La profesora María del Carmen Laje es grafóloga pública del Instituto de Grafología Científica de Buenos Aires pero, además, además tiene 40 años de trabajo dedicado a la educación, como maestra primaria, directora de jardín de infantes, maestra alfabetizadora y profesora de nivel terciario. Esta conjunción de ambas disciplinas, lejos de ser incompatibles, resultó enriquecedora para el ámbito de la enseñanza.
En 1963, María del Carmen descubrió en una biblioteca, el libro “La grafología en la escuela primaria”, de Laura Cotta y despertó en ella el interés por aplicar, dentro de su profesión de docente, las técnicas grafológicas para acercarse mejor a las características de personalidad de sus alumnos. Esta experiencia la llevó a decir que “La grafología sirve como detector de problemas infantojuveniles y como medio auxiliar para psicólogos, psiquiatras y educadores”.
Desde hace varios años, esta ciencia es usada como herramienta de recolección de información del alumno para conocer mejor su personalidad y detectar problemas en el aprendizaje y la socialización. Según los grafólogos, tanto la conducta, como las emociones, acciones, pensamientos, aptitudes, modos de adaptación, así como los sentimientos y la madurez de los chicos, pueden estar reflejados en su escritura.
En su libro titulado “Grafología infanto-juvenil”, la autora analiza las expresiones gráficas y escriturales (garabato-dibujo-escritura), y brinda elementos a los docentes para que los apliquen en el aula. Hoy en día, María del Carmen se dedica a brindar capacitaciones en todo el país y en el exterior, siendo una referente internacional de la grafología pedagógica.
¿Qué aporta la grafología a la educación?
Fundamentalmente, tiempo. Apenas comenzado el ciclo escolar en los trabajos de los alumnos el docente puede ya recibir datos de las personalidades de los mismos por lo que puede organizar estrategias de trabajo que, sin la colaboración de esta ciencia, le llevaría meses hasta que identifique algunas problemáticas.
El problema es que tiene que estar usado en buenas manos. Yo siempre digo que estos son indicios no son recetas, ya que es necesario sopesar muchas variables implícitas en la personalidad, irrepetible de cada niño. El docente con estos indicios podrá evaluar si es necesario o no dar participación pronta a directivos o profesionales especializados.
El maestro no debe sentir que puede diagnosticar porque no puede. Pero sí ante la presunción, por ejemplo, de un niño golpeado o abusado, alertará a quien deba intervenir.Es decir, la grafología es una vía para prestar atención y luego para ayudar.
El docente no se debe creer que es infalible ya que hay tantas personas como personalidades. Además, es bueno cotejar varios trabajos realizados en distintos días para poder evaluar también su hay variaciones evidentes en ellos, en la grafía utilizada.
En las expresiones gráficas también dejan su marca el frío, el calor, las emociones; no se escribe igual enojado que alegre, si tiene fiebre, si está bajo el efecto de drogas. Por eso recalco siempre que no podemos quedarnos con un solo trabajo.
¿Es más fácil detectar problemas de aprendizaje cuando el alumno es más chico o cuando es más grande?
En los niños menores de 6 años tenemos solamente dibujos o garabatos para evaluar, en cambio, cuando ya se adquirieron las habilidades de lecto-escritura se le puede agregar al análisis los escritos. De cualquier forma, si conocemos detalladamente la evolución gráfica del dibujo y de la figura humana tendremos información valiosísima comparable con lo que nos brinda un escrito.
¿Considerás que con la grafología se puede mejorar el aprendizaje del alumno?
Totalmente, si hacés un trabajo sistemático de grafoterapia, por medio de consultas, podés encontrar muchas cosas que alumno está sintiendo o le está sucediendo que por otros medios no podés saberlo.
A los chicos les cuesta expresar lo que sienten, por vergüenza o miedo, aunque esa etapa de su vida gira en torno a las emociones. Es importante entonces que el docente reconozca la ansiedad, la timidez, miedo, dificultad para socializar, autodesvalorización, etc, prontamente y con su accionar proporcionarle al niño la seguridad necesaria para desarrollar sus aptitudes, sin conflictos.
También el trazado de las grafías generarán en el educando conductas beneficiosas. Se buscará que las mismas sean legibles no caligráficamente, dado que no buscamos estructuras sino libertad, y para lograrla los trazos deberán ser firmes y progresivos, es decir, hacia la derecha siempre manteniendo la forma personal que le imprime cada uno.
Imagen: ainoaespejo.com