ENTREVISTA EXCLUSIVA con Laura Pitluk, Especialista en Nivel Inicial y Asesora de Instituciones educativas. Por Alida Konekamp
Uno de los mayores desafíos que trajo el aislamiento social, preventivo y obligatorio fue la continuidad de un ciclo escolar que acababa de empezar. En especial, para los más chicos, para quienes las aulas son un lugar de juego y encuentro, además de aprendizaje.
Las pantallas, que venían siendo objeto de críticas por las consecuencias que trae aparejado su uso y abuso, estuvieron presentes en la vida de los más pequeños como la única alternativa posible: no solo para seguir recibiendo las enseñanzas de sus docentes, sino también el cariño y la sensación de cercanía de todos aquellos con los que venían compartiendo sus días.
Laura Pitluk es Especialista en Nivel Inicial y Asesora de Instituciones educativas, además de Profesora de Educación Preescolar y autora de gran cantidad de libros y artículos sobre diversas temáticas relacionadas.
Desde Aptus conversamos con ella sobre el uso de la tecnología durante la pandemia, la virtualidad versus lo presencial, la respuesta de los más chicos y el eventual regreso a las aulas.
A – ¿Cómo fue la adaptación por parte de los niños y niñas a la virtualidad?
LP – Fue un camino de búsquedas y encuentros una vez presentada esta inédita e inesperada situación. Hoy me preguntaban: ¿se puede abordar lo educativo con los más pequeños desde la virtualidad? ¿Es posible trabajar con los otros e ir construyendo la grupalidad? El trabajo sobre lo grupal con los más pequeños es un trabajo muy complejo, si además de eso, tiene que darse de manera virtual, es difícil. Ese aspecto, como todos los otros, se trabajarán lo mejor que se puedan y se retomarán en la presencialidad cuando esta sea posible y pertinente.
A – ¿Se puede decir que el uso de herramientas tecnológicas y la enseñanza remota llegó para quedarse? ¿Habrá un cambio de enfoque o todo lo contrario?
LP – Aunque por ahí circule la idea de que con lo tecnológico estamos más tranquilos, porque tenemos varias cosas resueltas, esto no es un cambio de enfoque. Uno tiene la tranquilidad de que esto no fue algo elegido. Bajo ningún punto de vista considero – y muchos especialistas lo consideramos – que haya un cambio de enfoque, es decir, que la virtualidad venga a reemplazar los modos o formas de lo escolar. Más bien, tiene que ver con aceptar que es importante ahora tenerlo en cuenta, pero que es un momento provisorio. Que lo mejor que se puede hacer para cuidar la vida y la salud sin descuidar lo escolar, es adecuar la posibilidad de la continuidad pedagógica y el sostén de las trayectorias escolares a esta idea de la virtualidad. Uno puede encontrar beneficios secundarios en la virtualidad, pero no que sea lo adecuado, ni lo que queremos, ni lo que elegimos. Nos tomó por sorpresa y sin ningún tipo de preparación. A medida que lo fuimos desarrollando, buscamos mejores formas, esas mejores formas nos fueron señalando caminos, tomamos decisiones, reflexionamos, escuchamos resoluciones diversas. Siempre pensando que es un mientras tanto y que tenemos la responsabilidad de retomar lo que estamos haciendo de manera virtual, cuando tengamos la posibilidad presencial. Y hay que sostenerlo de la mejor manera posible, hasta que sea el momento de un retorno a lo presencial pero no carente de sentido.
A – ¿A qué te referís con “retorno a lo presencial carente de sentido”?
LP – Carente de sentido para el nivel inicial tiene que ver con no poder tocarse, no poder tocar los objetos, estar todo el tiempo lavándose las manos. La vuelta tiene que valer la pena y sin que haya riesgos para la salud. Para tener a los niños, como se ve en algún video de China, con esas escafandras, el barbijo, los anteojos y poniéndose alcohol, me podés decir, ¿para qué están volviendo? Tienen que volver cuando mínimamente los propósitos de la educación se puedan concretar. Y no me refiero solo a lo vincular, sino que, especialmente, los más pequeños, aprenden en interacción con los otros, en intercambio, en movimiento, participando en propuestas de grupo. Tenemos que garantizar que algunas de estas cuestiones se den, para que tenga sentido el esfuerzo del retorno.
