Por: Stella Maris Andretich - Licenciada en Psicopedagogía. Mat. 105
Entre las funciones de la familia moderna- reproducción, socialización y apoyo emocional- sin dudas, la que mayor interés ha generado dentro de las investigaciones sobre el desarrollo del niño ha sido la de socialización. Esto no es otra cosa más que los miembros maduros sean capaces de entrenar a los más jóvenes para que sean miembros de la sociedad, competentes y participativos…¡tamaña responsabilidad y desafío, si los hay!
En este microsistema que es la familia[1] , el niño se relaciona con sus padres y/o cuidadores quienes tienen la fundamental tarea de abrirles las puertas para salir al mundo. El mundo más cercano, la casa de los abuelos, la escuela, el club, y el mundo más amplio, mediante la influencia de situaciones indirectas que repercuten dentro del ámbito familiar, como puede ser por ejemplo un papá que viene muy tarde de su trabajo o que llegó nervioso porque tuvo un problema con su jefe. De esta forma, las conexiones de la comunidad influyen en las relaciones padre-hijo.
Pero, ¿cómo será este abrir de puertas? ¿Será empujando y exigiendo al niño a salir? ¿Será acompañando y alentando a cruzar el umbral? ¿O simplemente, será dejada la puerta abierta…?
Diferentes estilos de educación infantil
Una interesante investigación llevada a cabo por Diana Baumrind hace tiempo atrás, dio lugar a diferenciar cuatro estilos de paternidad que pueden predominar en la educación de los hijos.
Vale la pena repasarlos ya que pueden ayudarnos a reflexionar sobre nuestro propio arquetipo de padres…o sobre el que aspiramos construir.
Educación infantil democrática
Los padres democráticos hacen demandas razonables para la madurez de los niños y las hacen cumplir estableciendo límites e insistiendo en la obediencia. Al mismo tiempo expresan cariño y afecto, escuchan pacientemente el punto de vista del niño y fomentan la participación en la toma de decisiones de la familia.
Es decir, en este tipo de educación, se reconoce y respeta los derechos de padres e hijos.
Educación infantil autoritaria
Los padres que utilizan un estilo autoritario también demandan, pero dan tanto valor a la conformidad que no son receptivos- incuso con total rechazo- cuando los niños no están dispuestos a obedecer. “Hacelo porque lo digo yo” es la frase que mejor caracteriza a estos padres. El estilo autoritario está claramente sesgado a favor de las necesidades de los padres, quedando suprimidas la expresión y la independencia de los niños. Por lo general estos chicos presentan características de ansiedad y suelen ser introvertidos.
Educación infantil permisiva
El estilo permisivo cuida y acepta pero evita hacer demandas o imponer controles de cualquier clase. Los padres permisivos permiten a los hijos tomar muchas de sus propias decisiones a una edad en la que no son capaces de hacerlo. ¿Quieren ver tele o jugar a la play a altas horas de la noche? ¿No tiene ganas de ayudar a levantar la mesa? Y bueno, son chicos… es la respuesta de estos papás que están convencidos que este “acercamiento” es el mejor para la educación de sus hijos.
El siempre vigente ejemplo del supermercado…
Quien no ha estado en un fila de supermercado donde se ha encontrado con la situación en que un pequeño -contra todo intento de su madre- se aferra a las golosinas, tira al suelo cualquier producto a su alcance, se encapricha con un juguete o con llevar algo más que, por supuesto, su madre no aprueba… Y quien no ha visto -o por qué no, también protagonizado- la consecuente respuesta: «Basta! Dejá eso!, No toques más!». Y con un grado creciente de “nerviosismo” arrebatarle todo de las manos…
El desenlace más probable es, que ante tal escalada de irritación, la madre termine cediendo y compre el juguete o las golosinas. Por su puesto… ¡volverán los “berrinches” prontamente!
El peor escenario… Educación infantil de no implicancia
Una paternidad no exigente combinada con una conducta indiferente o de rechazo dan como resultado el estilo de no implicación. Estos padres muestran poco compromiso en el cuidado más allá del mínimo esfuerzo requerido para alimentar y vestir al niño. Muchas veces, tienen poco tiempo y energía para compartir con sus hijos y hacen lo que pueden por evitar inconveniencias. Puede ser que respondan a demandas del niño sobre objetos de fácil accesibilidad pero en cambio cualquier esfuerzo que implique metas a largo plazo –llámese cumplir reglas sobre los deberes o la conducta social aceptable- es débil y fugaz.
Llevada al extremo, este tipo de conducta por parte de los padres nos llevaría a hablar de negligencia.
Marcar la diferencia
Los padres que cuidan y están seguros de las normas que mantienen para sus hijos proporcionan modelos de interés por el cuidado y de conducta asertiva. También son agentes reforzadores más eficaces alabando a los niños por esforzarse por alcanzar las expectativas y haciendo buen uso de la desaprobación, que funciona mejor cuando la aplica un adulto que ha sido cálido y preocupado. Además, los padres democráticos realizan demandas que encajan con la habilidad de los hijos para tomar responsabilidad de su propia conducta. Estos padres hacen saber a los niños que son personas competentes, capaces de hacer cosas con éxito por ellos mismos. Como resultado, se fomenta la elevada autoestima y la conducta independiente y madura.
Volviendo al supermercado, la mamá en cuestión tiene esta segunda alternativa: actuar con firmeza y paciencia –sí, en altas dosis- diciéndole suavemente que no, explicándole de manera segura y clara el por qué de este “no” (porque compramos ya otra cosa que te gustaba, porque no puedo gastar ese dinero, porque no lo necesitamos realmente ahora…)
Claro está que a lo largo de esta maravillosa experiencia que es ser padres, estos estilos se harán presentes en distinta medida.
Lo trascendental será lograr que en ese “abrir las puertas” prevalezcan la firmeza, la paciencia, la calidez y la atención.
Referencias: [1] Bronfenbrenner .Teoría ecológica de los sistemas.
Lee este artículo en la edición N°22 de Aptus Propuestas Educativas
Imagen: sxc.hu
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