Los pingüinos más altos de la actualidad pueden alcanzar los 1,20 metros de altura, muy lejos de lo que medían sus ancestros. La doctora Acosta Hospitaleche fue la encargada de estudiar el ejemplar más grande que se haya descubierto hasta hoy, el cual superaba cómodamente los 2 metros de altura.
Cuesta pensar que existieran pingüinos de tal estatura. Lo cierto es que la similitud en el tamaño de los distintos ejemplares hallados puede dar a los científicos cierta idea sobre si pertenecen a la misma especie, si bien no es un factor muy preciso ni definitivo.
Por ello, que en este caso se hayan encontrado partes del ala, como así también fragmentos de sus patas y no sólo de la caja torácica, permite echar luz sobre la clasificación de los pingüinos gigantes.
Previo a este descubrimiento, la clasificación de pingüinos, incluyendo los del género Palaeeudyptes, estaba basada en los caracteres presentes en un elemento de la pata (el tarsometatarso). Por este motivo, los paleontólogos debían encontrar un ejemplar con ese mismo elemento del esqueleto para saber si pertenecía a la misma especie, como así también para poder compararlos y notar las similitudes y diferencias en sus morfologías.
Los restos fósiles fueron encontrados durante la campaña de verano 2011-2012 y, a partir de allí, comenzó un estudio cuyos resultados preliminares fueron presentados en las Jornadas Argentinas de Paleontología de Vertebrados celebrado en La Rioja en el mes de mayo. Asimismo, prontamente, se publicará el paper en una revista científica especializada en paleontología.
Acosta Hospitaleche, autora principal de este trabajo, destacó que el hallazgo y la consiguiente investigación de este esqueleto fue muy importante, porque permitió entender las relaciones entre las distintas estructuras del mismo y resolver algunos de los interrogantes sobre el género completo de los pingüinos gigantes Palaeeudyptes.
Fuente: Agencia CTyS