Sebastián Armenault es un ultra maratonista solidario, quien corrió las más difíciles maratones abanderado con la albiceleste, como en el Cruce de los Andes (América de Sur), Sahara – Túnez (África), Desierto de Emiratos de Omán (Asia), Himalaya – India y Nepal (Asia), Nueva Zelanda (Oceanía) y el Polo Sur (Antártida), entre otras tantas.
Corrió los 170 k del desierto de Emiratos de Omán, los 190 k del Himalaya-India y Nepal, los 200 k de Nueva Zelanda, los 250 k del Sahara (Maratón de Sables), los 330 k de Transalpina 4 países y los 250 k del desierto de Gobi, en China. Fue el primer argentino en correr los 50 k del Polo Sur y el primer sudamericano en hacer por lo menos, una maratón en los siete continentes. Eso lo convirtió en uno de los 60 integrantes en el mundo del selecto Club 7 Continentes.
A toda esta vocación deportiva, Armenault la sostiene con un espíritu solidario y emprendedor. Por cada kilómetro que corre, varias empresas ofrecen donaciones para lugares carenciados. Sebastián contó a Aptus en el Foro de Orientación Vocacional cómo se vive esta pasión por superarse a sí mismo y ayudar a los demás.
¿Cuál fue tu última carrera?
Mi último viaje fue hace más o menos dos meses, donde corrí los 190 k del desierto de Uyuni, que es el salar más grande del mundo, ubicado en Bolivia, a más de 4000 m de altura. Pasé mucho frío. Se registraron -22º así que fue una aventura más, en la que pudimos recaudar más donaciones.
No contás con un equipo de alta tecnología para correr, ¿verdad?
Ese es justamente el mensaje que quiero llevar: superarse y ganar, que es el lema de mi proyecto.
Quiero llevar este mensaje para que la gente primero se descubra y descubra cuál es su pasión. Una vez que descubra cuál es su pasión, que lo intente dentro de sus posibilidades y con lo que tiene. Eso mismo hago en estas carreras: voy a correr maratones extremas porque lo son en sí, como el Sahara, el Himalaya, la Antártida, el Amazonas. Voy con el equipo que tengo y no voy con la última generación, la última tecnología.
Yo voy a las carreras y salgo siempre entre los últimos. ¿Por qué? Porque justamente no dispongo ni del tiempo, ni del apoyo económico, ni de la dedicación como un profesional. Lo hago a mi manera y me siento como el campeón del mundo haciéndolo como a mí me llena el alma. El mensaje nace ahí: vivimos en una sociedad que es tan exitista que si no sos el campeón del mundo o no batís un récord, parece que sos de segunda categoría. Yo quiero mostrar que saliendo anteúltimo, te podés sentir el campeón del mundo de tu proyecto, no del de los demás.
¿Se puede decir que anteriormente no habías encontrado tu vocación?
Antes yo tenía la vida al revés. Iba detrás de lo que se debe hacer y no de lo que quería hacer o lo que sentía. Así es fue como formé una familia, trabajé, empecé como cadete, me retiré como Director Comercial. Para los demás todo bárbaro, pero a mí no me llenaba.
Hace tres años di vuelta esta fórmula y en vez de ir por lo que se debe hacer, fui por lo que yo sientí ser.
Detrás de eso vienen las gratificaciones como poder vivir sin que me sobre nada, pero feliz. Ni si quiera tengo casa propia, sino que alquilo un departamentito en el que vivo con mis hijas. Estoy separado hace mucho tiempo, antes del mundo del running. Ellas eligieron vivir conmigo y por lo tanto, hay que estar muy presente con dos hijas adolescentes. ¡Pero no es que me retiré como Director Comercial porque tengo millones de dólares guardados en el banco! Mi papá era empleado y mi mamá maestra, con lo cual no tengo con una espalda económica y eso es parte de lo que quiero mostrar, superarse y ganar.
Me siento abanderado de mi mensaje. Lo que quiero mostrar es el mensaje. El running es parte de esto. Hacer lo que a mí me encanta que es superarme a mí mismo, llevar un mensaje a partir de un pilar solidario. Estos son los tres pilares de mi proyecto.
¿Te empezaste a sentir diferente a la hora de cambiar de vida? ¿Cómo fue ese momento?
Jugué al rugby durante 25 años, pero ni siquiera jugué en la intermedia, ¡era un “pata-dura” importante! A pesar de eso, a los 40 años un amigo me invita a correr… yo odiaba correr. Con una pelota me divertía y se me pasaban las horas, pero correr por correr no me gustaba y no lo entendía. Los dos primeros kilómetros que corrí, terminé dolorido, todo torcido… casi me muero, pero ¿la sensación cuál fue? Superé mi propia limitación. Yo gané en mi limitación. No importa el tiempo que hice o si le gané a alguien. Yo me había ganado a mí mismo.
