analiza el estado de la educación secundaria en el país y sostiene que si bien hay “buenas noticias”, como el aumento del acceso a la educación, aún hay mucho por hacer en materia de deserción y calidad educativa.
Nancy Montes es socióloga especialista en Políticas Públicas de FLACSO e integra el equipo de especialistas de la OEI donde trabaja haciendo investigaciones en temas de educación secundaria. Hace unos días participó del XIV Foro Latinoamericano de Educación de Fundación Santillana, donde se debatieron los distintos puntos relevantes del sistema educativo actual en Argentina.
Una de las cuestiones que se abordaron en el Foro tenía que ver con el acceso a la educación secundaria. “La obligatoriedad de la educación secundaria compromete a toda la sociedad, a los Estados y organismos de cooperación”, comenzó explicando Montes en entrevista exclusiva con este medio.
Buenas y malas noticias
En ese punto, la investigadora destacó que en los últimos años aumentó mucho el acceso a la educación secundaria en Argentina: “Hoy hay casi un 83 % de chicos que están asistiendo. La mayor cantidad de los adolescentes están vinculados a la escuela”.
Otro aspecto positivo que detalló Montes es que en los últimos años se redujo la distancia entre la asistencia de los sectores más desfavorecidos y los sectores mejor posicionados: “Eso pasó en el continente en general. Es una buena noticia en términos en que eso favoreció a los sectores que tenían menos tradición de poder acceder a la escuela secundaria. Hay 13 países en la región que ya tienen la escuela secundaria como obligatoria y van avanzando en esa dirección”.
Sin embargo, explicó que sigue habiendo dos deudas importantes a resolver: “Lo que todavía sigue siendo un problema es egresar en la escuela secundaria en el tiempo considerado ideal, solo la mitad de los chicos logra terminarla en 5 años. El otro punto importante tiene que ver con la relevancia de lo que se enseña, lo que se conoce como calidad de aprendizaje que sigue siendo asignatura pendiente en el país”.
La especialista en políticas públicas explicó que cada vez que se logra como un piso nuevo de derechos sociales o educativos hay nuevos desafíos: “Ahora es poder terminar la secundaria, porque solo la mitad de los jóvenes lo está logrando hacer en 5 años y algunas investigaciones que hicimos desde FLACSO muestran que les llevan 12 años y es una historia de fracaso personal, un problema para los docentes y un gran costo económico”.
Tal como contó la socióloga, “uno puede ver el vaso medio lleno o el vaso medio vacío, según qué indicadores mires. Hay muchas provincias que están proponiendo modificar las reglas de juego de la escuela secundaria. Son provincias que están haciendo cambios en la normativa de régimen académico para que los estudiantes puedan ingresar de otro modo, ser evaluados de otro modo, tener otras condiciones para promocionar, otros agrupamientos para organizar las materias más difíciles, clases de apoyo”.
Un plan sostenido en el tiempo
Consultada respecto de por qué aún no todas las escuelas incorporan la tecnología como parte del trabajo diario, Montes explicó que nuestro país ha tenido iniciativas de inclusión digital “que fueron y vinieron y que no se han sostenido en el tiempo con la misma pregnancia”.
“El programa Conectar Igualdad en su momento tomó la decisión de hacer llegar computadoras a las escuelas secundaria y a los institutos de formación docente. Eso redujo la brecha digital. Sin embargo, en estos años percibimos la escasez de recursos que tienen en general las escuelas y los docentes para usar las tecnologías de otra manera en el aula”, advirtió la especialista.
Ahí hay otro nodo crítico no resuelto, según la socióloga, porque incluso la formación de los docentes no termina de incorporar y de albergar el uso de otras tecnologías. “Todavía sigue siendo una asignatura pendiente. Y como ese esquema de trabajo, como Conectar Igualdad en su momento, tampoco abarcó las cuestiones relativas a la capacitación de los docentes de modo priorizado, no se pudo sostener ese esfuerzo”.
“Es importante que se usen otros recursos en el aula. Es muy difícil entonces si se basa solo en una decisión política, que en el tiempo dé mejores resultados, si no seguís apostando y apoyando con recursos”, continuó explicando.
La investigadora resaltó que “Uruguay está mejor que nosotros. Con el Plan Ceibal en todos los niveles de enseñanza, en todas las escuelas ha avanzado mucho más. De todas maneras todavía no está muy probado que usar las tecnologías mejore la calidad de la educación. En principio los chicos y los docentes dialogan con recursos contemporáneos que facilitan tareas y las democratizan. Si todos podemos acceder a leer lo mismo, a seguir los mismos temas, a ser creativos en los modos de presentar un trabajo, se habilitan otras capacidades”.
De libros y tablets: domesticar los recursos
El tiempo resolverá muchas cosas, pero otras hay que empujarlas para que se resuelvan, en ese punto Montes explicó que “para que las cosas se asienten o se hagan más naturales o cotidianas, tanto los adultos como los jóvenes tienen que acostumbrarse a otros modos de trabajo. Si estas tecnologías no sedimentan o no tienen el tiempo necesario para ser incorporadas siempre van a ser vistas como algo extraño”.
En el Foro se analizó cómo fueron cambiando los modos de inclusión de la tecnología. “Primero había como un gabinete, aquellas personas que habilitaban a utilizar la computadora en horarios acotados y teniendo miedo de prenderlas y apagarlas. Luego empezó a ser más cotidiano, se pensaron carritos en el aula. Pero nunca hubo un equipamiento muy fijo, muy cercano y muy disponible”, contó Montes.
“Algo similar pasó con los libros. No siempre estaban las bibliotecas disponibles en las escuelas en todos los horarios. Una investigación que hicimos sobre institutos de formación docente hace unos años desde FLACSO analizaba cuál era el acceso de los estudiantes de los profesorados a las computadoras o a las bibliotecas y resultaba que estaban abiertas en los horarios donde no estaban los estudiantes o se prestaban los libros con desconfianza y por poco tiempo. Hay un tema de cómo se domestican los recursos y cómo se vuelven disponibles”.
Imagen: veb.ch
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