En la Sala Cronopios la fotografía es un elemento más para dar vida a un caos de instalaciones, esculturas, dibujos, pinturas y piezas audiovisuales realizadas por López junto Yanina Moroni, Paola Balario, Ruta Mare, LU.CU.MA, Elba Bairon, Luis Gaspardo, Miguel Valverde y Marcelo Saraceno.
Acá «No hay concepto. Hay una compulsión maníaca por generar imágenes que expresen y/o movilicen emociones», expresó López. Sin embargo el concepto es fuerte, no a la hora de pensar obra sino como convicción de oficio: «Toda la exposición trabaja sobre la identidad latinoamericana, eje cultural de mi obra, y en una zona difusa de autoría que no sé si es mi función aclarar”.
En esta peculiar retrospectiva López sincretiza tradiciones, pasado y presente, creencias populares; e interviene y resignifica obra propia y ajena.
«Debut y despedida tiene que ver con la intensidad, pongo todo, me canso y me voy», dice López a Télam. Los sigue Nadia Kossowski, encargada de la curaduría y dirección artística, que describe a la muestra como «una de las más difíciles», debido al gran número de obra y su terminación `in situ`.
Kossowski refiere el proceso creativo dinámico e imprevisible que aunó artistas y auxiliares distribuyendo dibujos, pinturas y objetos en paredes y estanterías; dando toques finales a murales y esculturas; construyendo la casita de madera que domina el ingreso a la sala o abriendo el gran envoltorio que trajo la estatuilla del tigre o la tierra roja misionera.
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