El observatorio meteorológico instalado por Argentina en la isla Laurie, el 22 de febrero de 1904, es la prueba de la primera presencia humana permanente en la Antártida y el más antiguo de los proyectos científicos que permanecen activos en el continente blanco.
La relación de Argentina con su territorio antártico se consolidó alrededor del desarrollo del conocimiento científico lo que llevó al entonces presidente Juan Domingo Perón a decretar el 17 de abril de 1951 la creación del Instituto Antártico Argentino, primer organismo dedicado a la promoción de la Ciencia en la Antártida a nivel mundial.
En más de un siglo de presencia ininterrumpida en el continente blanco, el país constituyó trece bases en las que sostiene numerosas investigaciones geográficas, ambientales, biológicas, meteorológicas, espaciales, físicas, químicas, antropológicas e históricas entre otras áreas del conocimiento.
El ministro de Ciencia, Daniel Filmus, afirmó en diálogo con Télam que «la investigación en la Antártida es una de las características más notorias de la Ciencia argentina; hace más de un siglo que nuestro país tiene presencia permanente en la Antártida y desde el comienzo ese vínculo se forjó alrededor del conocimiento científico».
«Sostener de manera continua desde hace tanto tiempo el trabajo científico en ese territorio es un capital muy valioso, porque esas investigaciones cuentan con la profundidad que le dan décadas de monitoreo permanente y porque avanzan de manera constante sobre el conocimiento de un continente en el que la humanidad todavía tiene muchas cosas por descubrir», resaltó.
Filmus sostuvo que «las investigaciones en la Antártida no sólo aportan a la ciencia, son también un pilar de nuestra presencia soberana en el continente y proveen de herramientas fundamentales para la protección de ese invaluable recurso ambiental en el contexto del cambio climático».
«Por ejemplo, el monitoreo de la fauna marina es un insumo imprescindible en el proyecto que impulsan Argentina y Chile para crear un área marítima protegida al norte de la Península Antártica que mitigue el impacto de la pesca en esas poblaciones», agregó.
El ministro recordó que «la actividad científica de Argentina en la Antártida tiene una profunda matriz colaborativa en la que junto al Instituto Antártico Argentino también participan los organismos científicos nacionales y de diversas provincias, las universidades, el Conicet, el INTI, el INTA o el Inidep entre otros».
«Argentina también es muy requerida a nivel internacional para el desarrollo de programas científicos en la Antártida por su proximidad geográfica, su capacidad logística y su experiencia en investigaciones de campo en ese ambiente; es por eso que muchos países europeos nos han buscado para articular diversos desarrollos y que también sostenemos vínculos con las comunidades científicas de todos los países de américa latina», añadió.
Además, el funcionario destacó que la Antártida «es un continente, de acuerdo con el Tratado Antártico, preservado para la paz y la investigación científica y vamos a seguir trabajando en ese objetivo. En este sentido, a través de la iniciativa Pampa Azul, creamos el Observatorio Oceanográfico en el rompehielos ‘Almirante Irízar’, equipado con 8 laboratorios para la investigación».
«La investigación en ciencia y tecnología es la que hoy define la capacidad soberana de una nación», aseveró Filmus y, en ese sentido, subrayó que «el Estado orienta la investigación» y definió que «la temática de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur es central para quienes conducen la ciencia en argentina».