En su tesis de grado investigó la poesía del rap. El coeficiente anual fue de 9,87.
Renata es de Colón, provincia de Buenos Aires, y desde los 12 años sabía que su carrera iba a ser la de letras. Era habitual verla en los techos de su casa leyendo un libro.
“Siempre fui muy ñoña. Nunca rendí sin haber estudiado antes”, dice. Pero al mismo tiempo en la escuela tenía una facilidad con la literatura que le permitía expresar muy bien sus ideas. Para no repetir lo mismo en las lecciones, apelaba a la creatividad y aportaba algún pensamiento crítico. Esto sumado a las felicitaciones que recibía por sus producciones literarias, la motivaron a seguir el camino de las letras.
Recuerda que cuando terminó la secundaria sus padres le dieron la libertad de elegir la carrera que quisiera, a pesar que en el imaginario popular la Licenciatura en Letras no tenía una segura salida laboral. Fue así como llegó a Rosario para comenzar a cursar en la Facultad de Humanidades y Artes.
“Al principio entré con mucho miedo a la Universidad porque todo era nuevo para mí”, cuenta. Reconoce que estudió con obsesión y cuando vió que podía sacarse un 10 en la Universidad, se puso como horizonte mantener el promedio. Como su pasión era la investigación, pensó que las buenas notas le abrirían las puertas para obtener becas.
La carrera tiene 32 materias y en la mayoría obtuvo la máxima calificación. Cuenta que a la hora de rendir se preparaba con dos meses de anticipación y estudiaba ocho horas por día. Aunque también reconoce la suerte de no haber tenido que trabajar durante el cursado, lo que le permitió dedicarse plenamente al estudio.
Sobre su rutina comenta que apenas se levanta lee algún artículo, “es como mi desayuno”. Pero le encanta estudiar de noche porque es cuando se le ocurren las ideas. “Ya no hay tiempo, son las 2 de la mañana, se me prende algo y lo escribo, aunque después a la mañana me parezca horrible”, confiesa.
Renata destaca algo que le ayudó como práctica y antecedente que son las Jornadas de Escritura e Investigación que organiza la Escuela de Letras.
Por ejemplo, los temas que preparaba para los exámenes finales que daba oralmente, los escribía y después los exponía en las Jornadas. En esto reconoce el estímulo que recibió de los docentes para presentar sus produccones así como también para participar en las becas de investigación “Estímulo a las vocaciones científicas” organizadas por el CIN.
Una tesis sobre el rap
La tesis con la que se recibió fue “El arte de samplear. Transculturación acústica del rap entre el norte y el sur”. Es un tema que empezó trabajando desde la extensión entrevistando a chicos que hacen hip hop en la ciudad y luego estudió los comienzos del este género en Estados Unidos.
La vinculación del rap con la literatura la hace, por un lado, por la cuestión performática de la poesía hablada.
“Estados Unidos tiene una tradición desde Walt Whitman en adelante, de poetas que se paran en el escenario y hacen sonar la poesía”, afirma. Y por otro lado, analizó “cómo circulan los sonidos, la palabra, la rima, entre Estados Unidos, el Caribe y viceversa, cómo la música puede no tener un origen, sino estar siempre circulando”.
A Renata le apasiona la literatura latinoamericana y es ayudante de cátedra en la materia Literatura Iberoamericana 2. También le gusta la poesía del siglo XX, las vanguardias, Cesar Vallejo, Alejo Carpentier, autores a los que siempre vuelve a leer por placer.
Actualmente trabaja como becaria en el Instituto de Estudios Críticos en Humanidades, de doble dependencia Conicet-UNR y está haciendo su tesis doctoral bajo la dirección de Mónica Bernabé.
Su área de investigación es sobre archivos y región, específicamente la producción de localidad en prácticas artísticas, literarias y editoriales en la ciudad de Rosario. Está estudiando el modo en que las obras artísticas en las exposiciones y performances pueden generar una idea de región.
Fuente: UNR
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