«Educar en la realidad» es el segundo libro de Catherine L’Ecuyer después del bestseller «Educar en el asombro». Este libro devela con evidencias una serie de mitos educativos y demuestra que la mejor preparación para utilizar las nuevas tecnologías tiene lugar en la realidad; es decir, que la mejor preparación para el mundo on-line es el mundo off-line.
Según puede leerse en la sinopsis editorial del libro, nuestros hijos aprenden en clave de realidad. Para poder captarla, necesitan relaciones interpersonales, belleza y motivos para actuar con sentido. Necesitan sensibilidad, empatía, espíritu atento. Sin embargo, en un mundo en el que las pantallas están cada vez más presentes, los niños pueden padecer un déficit de realidad.
Consultada acerca de qué significa «educar en la realidad», la autora explica: «Una viñeta del humorista gráfico Faro describe un padre subiendo la montaña con sus dos hijos. Les dice: ´Miren hijos míos, qué puesta de sol tan bonita´, a lo que sus hijos responden, ´Papá, ¡dos horas caminando para ver un fondo de pantalla!». Hoy, nuestros hijos pueden padecer déficit de realidad, y eso repercute en el aprendizaje». Y agrega: «Para aprender hay que partir del deseo de conocer, del asombro. Lo que asombra es la belleza de la realidad. Por lo tanto, si hay carencia de realidad, hay déficit de aprendizaje».
La autora sostiene que actualmente lo que cambió es la atención que prestamos a lo esencial, a lo importante, a lo que tiene sentido: «Si preguntamos a los padres lo que ellos consideran importante, ellos lo saben perfectamente. Saben que a las 8 de la noche es más importante escuchar lo que te cuenta tu hijo, que correr detrás del whatsapp de un compañero de trabajo o mirar el Facebook. Ellos saben cuáles son sus prioridades y qué es lo que han de hacer en cada momento. Pero el día a día nos come y el bombardeo continuo de información que nos llega por las redes nos convierte en lo que Clifford Nass, un experto americano en la multitarea, llama “enamorados de la irrelevancia”.
La investigadora explica que nos enamoramos de lo irrelevante cuando hay dispersión, una tentación que nos trae la multitarea tecnológica: «Para revertir esta tendencia, se trata de intentar hacer solo una cosa a la vez que requiera procesar información. Es un tema de higiene mental. La gente que hace una sola cosa a la vez que requiere procesar información tiene una memoria de trabajo menos colapsada, comete menos errores, es capaz de más profundidad en el pensamiento, presta más atención, etc. Hemos de volver a aprender a prestar atención de verdad. Si nos cuesta a nosotros, podemos imaginar lo difícil que es hacerlo para un niño pequeño, que aún no tiene la fuerza de voluntad y la templanza consolidada. Navegar con 5 o incluso 10 años, es como beber agua de una boca de incendio. Yo creo que la crisis educativa que tanto nos preocupa, principalmente es una crisis de atención».
Uno de los «mitos tecnológicos» que plantea el libro es que el hecho de que los niños sean nativos digitales no implica que se agilice el aprendizaje: «El cerebro es plástico, pero no es infinito. Todos tenemos limitaciones que marcan nuestra naturaleza y cuando intentamos sobre pasarlas, nos pasa factura, tanto a los inmigrantes como a los nativos digitales. Los estudios resaltan, por ejemplo, que el multitarea tecnológico lleva al colapso de la memoria de trabajo, superficialidad en el pensamiento, dificultad para enfocar y desenfocar la atención».
Catherine afirma que sin relevancia no hay sentido. Las personas necesitamos sentido, no solo para aprender, también para vivir: «El exceso de información irrelevante lleva al déficit de pensamiento. Un niño o adolescente con déficit de pensamiento es un buen candidato para la manipulación ideológica». Y continúa: «En mentes en desarrollo, la tecnología tiene efectos en el aprendizaje que no siempre son buenas. Hay muchos estudios sobre el efecto pantalla que asocia el consumo temprano de pantalla con la falta de atención, la impulsividad, etc. Para poder usar esas herramientas sin riesgo, hay que haber desarrollado previamente un criterio de relevancia y una serie de virtudes. La mejor forma de preparar al alumno para el mundo digital no consiste en facilitarle el acceso a servicios y dispositivos de alta tecnología, sino potenciando la lectura y las matemáticas».
Por último, la especialista sostiene que los últimos estudios en neurociencia indican que los niños no aprenden a través de largos discursos y de explicaciones conceptuales, sino a través de sus cinco sentidos: «Nos quejamos de que nuestros hijos no nos escuchan. Madre Teresa de Calcuta responde sabiamente: ´no te preocupes por que no te escuchan, te miran todo el día´. Por lo tanto, hemos de preguntarnos ´¿qué experiencia estoy dando a mis hijos?´. Tiene mucho más sentido lo que hacemos y la mirada que tenemos hacia el mundo, que lo que les decimos que pueden o no hacer. Y aprenden mil veces más viendo, oliendo y tocando una gallina que viéndola en una tableta o pintándola sin salirse de las líneas”.
Sobre Catherine L’Ecuyer
Es canadiense afincada en Barcelona y madre de 4 hijos. Abogada, Master por IESE Business School y Master Europeo Oficial de Investigación. Tras dedicarse al ejercicio de la abogacía y la la consultoría y formación en el mundo de la empresa, en la actualidad es conferenciante y colabora en diferentes revistas y medios. Publica también un interesante blog titulado Apego & Asombro.
Fuente: www.gestionandohijos.com - www.abc.es Imagen: www.psicologiaenlared.com
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