Con exhibiciones en numerosos pueblos del interior, el museo itinerante Paleorama, liderado por el reconocido paleoartista argentino José Luis Gómez, recorre el país con el objetivo de promover y garantizar el acceso a la divulgación de la ciencia para un público muchas veces alejado de los grandes museos.
Paleorama es un museo itinerante que viaja por todo el país con numerosas esculturas en tamaño real de distintos animales prehistóricos realizadas a mano por los paleoartistas que integran el proyecto.
Luego de la crisis en la década de los ’90 y a su regreso de una migración temporaria en Suiza, el paleoartista José Luis Gómez puso en marcha esta iniciativa que actualmente continúa junto a su pareja, Alejandra Monteverde; su hija, Virginia Gómez; Javier Sesarini y Luciano Iribarren.
En un taller de la localidad bonaerense de Don Torcuato, de dónde José Luis es oriundo, este grupo de artistas se dedica a construir las réplicas de los esqueletos y las reconstrucciones de animales y paisajes de un mundo del que hoy no quedan más que rastros.
Dependiendo a qué público se dirija, el museo ofrece muestras, conferencias y talleres que incluyen también contenido teatral y distintas actividades didácticas adaptadas a los diferentes niveles educativos y a las necesidades específicas de cada centro educativo, como por ejemplo las escuelas para personas ciegas.
Las tres exposiciones de las que disponen son Dinosaurios Argentinos, Pampa Fósil y Evolución Humana, que generalmente son exhibidas de manera gratuita a partir de convocatorias de los distintos niveles estatales.
La primera de ellas se puede visitar actualmente y de manera gratuita en Tecnópolis, y conocer así increíbles animales que vivieron entre fines del periodo Pérmico y fines del Cretácico, como Amargasaurus, Carnotaurus, Caypullisaurus y las espectaculares reconstrucciones en tamaño real de Kritosaurus, Herrerasaurus, Eoraptor, entre otros.
Paleorama surgió como una forma de vivir de la paleoreconstrucción, aseguró José Luis, y desde su origen tuvo el objetivo de que todas las personas -niños y adultos- de los lugares más remotos de Argentina puedan tener la posibilidad de ver las exposiciones de las grandes urbes.
«Es muy importante la función social que cumple el museo al promover el derecho de todos los chicos de cada pueblo del país a tener acceso a todos estos conocimientos, a esta curiosidad por la naturaleza y saber que hay realidades que van más allá de la lucha cotidiana», manifestó el paleoartista.
Acercarse a estas muestras es una oportunidad concreta de «despertar vocaciones que no son solamente abogados, médicos o farmacéuticos y que pueden estar ligadas tanto al arte como a la ciencia».
Asimismo, sostuvo que es «fantástico» que los jóvenes puedan descubrir que la naturaleza «es mucho más que el fondo para una foto: la Madre Tierra es misterio, es comida, es belleza, es alegría e incluso es el abrigo cuando nos vamos de esta Tierra».
La paleontología es «una excusa para dar reflexiones más actuales como la pérdida de biodiversidad y el deterioro de los ecosistemas», añadió por su parte Virginia.
«Nuestro espíritu -manifestó- es movilizar con el pasado y lo que ya se extinguió para problematizar todo lo que hoy nos rodea y está en sumo peligro».
«La idea es, a través de las realizaciones artísticas, mostrar que vivimos en un planeta vivo, cambiante, que los seres vivientes han sido modificados por la naturaleza, por la evolución», aseguró Alejandra Monteverde, quien contó que «no es casualidad» su amor por esta disciplina, ya que es hija de una artista y de un científico.
La paleoartista y bióloga expresó que puede resultar muy «inspirador» para el público poder ver estas obras y conocer el «trabajo motivador que implica la reconstrucción de cada animal ancestral», una especie de rompecabezas sumamente intrigante.
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