Lejos de ser un logro terminado, la alfabetización sigue siendo una meta pendiente en muchos países y, al mismo tiempo, un motor imprescindible para la equidad, la inclusión y la participación ciudadana.
Más que leer y escribir
Alfabetizar no se reduce a aprender el abecedario. Implica dotar a cada persona de herramientas para comprender, analizar y producir sentidos en un mundo atravesado por textos, pantallas y múltiples lenguajes. Es abrir puertas al conocimiento, al pensamiento crítico y a la posibilidad de ejercer derechos en plenitud.
El desafío en el presente
Si bien los índices globales de alfabetización han mejorado en las últimas décadas, todavía millones de niños, jóvenes y adultos no acceden a este derecho básico. En el contexto actual, marcado por la digitalización y las nuevas formas de comunicación, se vuelve imprescindible hablar también de alfabetización digital y mediática, que permita a los estudiantes no solo leer, sino también interpretar y producir en entornos digitales.
Ideas para trabajar en el aula
El 8 de septiembre puede ser una oportunidad para generar actividades que celebren el valor de la lectura y la escritura en la vida cotidiana:
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Lecturas compartidas: organizar rondas de lectura en voz alta, donde docentes y estudiantes se turnen para leer cuentos, noticias o poesías.
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Historias locales: invitar a las familias a contar relatos, anécdotas o tradiciones que luego los estudiantes transcriban o transformen en pequeñas producciones escritas.
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Palabras que nos marcan: proponer que cada estudiante elija una palabra significativa y explique qué representa en su vida.
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Puentes digitales: trabajar con blogs escolares, murales virtuales o producciones multimedia que amplíen el concepto de alfabetización hacia la tecnología.
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Biblioteca viva: armar un espacio en el aula donde los propios estudiantes recomienden libros, generando una comunidad lectora activa.
Alfabetizar es empoderar
El Día Internacional de la Alfabetización no es solo una fecha conmemorativa: es un recordatorio de que el acceso a la palabra escrita sigue siendo un derecho en construcción. En la escuela, cada propuesta que invite a leer, escribir y dialogar es un paso hacia una sociedad más justa, crítica y participativa.