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post-pandemia

La crisis educativa post-pandemia: ¿qué pasó con el aprendizaje en el mundo?

El golpe de la pandemia no terminó cuando volvimos a las aulas. De hecho, ahí empezó otro problema: los chicos aprendieron menos. Y lo más grave: las brechas se ensancharon

Aunque muchos países hicieron esfuerzos enormes para sostener la escolaridad, lo cierto es que el cierre de escuelas dejó una marca que todavía estamos tratando de medir… y de revertir post-pandemia.


¿Cuánto retrocedimos?

Un estudio internacional reciente estimó que los estudiantes del mundo perdieron, en promedio, 0,11 desviaciones estándar en su rendimiento académico. Suena técnico, pero la traducción es sencilla: lo que aprendieron fue mucho menos de lo esperado, especialmente en lectura y matemáticas.

Y no fue parejo. Los más afectados fueron:

🔹 Estudiantes de nivel socioeconómico bajo
🔹 Niños de zonas rurales o sin acceso a conectividad
🔹 Alumnos con necesidades educativas especiales

En otras palabras, quienes ya estaban en desventaja, quedaron aún más atrás.


Un golpe silencioso

Lo más inquietante de esta crisis es que no se ve a simple vista. No hay imágenes de emergencia, ni gráficos de muertes o contagios. Pero los efectos son profundos:

  • Menos comprensión lectora

  • Mayor desmotivación escolar

  • Dificultades para seguir contenidos más complejos

  • Riesgo de abandono escolar en muchos casos

Y estos efectos no desaparecen con el tiempo. Si no se actúa, se acumulan y empeoran.


¿Qué están haciendo los países?

La mayoría de los gobiernos han puesto en marcha planes de recuperación, pero con resultados desparejos. Entre las medidas más comunes están:

✔️ Refuerzos escolares y tutorías intensivas
✔️ Evaluaciones diagnósticas masivas
✔️ Ampliación de la jornada o el calendario escolar
✔️ Capacitación docente específica para contextos post-pandemia

Sin embargo, el verdadero desafío no es técnico, sino político: priorizar esta agenda en contextos de ajuste, crisis económica o polarización.


Volver a enseñar, no solo a escolarizar

Recuperar lo perdido no es cuestión de subir contenidos a una plataforma ni de llenar planillas. Implica repensar la enseñanza, escuchar a los chicos, trabajar con ritmos diversos y reconstruir el deseo de aprender.

La escuela no puede seguir como si nada hubiera pasado. Porque pasó. Y dejó cicatrices.


¿Y en Argentina?

Nuestro país no fue la excepción. Las pruebas estandarizadas muestran caídas significativas en lectura y matemática. También se registró una fuerte desconexión emocional de los estudiantes con el aprendizaje.

Algunas provincias lanzaron planes de refuerzo y acompañamiento, pero aún falta una estrategia nacional sólida, sostenida y con mirada de largo plazo.


¿Qué hacemos ahora?

La pregunta ya no es si hay una crisis educativa. La pregunta es qué hacemos con ella.

Porque si algo dejó claro la pandemia es esto: la escuela importa. Y mucho.
Pero necesita apoyo, recursos y, sobre todo, una decisión política clara de poner el aprendizaje real de los chicos en el centro.

No alcanza con que vuelvan a clase. Tienen que volver a aprender.