Gonzalo Beitia y Daniela Peris están viviendo el sueño de todo investigador: se encuentran trabajando en el Medical Center Research, uno de los centros científicos más importantes del mundo con sede en Cambridge (Reino Unido).
Egresados de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), llegaron a este importante lugar a partir de una beca que recibe el nombre de César Milstein (1927-2002), en homenaje a uno de los científicos argentinos de mayor prestigio a nivel internacional, ganador del premio Nobel de Medicina en 1984, según publicó el sitio de esa Universidad.
El Instituto tiene cuatro divisiones: biología estructural, biología celular, neurobiología y química de proteínas de ácidos nucleicos. En esta última es en la que están los dos argentinos investigando, y es donde trabajó y fue director César Milstein, de allí el nombre de la beca. Hay unos cincuenta grupos desarrollando sus estudios por división. Se trabaja con la idea clara de construir grupos chicos con proyectos propios e interconectados.
«Los temas que tratamos con Daniela se relacionan, aunque pertenecemos a dos laboratorios que estudian cosas diferentes. En mi caso, estamos investigando una vía de señalización celular, que recibe el nombre de «wnt» y tiene relación con el cáncer», contó Gonzalo sobre un campo de investigación vinculado con la biología celular.
«En mi proyecto estamos buscando desarrollar y optimizar una técnica para producir anticuerpos. Involucra al cultivo de células de pollo in vitro, las cuales modificamos y usamos para generar un tipo de sistema inmune en el laboratorio, y con ese modelo podemos buscar aquellas células que producen anticuerpos, que nos pueden ser útiles para distintas aplicaciones», explicó Daniela.
La beca Milstein tiene una duración de cuatro años y es requisito fundamental poseer nacionalidad argentina (en algunos casos de excepción se admiten becarios de otros países latinoamericanos). «Llegué a la beca porque me contaron en la Facultad de su existencia; fue un compañero que también estaba buscando posibilidades de estudiar en el exterior y terminó siendo seleccionado para otra que se desarrolla en París. Creo que no hay mucha publicidad de esta beca, a pesar de que la Facultad te prepara de manera eficiente para poder hacerla», reflexionó Gonzalo Beitia, quién se encuentra en Cambridge desde hace dos meses.
«En mi caso me enteré porque a mi directora de tesina le llegó un correo que circulaba entre distintos investigadores, donde se informaba de la beca. Ella sabía que estaba buscando para investigar en el exterior, me pasó la data y por suerte pude aplicar. La verdad es una lástima que muchas personas no tengan acceso a esa información, porque es una beca increíble», opinó Daniela Peris, quien a diferencia de su compañero, comenzó a investigar en el Medical Center Research en enero de 2015.
Para la aplicación a la beca hay que seguir una serie de pasos: luego de la inscripción inicial, si el perfil del postulante coincide con los requisitos buscados, se realiza una entrevista por videollamada. Si se supera ese filtro, el siguiente momento es una entrevista personal. En ese caso, se le paga al investigador el viaje para que visite el Instituto, conozca a sus posibles directores y se vaya aclimatando al movimiento de la ciudad.
«Están interesados en que estudiantes argentinos accedan y es por eso que allanan el camino, buscan hacerlo más más fácil. Los dos estudiamos en la UNR la carrera de biotecnología, pero pueden aplicar a la beca cualquier otro estudio que esté relacionado, como bioquímica, medicina, farmacia, entre otras. En mi caso, cuando estaba terminando mi tesina de grado accedí a la beca», agregó la investigadora.
La experiencia de vivir en el exterior siempre trae aparejado un mundo de cambios. Los investigadores coinciden en que Cambridge es bastante chica comparada con Rosario y es muy fácil moverse, al punto que todo el mundo anda en bicicleta.
Pero no sólo cambia la vida cotidiana en la ciudad sino también el ritmo de trabajo al que Gonzalo y Daniela estaban acostumbrados en sus experiencias anteriores. «Lo que noto de diferente es que el instituto está abierto las 24 horas, todos los días del año. Entonces depende de tu director si cumplís determinado horario, pero en general se suele ser flexible y hay libertad. Eso hace más eficiente al trabajo porque no tenés que apurarte, por ejemplo, para terminar algo o estar pendiente de la hora porque cierra el lugar. Y eso es positivo porque trabajamos con cosas vivas y, por ejemplo, si no le venís a dar de comer a una célula, se te muere», destacó Gonzalo.
Los recorridos personales de los investigadores son diferentes: Daniela está en la etapa final de la beca y Gonzalo recién comienza. Sin embargo, al provenir de la misma Universidad, se contactaron enseguida, desde el mismo día que Gonzalo llegó a Cambridge, para ayudarse mutuamente.
«La idea que tengo para cuando termine es buscar alguna experiencia en un ámbito que no sea el del laboratorio, porque la beca me permitió ver de cerca cómo se hace ciencia y creo que me gustaría incursionar por otros rumbos como la comunicación o las políticas de la ciencia, que me interesan mucho. Entiendo que hay muchas posibilidades para seguir desarrollándome como profesional y quiero aprovecharlas», proyectó Daniela.
«En términos científicos estoy muy contento, porque el Instituto tiene una importante financiación y no hay casi limitaciones en cuanto a presupuesto, por tanto podemos experimentar libremente, sin trabas. Además tuve suerte con el equipo de investigación que me tocó porque, tanto mi jefe como mis compañeros resultaron ser muy buenos y me hacen sentir como en casa. La ciudad es chica pero muy activa ya que la mitad está en la Universidad. Existe un sistema de «college» y tenés que estar afiliado a uno de estos para pertenecer a la Universidad. Actualmente vivo dentro de uno de esos «college» y me encuentro con estudiantes de todo el mundo, lo que hace a la experiencia más enriquecedora», concluyó Gonzalo Beitia.
Imagen: profesionalesesquel.com.ar
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