El uso de las TIC en el aula ya es una necesidad porque los más jóvenes viven en medio de las múltiples pantallas. El buen uso en la escuela dependerá de las habilidades docentes a fin de mejorar la enseñanza y el aprendizaje. Ahora bien, ¿cómo imbricar las clases propias del nivel medio con estos nuevos dispositivos tecnológicos?
El uso de los textos digitales es una manera de comenzar a trabajar, pero con un aprendizaje previo de cómo implementarlos en las clases. De lo contrario caeremos en repetir formas de trabajo similares que con el libro en papel. Y, lejos de echar culpas por sobre la tecnología, el problema con este tipo de textos es netamente pedagógico- didáctico. Las dificultades de empleo escolar no provienen de la lógica informática del programa sino de la estructuración de los contenidos, sus formas de presentación y las modalidades didácticas que tienen incorporados.
Las enciclopedias virtuales, al igual que algunos textos escolares, muestran la dominancia de la trama descriptiva y los relatos situados y cronológicamente precisos en sus explicaciones. Esto llevaría a la tendencia a una “inflación documental”, que es susceptible de tentar a los alumnos a prácticas conocidas de seleccionar, copiar bloques, unir e imprimir. Por ello, es necesaria la experimentación cuidadosa para evaluar las competencias de estos soportes en la tarea de guiar el trabajo autónomo de los alumnos en tareas más complejas que las de informarse.
Por tanto, es necesario trabajar con textos digitales, pero con el sumo cuidado de evitar caer en ciertos errores. B. Devauchelle, (1999), plantea que es grande el riesgo de ver en la yuxtaposición de textos fragmentarios, la eliminación de la representación sistémica. Se pregunta: ¿El alumno puede construir la globalidad si no está más que en presencia de unidades elementales? Esta respuesta la tiene que elaborar cada docente desde su propia disciplina y la didáctica específica a fin de encontrar nuevas formas de aprender. En palabras de Birgin, lo importante no es la tecnología, sino lo que hagamos con ella, lo que enseñemos sobres sus usos y posibilidades y sobre sus límites.
Usar la tecnología porque sí o para parecer innovadores no implicará una mejora en el aula, sino todo lo contrario ya que puede ocurrir que la clase se desordene y la enseñanza se vuelva caótica. El buen uso de las TIC implica asumir que se puede aprender en otros tiempos y en otros espacios, con otros y colaborativamente y apropiarse de una nueva mirada acerca del sujeto que aprende. Es un desafío más para quienes disfrutan el enseñar.
Por: Carina Cabo, Especialista en TIC Y Educación Imagen: Archivo de imágenes
