Entrevistados por Télam, los docentes y especialistas en tecnologías de la educación Yuri Caminos, Julio Alonso y Diego Levis reflexionaron acerca de cómo se puede incorporar la batería de «pedagogías pandémicas» desplegada en la virtualidad para enriquecer al sistema educativo postpandémico.
«Me parece que es el momento de reflexionar de qué manera la incorporación plena de las tecnologías digitales en los procesos educativos puede servir para mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje», expresó Levis, docente de la materia Tecnologías Educativas en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Y resaltó que el desafío es lograr dilucidar cuál es el lugar de las tecnologías en las aulas, de modo tal que «se pueda hablar de una apropiación socioeducativa de las tecnologías y medios digitales».
«Las posturas frente a las tecnologías educativas oscilan siempre entre la maravilla y la distopía, pero creo que la pandemia acercó mucho este tipo de herramientas y demostró su potencial», aseguró por su parte Caminos, docente de nivel primario y secundario y desarrollador de aulas virtuales.
En busca de «disipar el humo que rodea a las tecnologías educativas», Caminos destacó que lo importante es que «siempre haya una propuesta de enseñanza detrás de cualquier tecnología que, por sí misma no nos va a resolver nada, ya que la fortaleza está dentro de la propuesta del docente».
Especializado en entornos virtuales de enseñanza, consideró que es «vital» poder trabajar en construir «la misma institucionalidad y fortaleza que tienen los edificios físicos pero en las aulas y herramientas virtuales. Ese es el salto que debemos dar», afirmó.
Aunque reside en la localidad bonaerense Mar de Cobo, Caminos se desempeña como «profesor remoto» en escuelas primarias públicas de Uruguay donde, acompañado por un docente que se encuentra en el aula junto a los estudiantes, dicta clases de Pensamiento Computacional.
La experiencia forma parte del Plan Ceibal, un programa del Estado uruguayo que desde 2007 promueve la integración de la tecnología a la educación con el fin de mejorar los aprendizajes.
«De esta manera, se puede cubrir la falta de docentes y llegar con determinadas temáticas a zonas más alejadas de los centros urbanos donde siempre es más complejo conseguirlos», indicó el especialista, para quien proyectos similares adecuados a las necesidades del país serían «totalmente posibles en Argentina» pese a las complejidades por su dimensión territorial.
Al respecto, el docente de la UBA y consultor sobre tecnología educativa Julio Alonso destacó el «rol fundamental» que tiene el Estado a la hora de acompañar estos «grandes desarrollos» y poder gestionar las políticas de tecnologías educativas, como así también la capacitación necesaria a docentes y estudiantes para potenciar los usos educacionales.
«Durante la pandemia los grandes ganadores fueron las grandes empresas tecnológicas: Google, Apple, Amazon, Facebook, que ya tenían plataformas educativas, no las mejores pero tenían lo mínimo al menos. Fue una forma fácil de salir del paso», señaló Alonso.
Sin embargo, advirtió que «no dimensionamos toda la información que entregamos durante la virtualización forzada con la grabación de clases, subida de materiales, calificaciones e intercambios».
«La pregunta que debemos hacernos es qué se puede gestionar desde el Estado para promover un desarrollo más soberano y alternativas para todas las personas, porque las hay», dijo al respecto.
Los especialistas coincidieron en destacar la reactivación del programa Conectar Igualdad, Juana Manso y la plataforma Educ.Ar, entre otras políticas que son «una apuesta por la soberanía digital» y que «hay que seguir promoviendo tanto para los docentes como para los estudiantes y las familias».
«Creo que es posible romper con las cadenas de todo el multimedia del comercio más extremo y construir colectivamente una salida que rompa con todas esas tendencias que encorsetan y se venden como exitosas», reflexionó Caminos.
Y, en esa línea, Levis añadió que si bien resulta evidente la necesidad de incluir tecnología en la educación, se debe conocer para qué fines se la está incorporando, ya que «las presiones por incluir la tecnología no siempre son inocentes y en muchos casos intervienen empresas interesadas en abrir nuevos mercados».
Con grandes desafíos educativos por delante, los especialistas concluyeron que es necesario «pensar iniciativas que estén situadas, que sean específicas de los proyectos pedagógicos de cada institución en la que trabajamos y la comunidad a la que estamos destinados».
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