En la antigua China, Confucio era incapaz de concebir una educación donde la música no tuviese un lugar preferente. En aquellos momentos se la consideraba el arte más importante, sólo por detrás del de las ceremonias.
En la actualidad, son múltiples los estudios científicos que revelan que la música ejerce un efecto positivo en los procesos mentales (cognitivos, creativos, psicológicos e intelectuales) de los más jóvenes. Esto ocurre porque estimula el hemisferio izquierdo del cerebro, el responsable de las habilidades comunicativas o la lógica, según consignó el blog Cosas de Educación.
Uno de los procesos mentales que más se desarrolla a partir de la música es la memoria. “El trabajo melódico favorece la memorización de textos y la correcta acentuación de las palabras e incluso mejora la dicción”, indicó la especialista Anna Díez Bereziartua. “El trabajo auditivo con melodía y timbre beneficia la capacidad de concentración y el aprendizaje de otras lenguas. Mientras que el trabajo rítmico ayuda a la comprensión de las relaciones matemáticas”, agregó.
Y es por eso que las instituciones académicas cada vez la valoran más. Por ejemplo, la Universidad Autónoma de Barcelona desarrolló un proyecto llamado European Music Portfolio: Sounding Ways into Mathematics. A través de esta propuesta se intentaba fomentar la creatividad no sólo de los estudiantes, sino también de los docentes. Parten de la base de que si se implementa la música en los planes de estudio, los profesionales de la enseñanza podrán ofrecer una educación bastante más interdisciplinaria.
Además de mejorar la memoria y los procesos creativos, la música también resulta muy recomendable para interrelacionar conocimientos. De allí que muchos especialistas recomiendan que esté en contacto de forma global con todas las materias desarrolladas dentro de un centro educativo.
Imagen: Sessions Music
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