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20 de marzo: Día de la Felicidad en circunstancias excepcionales

En estos momentos, hay millones de personas confinadas por todo el mundo en lo que se considera una pandemia universal. Para muchas personas, el hecho de permanecer en casa es motivo de ansiedad, depresión y diferentes alteraciones del estado de ánimo. Otros, sin embargo, se ven obligados a salir debido a que sus profesiones son consideradas ahora de primera necesidad (repartidores, limpiadores, empleados de supermercados, personal sanitario, servicio técnico, etcétera). Tanto salir de casa exponiéndose a sí mismo y a la familia al contagio como no salir más que lo imprescindible es una circunstancia difícil de encajar con buen humor. Ante esta perspectiva, el día 20 de marzo es una fecha marcada en el calendario como el Día Mundial de la Felicidad. Para algunos, no tendrá la menor importancia, pero tal vez en el caso concreto en que nos encontramos sumidos, sea una excelente excusa para replantearnos las cosas. 

Por ejemplo, podemos pensar que muchas familias están disfrutando el momento porque normalmente no consiguen una conciliación familiar que les permita pasar tiempo juntos. Uno de los progenitores tal vez trabaje fuera de la ciudad o incluso fuera del país en condiciones normales, pero con la excepción sanitaria, se haya visto obligado a regresar temporalmente al hogar, sea para teletrabajar, sea con un cese temporal. En ese caso, la familia va a estar todo lo unida que necesita estar, y para los niños del hogar puede ser considerado incluso una bendición. Por otra parte, de una u otra manera obliga a bajar un poco el ritmo e invita al descanso (dormir mejor, tomarse algo de tiempo para sí mismo, etcétera). Tanto si trabajamos desde casa como si no podemos hacerlo, tendremos más tiempo libre porque nos ahorramos los desplazamientos al trabajo o al supermercado, ya que se invita a reducir las salidas a hacer la compra a sólo una a la semana a ser posible. 

Otra de las cosas que se pueden hacer es balance de la situación global de nuestra vida: qué podemos cambiar, cómo. Llevar a ejecución propósitos concretos que tenemos desde hace tiempo y no solemos encontrar el momento para poner en práctica (completar una formación académica, aprender a tocar un instrumento, dejar de fumar, hacer más deporte, redecorar una habitación, escribir una novela corta). Lo bueno de plantearse un propósito de este tipo es que los progresos que vayamos viendo día tras día nos reconfortarán y nos harán sentir más satisfechos y felices con nosotros mismos. El hecho de estar confinados no tiene por qué ser motivo de tristeza, sino de descubrir qué es lo que más nos importa, y quiénes son indispensables en nuestra vida. Aquellos que están lejos y a los que nunca llamamos, con los que no hacemos videoconferencia por falta de tiempo, posiblemente este sea el momento de comunicarnos con ellos, de profundizar en nuestras relaciones tanto con ellos como con los que están sentados a nuestro lado en casa durante todos estos días. 

A nivel individual, podemos tratar de ampararnos en el mindfulness, o estado de atención plena, cuyas técnicas se encuentran a disposición de cualquiera en internet y que son métodos contrastados por la psicología actual y que llevan en diferentes culturas desde hace siglos. Crear nuestras propias rutinas nos ayudará a tener la sensación de control sobre la situación y nos ayudará a relajarnos y encontrar la manera de disfrutar. Aquellos que siempre querían poder pasar más tiempo en casa tienen la oportunidad de hacerlo. El tiempo libre con nuestros seres queridos es uno de los bienes más escasos debido al frenético ritmo de vida actual, y tal vez este Día Internacional de la Felicidad esté aquí para recordarnos cómo hacernos felices los unos a los otros, independientemente de los recursos que nos brinde nuestro entorno: sencillamente personas disfrutando las unas con las otras, con cualquier excusa, y con la ventaja de estar unidas por un objetivo común: vencer al bicho cuanto antes y de manera definitiva.