Allí empezó esta la locura y si hice 2 k, ¿por qué no 3, 4…? Así fui corriendo. En ese momento era empleado y le dedicaba el tiempo que yo podía hasta que un día fui a correr los 170 k del desierto del Emiratos de Omán y a partir de esa carrera, volví, me senté con el presidente de la empresa y renuncié. Empecé a armar este proyecto con 43 años, dos hijas a cargos, sin espalda económica, a partir del cual yo quiero mostrar que se puede.
Empecé a golpear puertas a empresas en busca de apoyo. En Argentina es muy difícil, ya que pasa que un atleta olímpico, el mejor del país o a veces el de Sudamérica no tiene un pasaje para ir a los juegos olímpicos, imaginate el anteúltimo. Pero es parte de demostrar que también se puede. Superarse desde ahí.
Al día de hoy cuento con seis sponsors de primera línea que entendieron el mensaje, me apoyan, no me sobra nada pero vivo como a mí me gusta. Y a eso le agregué la pata solidaria, entonces cuando presento el proyecto en cada empresa, lo que les propongo es que por cada kilómetro que yo corra, juntos donamos a entidades carenciadas. ¿Qué genera esto? Un desafío para mí primero, porque busco superarme buscando las carreras más largas del mundo, y para las empresas, que si completo la carrera, tienen que donar más de lo que ellos pensaban donar. Así surgió esta hermosa locura que es “Superarse y Ganar”.
¿Vos gerencias este modelo solidario que armaste?
Yo hago todo. De hecho me acaba de salir el trámite de la personería jurídica de ONG que se llama “Un kilómetro, una sonrisa” y a partir de ahí seguramente empiecen a sumarse más colaboradores. A mí no me alcanza el tiempo, pero hasta el día de hoy, dirijo la entidad. Entrego directamente lo que conseguí. Las empresas y la gente que se va sumando a la entidad. No hay ningún intermediario. Esa es la única manera de transparentar todo. Es importante que la gente vaya entendiendo que esto funciona y que lo que se dice, se hace, se cumple. Hay que generar confianza en la gente.
En este Foro de Orientación Vocacional hubo más de 400 chicos. ¿Qué les aconsejarías a quienes, como ellos, están tratando de encontrar su lugar en el mundo?
Mi mensaje es que empiecen a trabajar en ellos mismos, que empiecen a conocerse. Están en una edad en donde hay que probar y es el momento de equivocarse. No tengan miedo de equivocarse en esta sociedad tan exitista, donde confundimos el superarnos con el superar a otro. Sentimos que cuando superamos a otro, nos estamos superando a nosotros mismos y eso no es real. Cuando uno se supera a sí mismo, es cada día un poco mejor y se va acercando cada vez más a la mejor versión de uno mismo.
A vos te pasó esto de cambiar de rumbo…
Mi historia tiene que ver con esto: empecé a los 43 años y mis años anteriores, me prepararon para poder ser lo que soy. No es que me equivoqué durante todo ese tiempo. Ese es el mensaje para los chicos.
En la charla, cuento lo que llamo el “kilómetro a kilómetro” en las carreras. Nadie empieza de un día para otro corriendo 200 k, nadie empieza esta vida siendo gerente, excepto que seas el hijo del dueño, pero si te toca estar en ese lugar, también tendrás que cumplir todos los pasos necesarios para llegar: jardín de infantes, primaria, secundaria, universidad… Y eso aplica en todos los rasgos de la vida.
Yo muestro este proceso en base al deporte pero esto aplica en todo. El mensaje en definitiva es “si te gusta tocar la guitarra, tocá la guitarra”, “si te gusta cantar, cantá”, “si te gusta andar en rollers, andá en rollers”. El mensaje no es para que uno salga a correr. Yo lo muestro desde ahí porque fue mi propio desafío. Yo lo encontré ahí.
En este camino que los chicos van que elegir, ¿considerás importante que exista el pilar solidario, como lo está en tu vocación?
Yo creo que lo solidario va más allá de poder entregar una caja de fideos o una leche en polvo. Lo solidario aplica a la vida todos los días. Tiene que ver con la educación, con ceder el asiento a una persona mayor, dar el paso cuando manejamos. La solidaridad no solo ayuda al otro, sino que hace mejor persona a uno mismo. Si poco a poco podemos ir mostrando que cada uno lo puede hacer a su medida, es ahí donde se genera la gran diferencia.
Imagen: Aguiar Producciones