Distinguir una escuela donde se aplica la pedagogía Montessori, de otras tradicionales, significa ingresar a un aula sin hileras, pizarrón, con chicos que entran y salen del aula, que se sirven el desayuno, que salen al patio a jugar cuando lo desean, que se sientan en el sillón a leer y que aprenden haciendo. Pero no hay que pensar en indisciplina, falta de orden o autoridad. Este tipo de filosofía educativa se caracteriza justamente por promover valores de orden, respeto, responsabilidad, autodisciplina, y libertad con límites. El objetivo es que el niño pueda desarrollarse plenamente siguiendo su propias leyes internas, respetando sus tiempos, sus decisiones sus gustos y sus dificultades.
El Colegio Montessori de Rosario se creó siguiendo los pasos de esta pedagogía centenaria que sigue vigente dado que sus principios están centrados en el reconocimiento de la primera infancia como etapa fundamental en el desarrollo de la persona, donde se le presentan al niño desafíos intelectuales, se inculca el desarrollo de la independencia, la concentración, la auto-disciplina y la posibilidad continua de toma de decisiones.
El colegio funciona en el barrio de Fisherton, en Allpa Mama, una casa cuya misión es colaborar en la recuperación de la armonía del ser humano con el medio ambiente, a través de la Educación Ambiental. El espacio cuenta con 2000 mt2 de parque, conscientemente diseñado para que los niños tengan la posibilidad de crecer en medio de la naturaleza vivenciando amor y respeto por los seres que habitan en ella.
Hasta este año, el colegio contaba únicamente con nivel inicial: la “Comunidad Infantil” (maternal), que recibe niños entre los 12 meses hasta los 3 años de edad y la “Casa de Niños”, destinado a niños de 3 a 6 años. A fines del año pasado obtuvieron la habilitación por parte del Ministerio de Educación de Santa Fe para crear el nivel primario y en febrero de 2016 dieron inicio al primer ciclo lectivo de primer grado, el Taller 1, dirigido a niños entre 6 y 9 años.
“La escuela primaria está funcionando. Nos habilitaron para el primer ciclo de primaria, el primer y segundo grado. Son los mismos niños que venían trabajando con nosotros en jardín, que ahora pasaron a primaria y también abrimos las puertas a cinco niños de afuera, que no eran parte de la institución. En total son 16”, comenta Florencia Rodríguez, socia fundadora de la institución y agrega: “Una de las características de las escuelas Montessori es que las aulas son integradas”.
El aula fue diseñada tomando en cuenta el desarrollo tanto físico como emocional de los niños. El trabajo es sostenido por una rutina diaria organizada alrededor del concepto montessoriano de Educación Cósmica: a través de la observación e investigación el niño logra encontrar y entender su lugar en el mundo. Este ambiente está enraizado en las actividades diarias del cuidado y respeto por el ambiente (naturaleza, salón de clases y comunidad) con el objetivo de fomentar una conciencia de responsabilidad y pertenencia.
Florencia relata que la característica principal de este tipo de pedagogía es la autogestión. “Todo lo que se hace dentro del ambiente es autogestionado por los niños. Las primeras semanas de clases era lograr la pertenencia del espacio. Los primero cuarenta minutos se destinan a la preparación del ambiente: hay que prender las luces, el ventilador, bajar las sillas, barrer el patio, cargar las jarras de agua, preparar las cosas para el desayuno, etc. Y después, de a poco, comienzan a gestionar su propia agenda y carpeta de trabajo. En una escuela tradicional se da un cuaderno y ahí el alumno empieza a trabajar y a copiar del pizarrón. Acá no. Los niños comienzan a gestionar su propia agenda personal y eso implica desde cortar las hojas, encuadernarlas, hacer la carátula, la tapa, ponerle los nombres según cada área de la currícula. Ellos son los partícipes de cada proceso. Por ejemplo, ahora están cociendo sus mochilas. Todo lo que está dentro de ese ambiente es generado por ellos”.
