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Los desafíos e interrogantes para pensar Malvinas en clave educativa

¿Cuáles son los desafíos para pensar Malvinas desde el discurso educativo? ¿Hay una nueva etapa en su abordaje en los últimos años?

Cristina Gómez Giusto, Marcelino Maina y Sebastián Ávila se animan a pensar respuestas y plantear ejes para abordar Malvinas ampliando los sentidos y convocando a más interlocutores.

Gómez Giusto es coordinadora del Programa Educación y Memoria, el cual trabaja con todos los niveles educativos en la elaboración de materiales de distinto tipo, desde afiches a libros, desde cuadernillos a producción audiovisual.

«En lo referido a la guerra -marca en diálogo con Télam- no podemos dejar de lado el contexto del terrorismo de Estado, que la sociedad ha condenado de manera rotunda. Es sobre la base de esa condena que podemos hoy agregar la palabra ‘soberanía’ en una misma serie con memoria, verdad y justicia. No hay democracia sin soberanía popular, memoria, verdad y justicia. Y desde estos principios podemos reclamar el cese de una política colonial como la que sostiene el Reino Unido en Malvinas, un caso anacrónico para el siglo XXI, y retomar los títulos de soberanía que detenta el Estado argentino, cuya integridad territorial ha sido violada por la ocupación ilegal británica».

En ese marco, Gómez Giusto relata que uno de los desafíos que asumió el programa fue «inscribir las memorias de los caídos y sobrevivientes de la guerra dentro de una larga historia construida por distintas generaciones de argentinas y argentinos -de José Hernández a Atahualpa Yupanqui, de María Sáez de Vernet a las maestras que enseñaban en las islas en los años setenta del siglo XX- que a través de Malvinas imaginaron las condiciones de la emancipación nacional. Con esta larga historia está vinculada la vida de los ex combatientes. De modo que no es posible soslayar la dimensión trágica de la guerra en el contexto del terrorismo de estado, pero tampoco es posible soslayar la dimensión utópica asociada con el símbolo Malvinas tal como se sedimentó en la historia argentina».

Ávila, por su parte, considera que «armar el rompecabezas de Malvinas para las generaciones es un desafío muy complejo» y ensaya una respuesta: «Decimos 40 años de Malvinas pero son 40 años de la guerra. Hay que ver si en algún momento podemos hacer la operación para que Malvinas y la guerra no sean sinónimos porque eso ancla a Malvinas en el pasado lo cual aleja a las nuevas generaciones para problematizar Malvinas hoy».

«De hecho la mayoría se imagina a Malvinas como una isla desierta perdida en el océano. Hoy está apareciendo un gris donde empiezan a jugar definiciones que son quizás un poco más confusas, se están abriendo múltiples aristas como el estudio de los objetos de los veteranos. Hay una nueva etapa en el abordaje que sale de la gesta de héroes y víctimas e intenta abordar el objeto de estudio desde otras perspectivas más integrales y humanas», desarrolla el autor de «Ovejas».

Para Maina, docente e investigador de la Universidad Nacional del Litoral, «pensar Malvinas es un desafío en sí mismo pues obliga a poner en agenda las ideas de Nación y las representaciones del Pasado y sus pujas de sentido en el presente, obliga a hacer preguntas incómodas para romper con ritualizaciones acríticas».

«Por ello -añade-, el principal desafío es correlacionar Malvinas con la reflexión sobre la democracia y las democratizaciones, las pujas de los sentidos en torno a cómo en el siglo XXI dar forma a un debate integral en torno a la/s soberanía/s y las realidades sociales de un país y una sociedad donde las memorias y las historias del pasado reciente replican constantemente en las disputas por el sentido general de quienes somos».

Gómez Giusto dice que «otro de los desafíos que supone enseñar Malvinas es cómo pensar la patria después de la última dictadura militar, cómo pensar la nación en términos bien distintos, y críticos, respecto a los términos en que lo hizo la dictadura. Desde nuestras propuestas, la patria son los derechos: los derechos humanos, los derechos soberanos» por eso el eje del equipo que conduce es «el trabajo en y con la memoria. Para comprender la larga historia del diferendo de soberanía, para comprender 1982 y sus memorias, para pensar, incluso, nuestras identidades colectivas», subraya.