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Los desafíos de la «Inmersión tecnológica»

¿Qué sabíamos, qué creíamos saber y no estábamos en lo cierto, y qué necesitamos saber acerca de las tecnologías digitales?.

Según Natalia Bas, coordinadora del Área de Educación a Distancia de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH) y docente del Taller de Tecnologías Digitales de la Escuela Primaria de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), actualmente nos encontramos en una situación de «inmersión tecnológica», en la que todos –docentes, estudiantes y familias– tenemos el desafío de evaluar qué sabíamos, qué creíamos saber y no estábamos en lo cierto, y qué necesitamos saber acerca de las tecnologías digitales.

“En el caso de los docentes, existe además la preocupación por sostener un vínculo pedagógico con sus estudiantes, que no se basa solamente en impartir contenidos. Hoy la función de la escuela es mucho más amplia, pero la tecnología se concibe como un medio para continuar con lo que se venía haciendo en la presencialidad, lo cual es un error» afirma la docente de la UNL.

«Pensar a las tecnologías sólo como un medio es considerar que son neutras y no lo son. Entre otras cosas, impactan en el modo en que se presentan y se organizan los contenidos; proponen lógicas propias, tanto de producción como de interacción, y responden a intereses políticos y económicos”, afirmó.

De acuerdo con Bas, las tecnologías funcionan como dispositivos de subjetivación, es decir, construyen sujetos. “Con la elección y el empleo de una determinada tecnología, el docente está enseñando mucho más de lo que él cree. Enseña a relacionarse con un otro; a compartir; a cuidar la privacidad; a gestionar necesidades tecnológicas; a producir con y para otros; a formar e integrar comunidades. En muchos casos, los docentes no están preparados para reparar en esto, pero tienen la obligación de ser conscientes de qué aprendizaje está latente por el uso de las tecnologías”, subrayó la docente.

¿Cómo elegir la tecnología más adecuada? ¿Quién debe asesorar?

“La tarea de evaluar cómo el software permea y regula las prácticas dentro de un determinado campo disciplinar concierne a los profesionales de ese campo. A la vez, los docentes deben reflexionar acerca de cómo las tecnologías impactan en los procesos de enseñanza y aprendizaje”, aclaró Bas.

De cualquier modo, la docente remarcó que no se deben buscar «recetas», sin considerar algunas variables como contexto y objetivos de enseñanza o características de la población escolar. “Una cosa es usar tecnologías pensadas para la educación y otra cosa es hacer un uso educativo de la tecnología. Si se opta por lo segundo, se deben considerar las características y la naturaleza de la herramienta, así como las adecuaciones pedagógico-didácticas que se tendrán que realizar para que se ajuste a todas las variables”.

En este contexto, las niñas y los niños también tienen un desafío: desarrollar pautas de autocuidado. “Que su seguridad no dependa sólo del control familiar o institucional, sino que se puedan formar en el uso de las tecnologías, de modo que ellos puedan protegerse a sí mismos”, apuntó Bas.

No obstante, la docente aclaró que la cantidad de niñas y niños con acceso a tecnologías digitales es minoritaria y pone en evidencia la desigualdad económica y social de la población. “Contar con los medios tecnológicos igualmente no garantiza resultados exitosos en la virtualidad de la enseñanza, pero sí posiciona a los estudiantes en un lugar de inicio totalmente diferente al resto. El sector de la población que no cuenta con los dispositivos para acceder digitalmente a la educación, también es subjetivado por las tecnologías y así es doblemente marginado”, se lamentó Bas.

Futuro incierto

Según Bas, lo preocupante de esta pandemia es la «receta». ¿Todos vamos a educar por aulas virtuales? ¿Hay posibilidades reales de hacerlo? ¿Puedo enseñar y aprender en medios digitales del mismo modo que en instancias presenciales?

“Esto es imposible; hay que hacer adecuaciones que permitan considerar las lógicas y las características propias de los medios a utilizar”, respondió la docente. “Esta ‘inmersión tecnológica obligada’ probablemente sea un punto de inflexión en las prácticas pedagógicas, tanto en los estudiantes como en los docentes. Esto nos tiene que ayudar a pensar, entre otras cosas, en la necesaria formación en tecnología que deben tener todos los docentes de cara al futuro”.

Fuente:UNL