A – ¿Cómo te imaginas esos primeros días?
LP – Los educadores tenemos que estar preparados para saber qué vamos a hacer cuando nos digan que sí. No nos puede tomar por sorpresa nuevamente y nos vamos a encontrar de nuevo en un periodo de inicio al ciclo escolar, a destiempo, mucho más largo y con todas las problemáticas que acarrea lo vivido. Entonces, nos tiene que encontrar con mucha paciencia, mucha posibilidad de escucha, aceptando que hay que acercarse lo que se pueda, cultivando el sostén de la mirada, de la palabra y realizando propuestas que retomen lo trabajado en estos tiempos de no presencialidad. Eso también es algo que calma, no es que lo estábamos haciendo no tiene ningún sentido. Lo estábamos haciendo mientras tanto y ese mientras tanto tiene validez. Eso valioso de este mientras tanto necesita retomarse presencialmente. De ahí tenemos que partir. Desarrollar propuestas que, desde una connotación de retorno al “período de inicio”, retomen la conformación del grupo y agudicen en el trabajo compartido con la familia.
A – ¿Crees que va a ser difícil para los chicos?
LP – Los chicos lo entienden, tienen una sabiduría infinita, comprenden y se dan cuenta. Los chicos se adaptan mucho mejor de lo que uno puede suponer, muchas veces mejor que los adultos. El reconocido psicopedagogo italiano Francesco Tonucci dice que “él confía en los niños, que ellos nos van a enseñar cómo podremos accionar en el retorno, cómo se puede jugar de otra manera, con otra distancia”. Y yo le agrego: “Yo confío plenamente en los niños y también en los docentes”. Asimismo, es verdad que hay cuestiones que a los niños se les escapan en el momento, aunque sepan que no lo tienen que hacer y eso es riesgoso. Yo lo que digo es que el retorno deberá ser cuando los responsables de la salud y la política educativa así lo resuelvan y en cada zona será cuándo sea su momento pertinente y de acuerdo con las edades de los niños y niñas. Y los educadores debemos ir pensando las acciones y opciones educativas para cuando ese momento se presente.
A – ¿Consideras que van a ser necesarias propuestas educativas que trabajen principalmente las emociones después de todo lo que los niños y niñas están pasando?
LP – Los niños y niñas tienen una sabiduría inmensa. Algunos pueden manifestarla verbalmente y otros a través de lo corporal y gestual. Por eso tiene que haber muchos espacios de escucha, de participación y juego, para que ellos puedan expresarse y comunicarse, y las elecciones de las propuestas de enseñanza tienen que considerar todo esto. Que lo afectivo debe tener un lugar primordial en el nivel inicial y un lugar importante en toda la educación, es cierto. Sí es primordial, pero no es lo único. En general, los contenidos que se enseñan incluyen normas, habilidades, saberes de diferentes áreas y lo afectivo va entramado. Las emociones no se enseñan separadas del resto de los conocimientos y diferenciadas entre sí. Cuando elijo una secuencia didáctica, una unidad didáctica, un proyecto, voy entramando los contenidos de los diferentes campos, áreas y ejes, con lo vincular. Todos estos aspectos no se trabajan por separado, se trabajan de manera conjunta, si defendemos una educación integral y articulada. Tendremos que elegir las mejores propuestas en función de sostener este enfoque, reconociendo la influencia de lo que está sucediendo, de eso se trata. –
*Para leer más sobre el tema Laura Pitluk escribió un artículo llamado “Entre las modas con globitos de colores y los enfoques comprometidos y reflexivos”, recientemente en la revista que dirige, “Travesías didácticas, creando huellas en la Educación Inicial” a la que pueden ingresar haciendo click acá. Además, en “Las prácticas actuales en la Educación Inicial” (2012), Homo Sapiens, Rosario hay mucho contenido relacionado. Si quieren saber más sobre ella y sus escritos, no dejen de visitar su web aquí.
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