Hace cinco años un grupo de profesores comenzaron a soñar en poder reutilizar la terraza del Instituto Politécnico Superior “General San Martín” de la Universidad Nacional de Rosario y para eso se impulsó la construcción de una terraza verde a escala. Pero ese anhelo no quedó ahí, sino que ahora se llevó a cabo la fabricación de un sistema de jardín vertical que viene a sumar más diversidad de flora al espacio, tal como publica el portal de la Universidad Nacional de Rosario.
El jardín vertical se incorpora a una experiencia inédita para el nivel secundario y en la educción pública local como es la terraza verde, la cual contó con la asistencia de la Escuela de Jardinería de la Dirección de Parques y Paseos de la Municipalidad. El proyecto está a cargo de docentes del Departamento de Ciencias Humanas y Naturales del Poli: Nélida Skindzier, Erica Lugo, María Fernanda García y Andrea López.
Desde el principio se pensó al espacio como un ámbito de investigación y de trabajo colaborativo, lugar ideal para poder trabajar la educación ambiental, noción que funciona como eje transversal dentro de la currícula de la escuela. “La idea de poder incorporar el jardín vertical surge de las jornadas culturales y deportivas realizadas dentro de nuestra institución. Las mismas se realizan todos los años y funciona como una instancia donde los docentes presentan proyectos para desarrollar junto con los estudiantes a partir de distintas temáticas. En nuestro caso, cualquier espacio que encontramos tratamos de vincularlo con diversos proyectos ambientales”, manifestó Nélida Skindzier.
En este caso los alumnos fueron los verdaderos protagonistas para que el jardín vertical se materialice. La idea de trabajar el eje de lo ambiental se vincula con que los chicos puedan ir concientizando desde jóvenes sobre la importancia de tenerlo en cuenta a la hora de sus trabajos a futuro. “Es una forma de que puedan incorporarlo a su terminalidad. Ellos mismos comenzaron a recolectar los materiales necesarios y la consigna es que fueran todos reciclables”, afirmó la docente.
En función de esta iniciativa se pensó utilizar como base pallets de manera con el afán de ayudar a disminuir la cantidad de residuos sólidos urbanos. Los pallets son armazones de madera, plástico u otro material empleado en el movimiento de carga, para facilitar el levantamiento y manejo con pequeñas grúas hidráulicas que se utilizan generalmente en las construcciones. Los estudiantes fueron recolectando los que ya no se utilizaban de las obras y se compraron membranas drenantes con el objetivo de que se pueda escurrir el agua.
Para alivianar el peso que realizan los pallets al estar colgados en la pared, las profesionales decidieron mezclar la tierra con telgopor y se le colocó en el fondo un plástico para retener el agua junto a la manta drenante. Al estar en la intemperie, lo que se hizo fue reciclar aceite de moto quemada que funciona como impermeabilizante. “Tenemos dos tarros de aceite quemada y cada tanto, junto con los estudiantes, les damos una mano a los pallets para provocar una mantenimiento constante. También para fomentar el reciclado conformamos un sistema de riego a través de botellas de plástico, las cuales están colocadas en cada uno de los extremos y ofician a manera de riego natural. Cada tanto, especialmente en épocas de pocas lluvias, nos encargamos con los chicos de regarlo”, comentó Erica Lugo.
Los estudiantes participan en las etapas que corresponden con su grado de conocimientos, como por ejemplo las huerteras y los jardines verticales fueron armados por alumnos de quinto y sexto, mientras que estudiantes de primero y segundo año cumplieron otro tipo de tareas. Existe además un taller de problemática ambiental, donde se trabaja interdisciplinariamente con docentes de biología para poder sostener el proyecto en el tiempo.
Reconvertir un espacio olvidado
La terraza del Poli era un espacio en desuso que no era habitado por la comunidad de la escuela. A partir de los proyectos de educación ambiental se convirtió, en lo que Skindzier denomina, como “un laboratorio a cielo abierto que permite investigar con los alumnos diversas temáticas ya que se buscan que los proyectos sean interdisciplinarios”.
El objetivo pasa por seguir refuncionalizando espacios de la terraza con una clara iniciativa ecológica. “Buscamos generar un lugar donde se proyecte la sustentabilidad y donde el cuidado del ambiente sea uno de los principales puntos a tener en cuenta. Desde que concebimos la idea de terraza verde, se intentó desarrollar el pastizal pampeano, es decir, lo que se había perdido cuando se construyó el edificio. Destinamos un lugar de la terraza para dejarlo crecer, mostrando así la vegetación natural típica de nuestra región. Este no necesita de nuestro cuidado, sobrevive sólo y genera su propio microambiente”, argumentó la docente.
Un proyecto colectivo del que todos son parte
La terraza verde se ha convertido verdaderamente en proyecto colectivo en el que está implicada toda la comunidad del Poli. Sin embargo, por ahora es de acceso limitado ya que para que sea abierto se deben garantizar algunas medidas de seguridad como, por ejemplo, barandas que habiliten el uso de ese espacio especialmente para los estudiantes. “Por ahora es utilizado en momentos donde los alumnos están supervisados por docentes. La idea es que sea abierto y lo puedan utilizar cuando estén en la escuela. Vemos a los chicos muy comprometidos y con ganas de cuidar el espacio. Instalar las medidas de seguridad que se deben tener para este objetivo requiere un protocolo que implica una modificación del espacio y un presupuesto. Vamos en vía de eso”, definió Lugo.
Se han presentado proyectos para poder convertir este anhelo en realidad y la comunidad académica de la escuela está a la espera de que así suceda. “Implica un gasto y por eso tiene que ser aprobado por todos los mecanismo institucionales. Hay que hacerle algunos trabajos para que soporte un alto tránsito de personas, porque este anteriormente no era un lugar destinado a ese fin. Por ahora es utilizado con grupos pequeños y no tiene problemas, pero si lo vamos a habilitar al uso continuo es necesario tener esto en cuenta”, afirmó Skindzier.
El uso común de la terraza sustentable es una demanda de los chicos, y la mayoría de los grupos que se postulan para ganar el centro de estudiantes la tienen como un eje principal. “Entienden de que es una estructura totalmente diferente a lo que existe en el resto de la escuela. Cumple una doble función: es un espacio recreativo y de investigación. Por eso, buscan que se pueda encaminar el proyecto y que pueda ser utilizado de manera continua”, confesó Lugo.
Todo el recorrido fue recopilado en un libro de carácter teórico producido por las profesionales, en el que exploran la importancia de la educación ambiental, que significa el desarrollo sustentable y lo elemental que se vuelve trabajar la temática a partir de proyectos.”Contamos nuestra experiencia con el fin de que se pueda replicar en otros colegios, porque no está bueno encerrar el conocimiento entre cuatro paredes, sino que se torna elemental darlo a conocer ya que al ambiente lo hacemos todos. Es importante llevar la teoría a la práctica para poder realmente producir cambios. Hay que repensar las metodologías didácticas y poder poner al estudiante en directa relación con el proceso para que pueda así construir una perspectiva crítica”, concluyó Skindzier.
Fuente: UNR
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