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Solo quería hacer un poco de gimnasia…

Fortalecer el cuerpo, la raza, la nación, el espíritu y el carácter ciudadano son algunos de los motivos e intereses que motivaron la implementación de la gimnasia en las escuelas como en los clubes sociales a comienzos del siglo XX

Por Javier Chapo. Profesor de Historia

 

El Parque Urquiza, la costanera o los distintos espacios verdes de la ciudad de Rosario se han convertido en los últimos años en lugares ideales para caminantes, corredores o cualquiera que quiera realizar un poco de gimnasia. Aquellos que necesitan un empujón de voluntad tienen la posibilidad de recibirlo gracias a los distintos grupos de entrenamiento o running. De lunes a domingos, a primera hora, al medio día o la tardecita se puede observar a mujeres y hombres de distintas edades dispuestos a poner en movimiento su cuerpo. La intendencia local creó calles recreativas donde el tránsito vehicular se detiene para dar paso a los mens sana. El frío de julio y agosto no parece atentar con el entusiasmo que despiertan las actividades al aire libre. A partir de septiembre, cuando la primavera da lugar a un clima más benévolo, aumenta notablemente el número de voluntariosos a ponerse ropa deportiva (a veces de dudoso gusto pero siempre a la moda).

Los intereses para comenzar a ejercitarse son disímiles. Algunos comienzan por un consejo médico para revertir algún síntoma no deseado, otros para prevenir enfermedades, muchos para sociabilizar y muchos otros por una cuestión estética. No estamos aquí para analizar estos motivos pero sí para intentar reflexionar y plantear algunos interrogantes sobre aquellas razones que empujaban a los rosarinos de principios del siglo XX a ejercitar el cuerpo.

¿Por qué hacer gimnasia? ¿Por qué preocuparse por el físico? ¿Por qué reparar en la figura del cuerpo? En los inicios del siglo XX no había certezas del origen y de los frutos que podrían dar (desde una lógica económico, social y cultural) los cuerpos que habitaban y transitaban el naciente Estado argentino. La preocupación por el robustecimiento de la raza, el cuerpo y el espíritu desvelaba a la elite política y social nacional. Al respecto Diego Roldán esgrime: “La ‘raza argentina’ resumía componentes diversos, era el resultado esperable de la inmigración masiva, esa mezcla polimorfa podía modelar una estirpe fuerte o desencadenar su decadencia […]. La Argentina había producido exitosas mezclas en planteles bovinos, un circuito de estancias criadores, cuidadores e hipódromos mejoró las razas caballares. Si la matriz de las ciencias naturales dominaba a las sociales, por qué no someter a la especie humana procedimientos análogos”.[1] En este sentido, los cuerpos fueron sometidos a prácticas como la gimnasia para tornar a esta nación débil en una vigorosa y capaz de sobrevivir en la lucha por la supervivencia. Discursos de corte médico, fisiológico e higienista veían en este tipo de práctica las posibilidades de redimir aquello que la naturaleza parecía no proveer. Estas ideas sobre el cuerpo, la salud y la gimnasia que circulaban por Europa llegaron a nuestras costas fundamentalmente de la mano del Dr. Enrique Romero Brest y fue en él, justamente, en quien recayó la responsabilidad de crear el sistema argentino de educación física. El carácter científico de estos discursos era precisamente la llave para su implementación.[2]

El Estado, a través de la escuela y las asociaciones civiles, como clubes sociales, fueron algunos de los medios fundamentales por donde se intentó implantar la gimnasia como una propuesta pedagógica sobre los cuerpos. Corregir una mala postura corporal, fortalecer los brazos de los potenciales trabajadores fabriles y agrícolas, revertir las posibles secuelas de los ociosos cuerpos de la elite, cuya falta de movimiento podía traer su putrefacción, redirigir las energías hacia actividades racionales y evitar que sean evacuadas vía actividades non sanctas como la masturbación fueron algunos de los objetivos principales que se intentaría cumplir mediante el empleo de la gimnasia.[3]

A través de la gimnasia no solo se fortalecían los cuerpos, sino también el espíritu republicano de los nóveles ciudadanos del naciente Estado nación: “(…) la disciplina debía ser razonada y en función de principios científicos, alentando un tipo de ciudadanía republicana basada en el respeto por las leyes y derechos individuales”.[4] Es decir, la naturaleza racional y científica del método gimnástico coadyuvaba al engendramiento de un ciudadano obediente y republicano.

Fortalecer el cuerpo, la raza, la nación, el espíritu y el carácter ciudadano son algunos de los motivos e intereses que motivaron la implementación de la gimnasia en las escuelas como en los clubes sociales a comienzos del siglo XX. La medicina y la fisiología asistieron a los propulsores de la gimnasia para legitimar su propuesta. Lo que intentamos presentar aquí (de un modo somero e inacabado) fueron algunos de los aportes que historiadores han construido sobre qué intereses atravesaban las propuestas pedagógicas que intentaban disciplinar los cuerpos.

Quizá sería interesante pensar en torno a las propuestas gimnásticas y deportivas de la actualidad. ¿Buscan fortalecer la raza? ¿La nación? ¿Crear obreros fornidos para las fábricas? … ¿o responden a las leyes del capital y del marketing? La búsqueda afanosa por una figura ideal ¿a qué responde? ¿Qué busca un joven al poner el cuerpo en movimiento (a veces hasta la propia muerte)?

Cuidado. Bajo ningún concepto buscamos realzar los intereses político ideológicos de principios del siglo XX, sino, simplemente, dejar traslucir que como existían en aquella época, también existen ahora. Sin embargo, tender puentes con el presente es una tarea que no voy cargar sobre mi débil y poca trabajada espalda. Quizá eso les toque a uds.

 

 

Lee este artículo en la edición N°21 de Aptus Propuestas Educativas: www.aptus.com.ar/revista/



Referencias:
[1] ROLDÁN, Diego. P., La invención de las masas. Ciudad(es), cuerpo(s) y cultura(s). Rosario, 1910-1945, Editorial de la UNLP, Buenos Aires, 2012, p. 52.
[2] Ibídem pp. 51, 52.
[3] AISENSTEIN, Ángela, Cuerpo, escuela y pedagogía. Argentina, siglos XIX y XX en AISENSTEIN, Ángela, SCHARAGRODSKY, Pablo, Tras las huellas de la Educación Física Argentina. Cuerpo, Género y Pedagogía 1880-1950, Prometeo, Buenos Aires, 2006 p. 21 y ROLDÁN, Diego. P., Op. Cit, pp. 48,54,57.
[4] SCHARAGRODSKY, P. Ariel. La constitución de la educación física escolar en la Argentina. Tensiones, conflictos y disputas con la matriz militar en las primeras décadas del siglo XX en SCHARAGRODSKY, P. Ariel. (Comp.), La invención del “Homo gymnasticus”. Fragmentos históricos sobre la educación de los cuerpos en movimiento en Occidente, Prometeo, Buenos Aires, 2011, p. 455.

 

Imagen: sxc.hu

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