Con respecto a cómo es un día en esta escuela, Florencia cuenta: “Las jornadas duran 6 horas, de 8:20 a 14:20. Al principio los chicos participan de una ronda que se llama Entrevistas con el Docente´ en la cual dejan en claro las reglas del día, realizan actividades en inglés, – trabajan con dos maestras simultáneamente – , y la reunión termina con los niños diciendo con qué va a empezar a trabajar cada uno. Levantan la mano y van diciendo, por ejemplo, ´yo me voy a fotografiar los árboles´, ´yo me voy a preparar el desayuno´, ´yo me voy a pintar´, etc. El alumno, durante toda la mañana, tiene que pasar por las tres grandes áreas del currículum: lenguaje, matemática y educación cósmica; esta última sería todo lo que es geografía, biología, ciencias e historia. Durante la jornada de la mañana hay un compromiso del niño de pasar por todas las actividades de esas áreas. Las maestras acompañan a cada uno, a veces hace trabajos de a dos o de a tres”.
“Luego viene el almuerzo, que es una actividad que se realiza en conjunto. Todos los niños preparan la mesa, le ponen flores, y se sientan a comer. Después a la tarde tienen un horario de lectura que es un momento cuando los chicos bajan el nivel de intensidad de la actividad. A medida que aprenden a leer y escribir pueden leer ellos solos sin ayuda. Y más tarde tienen las materias especiales hasta que se retiran de la jornada”, finaliza Florencia.
Una de las diferencias fundamentales con otro tipo de enseñanza, es que en la escuela los chicos no tienen recreo. Y esto no significa no tener descanso, sino que, justamente, los descansos son regulados por los propios niños, en los momentos que lo necesitan: “Los chicos no tienen recreo, trabajamos con las puertas abiertas al patio y ellos pueden entrar y salir libremente. Esa libertad y el manejo del espacio exterior, es un desafío de esta metodología que proponemos: salir afuera a contemplar, a leer, a buscar, a descansar la mente. En la filosofía Montessori, el ambiente interior y el exterior trabajan juntos”.
La interconectividad de materias es otra de los aspectos que los distinguen. “Las materias están todas unidas. Montessori trabaja con grandes ´lecciones´ que son disparadores que luego se trabaja en todas las áreas, por ejemplo, en Educación Cósmica, a partir de una lección que da la maestra se desprende la matemática, la geografía, la biología, todas están relacionadas y conectadas entre sí. Las materias especiales como tecnología, yoga, también se incluyen dentro del ciclo de trabajo, no se dictan aparte”, cuenta Florencia y agrega: “ No trabajamos con los bancos en fila. Hay mesas de trabajo individuales y grupales, hay sillones. Se trabaja en el piso, afuera en el patio, siempre en movimiento”.
Actualmente son 18 los que conforman el equipo de docentes, algunos trabajan como voluntarios del proyecto. Todos ellos tuvieron que pasar por una capacitación específica de este método de enseñanza: “En todos los niveles entrenamos a las docentes. Para maternal trajimos a una entrenadora de Puerto Rico, para lo que es Casa de Niños, de 3 a 6, las maestras fueron a capacitarse a un centro de entrenamiento en el Campus Austral de Pilar, Buenos Aires, y para primaria trajimos una coach de Brasil”, explica Florencia.
La Fundación Argentina María Montessori viene trabajando hace 8 años y tienen alrededor de 27 proyectos, tanto en lo que es público como privado. Esta pedagogía está creciendo en todo el país y cada vez son más los interesados en conocer y replicar esta práctica en las instituciones: “Muchas personas vienen a la escuela a observar cómo trabajamos para abrir espacios similares. Por ejemplo, el año que viene se va a abrir una institución Montessori en Venado Tuerto y otra en Santa Fe. Hay muchas iniciativas autogestionándose y eso nos pone muy contentos”.
Más información: www.montessorirosario.com.ar
Imagen: www.facebook.com/MontessoriRosario
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