Vaya a saber uno porqué los árboles brotan desde la tierra, pero hubo un día que en medio de la pampa germinó el ombú. Descanso del caminante, árbol gaucho, su nombre es una voz guaraní que significa sombra. Adulto es ancho y sus enrramados amplios y frondosos. El ombú es el árbol que adoptó la pampa. Irrumpe en el letargo manso de la llanura y se lo considera autóctono. “El ombú es la pampa” dice Nicolás Manzi cuando explica el nombre del proyecto editorial que integra: El Ombú Bonsai. Un espacio para reconocer los frutos de estas tierras.
El Ombú Bonsai es una editorial independiente que funciona en la ciudad de Rosario desde el año 2009. Edita libros artesanales -hechos a mano: cosidos y encuadernados- y de autores de la ciudad. Nicolás Manzi, Rodrigo Castillo y Rafael Carlucci son quienes llevan adelante el proyecto. Nacidos en Venado Tuerto, Sunchales y Villada respectivamente, los tres eligieron Rosario como punto neurálgico de acción. “Estamos parados en la pampa”, dice Manzi. Los tres trabajan la tierra donde nace el ombú.
“Bonsai tiene que ver con lo mínimo”, explica el editor. Las tiradas son acotadas -no más de 30 ejemplares-, el trabajo artesanal situl y minusioso. Habla de “lo micro para pensar lo macro”. Una estrategia de resistencia que se basa en confiar que la medida del mundo no viene dada de ante mano, es propia. “Tenemos que empezar por lo chico, por lo más simple: hacer las cosas con las manos”, plantea Manzi. Las hojas son cosidas a mano, el encuadernado es artesanal, así como el diseño de tapa, hecho con la técnica de papel marmolado. Se corta, se mide, se cose, se pega, se prensa, todo tracción a sangre.
Algunos consagrados, otros emergentes, la porpuesta es abrir posibilidades de publicación para los autores de la ciudad. Se trata pues de un proyecto autogestivo: no hay inversión previa por parte del autor. “En las editoriales grandes para sacar un libro tenes que tener 5 mil pesos en el bolsillo. Sino, es imposible. Nosotros problematizamos eso”, explica Manzi. Una vez capitalizado el trabajo editorial con la venta de la primer tirada de libros, se hace una segunda –una tercera, una cuarta- y a partir de allí el autor comienza a participar de la repartija. Se autofinancia con su propio capital simbólico puesto en circulación. La apuesta además va a contrapelo de la producción industrializada, retoma el oficio del encuadernador, y no apela a la lógica del mercado para la distribución de contenidos. Los autores salen a vender sus libros, se usan las redes sociales como soportes de circulación, el reparto en bicicleta, las ferias independientes y el boca a boca. “Al libro hay que militarlo”, concluye el editor.
“Trabajamos con escritores de la ciudad que consideramos que son excelentes escritores, con mucha proyección. Gente joven que va a escribir por lo menos 40 años más, que está escribiendo cosas importantes ahora y que si no los publica nadie, no pueden proyectar su carrera”, explica. Entre los autores que forman parte del catálogo se encuetran Beatriz Vignoli, Federico Ferroggiaro, Marcelo Britos, Javier Núñez, Roberto Retamoso, Fabricio Simeoni, Andrea Ocampo y muchos más. Todos residen en Rosario y proyectan su labor desde acá.
La técnica del papel marmolado en el diseño de tapa es una marca distintiva del proyecto. Antigua y poco difundida, se trata de una técnica de origen italiano que dibuja formas aleatorias y de diversos colores; para lograrla se prepara una bacha con agua y óleos, las figuras que moldean los óleos en el agua son las que se impregnan luego sobre el papel. Cada pieza es única, cada diseño irrepetible. “Hay una apuesta estética en esto. Se trata del libro como objeto fetiche, de la relación con el libro no sólo desde la lectura, también a través del tacto, del olfato. Hay una concepción artística de lo bello ahí. Cada libro es un libro único”, postula Manzi.
Actualmente la editora está en plena actividad. Acaban de lanzar su último libro, Atardecer del día sexto de Eduardo D’Anna y recientemente publicaron una saga de separatas sobre historia rosarina en coedición con el CONICET: Gritos y susurros. Separatas de historia sociocultural rosarina, aunque, cabe aclarar, no con la técnica artesanal sino la de impresión tradicional. Las mismas reúnen seis fascículos sobre diversos temas -cocina, fútbol, arquitectura, cultura, etc.- y fueron realizadas bajo la dirección de la cientista social Sandra Fernández. Otra arista del proyecto que suma a la cultura local.
Lee este artículo en la edición N°16 de Aptus Propuestas Educativas.
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