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Las transformaciones en la lectura y la transmisión de conocimiento

Un estudio de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora analiza la evolución de los formatos mediante los cuales se transmite conocimiento a lo largo del tiempo y cómo se modifican las prácticas de lectura

“Del códice medieval al hipertexto: Rupturas y nuevos retos en la era digital”es el nombre del proyecto que llevan a cabo investigadores de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, en el cual buscan analizar la evolución de los formatos mediante los cuales se transmite conocimiento a lo largo del tiempo y cómo se modifican las prácticas de lectura.

Para realizar el estudio, los investigadores se basaron en la historia del libro desde su materialidad, desde sus soportes y se analizó cómo esa materialidad afecta los textos o su transmisión, cómo los formatos o soportes cambian los significados.  «En el libro impreso tenemos un texto estático, es el lector quien avanza según su atención o comprensión”, indica la investigadora Mercedes Rodríguez Temperley, y agrega: “En los textos digitales, esa lectura se hace a los saltos, debido a la presencia del hipertexto”.

El proyecto dividido en dos partes, una teórica, donde se analiza la historia del libro desde su nacimiento, la evolución de su soporte y cómo ese proceso afecta el significado de aquellos que consumen su mensaje. La otra parte se enfoca hacia la práctica, para lo cual se ha emprendido la catalogación, estudio y puesta en valor de la Colección Cervantina que se encuentra en la Biblioteca Bartolomé Ronco, en la ciudad bonaerense de Azul, una de las más grandes bibliotecas cervantinas de América Latina, donde se guardan ediciones de “El Quijote…” y otras obras de Cervantes que datan del siglo XVII.

La investigadora recuerda que “en la tradición occidental existen tres tipos de soportes textuales ligados a diferentes momentos: el texto antiguo (ligado a la materialidad del rollo de papiro), el texto medieval (ligado a la materialidad del códice manuscrito), el texto moderno (ligado a la materialidad del libro impreso), hasta llegar a un cuarto momento posmoderno donde se destacan los soportes digitales y la aparición del hipertexto” y agrega: “La idea de hipertexto se genera en la década del ‘60, cuando surge un tipo de escritura o lectura no secuencial, la cual rompe con la idea de lectura jerarquizada que ha primado en los textos escritos”.

El otro punto que se analiza en el estudio son las prácticas de lectura y cómo éstas evolucionan con los cambios en los formatos que respaldan las obras, ya sea en pantalla o en papel. “Los modos de lectura cambian con el tiempo, la lectura en una pantalla o en un texto impreso son distintas, podemos estar frente a las mismas palabras que conforman el texto, pero el proceso por el cual se crea el significado cambia”, resalta Rodríguez Temperley y añade: “En el libro impreso tenemos un texto estático, es el lector quien avanza según su atención o comprensión, hace pausas, es un ritmo de lectura variable; en los textos digitales, en cambio, esa lectura se hace a los saltos, debido a la presencia del hipertexto: el lector lee un segmento, y de pronto aparece un hipervínculo que lo lleva a otro segmento diferente, fuera del texto, a otra interpretación, a otra información, y esa lo lleva a otra, por lo cual la atención está más dispersa y la lectura jerarquizada se quiebra, se hace discontinua”.

En ese sentido, sostiene que “hay quienes piensan que el lector cibernético está obligado a cooperar más que uno de un texto tradicional, por el otro lado, también hay quienes advierten una especie de juego, un ánimo lúdico, donde la llave no la tiene el lector, sino el autor de ese texto, quien se identifica más con un programador de un juego, del juego de la lectura”.

La investigación, que comenzó el año pasado, tiene también como objetivo “entender los códices medievales y cómo ese formato pudo sobrevivir al paso del tiempo, a través de emulaciones, como por ejemplo, el caso del ‘Libro rojo’ de Jung, o el original manuscrito del ‘Alicia en el País de las Maravillas’, de Carroll”, en los que la caligrafía, las letras capitulares, las rúbricas y la puesta en página, entre otras prácticas, manifiestan cierta idea de “proto-libro” asociada al códice medieval.

Por otro lado, a través de la catalogación y estudio de los libros antiguos que hay en bibliotecas del país, se busca colaborar en la difusión del patrimonio bibliográfico argentino, para saber sin dudas cuál es el lugar que tiene nuestro país en este campo.

Fuente: Argentina Investiga

Imagen: www.inc.com