El almidón comenzó a ser tenido en cuenta como un recurso viable para la producción de biocombustibles, aunque su competencia con la alimentación de la población resulta un problema, en tanto que se utilizan recursos destinados originalmente a la alimentación para la producción de biocombustibles. Por otra parte, la aplicación de tecnología para los combustibles de segunda generación, que utilizan materiales de desechos, resulta muy costosa. Ante esta problemática, la comunidad científica se interesó en modificar el contenido del almidón, o la proporción de sus componentes (amilosa y amilopectina) en plantas de interés comercial.
Investigadores del Centro de Estudios Fotosintéticos y Bioquímicos de la UNR-Conicet propusieron alterar la estructura de las paredes vegetales para que sean más flexibles y relajadas. Hace cinco años, comenzaron de forma básica para determinar las propiedades de las proteínas que se utilizarían para la transformación y hace tres años se experimentó esta aplicación biotecnológica.
La directora del proyecto, María Victoria Busi, y el licenciado Mauricio Grisolia, explicaron que diseñaron una herramienta que consiste en aplicar una proteína en la pared celular de una planta y obtener un menor contenido de pared y una mayor cantidad de azúcar fermentada.
Hoy, a partir de numerosas pruebas de laboratorio, pudieron medir y comprobar que la pared que generaron es el doble que la de otra planta sin transformar.
Si bien esta herramienta se aplica en una planta modelo, el proyecto consiste en expandirlo a otras especies vegetales que no compitan con el uso alimenticio de los humanos y también a otros tipos de organismos con pared celular, como por ejemplo, las algas.
Fuente: Argentina Investiga.
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