ENTREVISTA con Daniel Filmus, el nuevo ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación expresó que imagina «una ciencia y una tecnología muy vinculadas a las economías regionales y a las necesidades de cada provincia y municipios».
El ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus, destacó en un diálogo con Télam la gestión de su antecesor, Roberto Salvarezza, ratificó que «continuará las políticas iniciadas» y que buscará promover y consensuar «políticas de Estado que mantengan una perspectiva que no destruya las líneas de ciencia e investigación que estamos creando».
Filmus dijo sentirse entusiasmado con su nueva función al frente de un ministerio al que consideró «muy bien gestionado». «Me toca asumir luego de una gestión como la de Roberto Salvarezza, que no solo fue muy buena, sino que tuvo la misma dirección que encararemos nosotros ahora», dijo el ministro.
Antes, en el 2003, a cargo de la cartera de Educación, Ciencia y Tecnología, la «tarea fue de reconstrucción, refundación y fortalecimiento. Ahora me toca asumir luego de una gestión como la de Salvarezza, que no solo fue muy buena, sino que es la misma dirección que encararemos nosotros ahora», explicó.
¿Eso significa que continúan todos los proyectos? ¿Qué otros encararán durante su gestión?
Daniel Filmus: Este jueves estuvimos trabajando con todas las provincias en la asamblea del COFECyT (Consejo Federal de Ciencia y Tecnología), en la cual firmamos convenios de fortalecimiento de gestión de la ciencia y la tecnología con las 24 jurisdicciones por más de 100 millones de pesos. Tratamos la federalización de la ciencia y la tecnología y las agendas territoriales del Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2030.
La ciencia y la tecnología deben ser política de Estado, en la que uno de los temas centrales sea la federalización.
Hay que generar un núcleo central de políticas de mediano y largo plazo para desarrollar más allá de cualquier mirada partidaria. Hay que crear una conciencia social sobre la importancia de la ciencia y la tecnología para transformar el sistema productivo y superar las crisis cíclicas. Estamos trabajando en esta línea de federalización porque la Argentina tiene una desigualdad enorme en su aparato científico tecnológico a favor de la región centro, y en particular de la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires.
¿Usted habla de infraestructura?
D.F.: No solo. El 90 por ciento de la investigación está en la región Centro. Es una desigualdad mayor todavía que la de la riqueza porque siempre tuvimos algunos gobiernos que no consideraron las necesidades regionales. Imaginamos una ciencia y una tecnología muy vinculadas a las economías regionales y a las necesidades de cada provincia y municipios. Las necesidades productivas, o esta idea central de transformar el modelo productivo y la matriz de producción y exportaciones obliga a pensar cómo hacer para llegar a cada lugar y transformar eso que se dice y no se hace, que es generar valor agregado en el mismo lugar donde se produce de manera de dar más trabajo a las economías regionales.
¿Esto significa que, por ejemplo, profundizarán el desarrollo de los centros de investigación regionales del Conicet?
D.F.: Por supuesto, y lograr lo que se llama discriminación positiva. Tendrán más fuerza de ser aprobados aquellos proyectos o programas que estén radicados en zonas más desfavorables. También favoreceremos la instalación de investigadores en esos lugares porque de nada sirve tener infraestructura o instrumental si no se radican los profesionales aptos para desarrollar una investigación. Por eso hay programas, los cuales incluso ya inició Salvarezza, que tienen que ver con esta voluntad de favorecer con más becas, carreras de investigadores y acompañando con recursos, por ejemplo, a los que retornan al país con el Programa Raíces, o a quienes quieran instalarse en ciudades del interior. Tenemos que apostar a desarrollos tecnológicos muy apropiados a la realidad local, pero también asegurando que sean de calidad. Porque el otro tema es que la discriminación positiva termine en circuitos científicos de calidad.
¿Qué proyectos avizora a corto plazo?
D.F.: El litio, por ejemplo, que tiene que ver con la transición energética para pasar de energías hidrocarburíferas a otras limpias. Otro ejemplo es avanzar en un área prioritaria como el Atlántico Sur y la Antártida, donde a través del Programa Pampa Azul siete carteras están trabajando y hay una inversión enorme de este ministerio. Las riquezas que hay ahí son enormes y (están) poco investigadas todavía. Otro ejemplo muy interesante es una línea de trabajo financiada por el BID dedicada a nuevos organismos de investigación interinstitucionales, que crea nuevos organismos a partir de la interacción de otros preexistentes. Al respecto, en Ushuaia no hay un centro de investigación antártica. El único que tenemos es el Instituto Antártico Argentino que depende de la Cancillería. El Instituto, junto con la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, el Conicet y la Municipalidad, trabajan en la creación de un instituto en un claro ejemplo de articulación en el que no tenemos que empezar desde cero, sino que integramos experiencias, instituciones y el trabajo que ya vienen realizando. También seguiremos apoyando al proyecto de los satélites Saocom, no sólo porque es desarrollo tecnológico, sino por el derrame de su producto, por ejemplo, en las economías regionales.
¿Este tipo de sinergias y articulaciones son posibles de realizar?
D.F.: En la reunión del COFECyT informamos que estamos realizando 83 obras de infraestructura en las provincias para crear espacios de trabajo, porque no pueden radicarse investigadores si no hay laboratorios y equipamiento y buscamos un criterio federal en la utilización de recursos. Y le doy otro dato que lo va a asombrar: se acaba de aprobar la Ley de Financiamiento de Ciencia y Tecnología que lleva del 0,28% la inversión en ciencia y tecnología al 1 por ciento en diez años. Esto hace que crezca del 0,28 a 0,31 por ciento, lo que implica que el actual presupuesto de 7.000 millones de pesos pase a 23.000 millones de pesos el año que viene. La Argentina tomó una decisión votada por unanimidad en el Congreso, es decir que estamos hablando de una política de Estado.
¿Qué ejemplos urgentes deben abordarse?
D.F.: El más urgente, en el mundo, es la pandemia de coronavirus. La Argentina fue uno de los pocos países que pudo crear un test propio de detección de Covid. Además, tenemos cuatro proyectos financiados al mismo tiempo para crear la vacuna contra el coronavirus; invertimos en todos porque hay que tener distintos caminos para que alguno sea exitoso. También nos dimos cuenta que Argentina perdió la capacidad, que sí tuvo antes, de fabricar vacunas. Por suerte, tenemos una gran capacidad de vincularnos con otros ministerios, así que estamos haciendo un trabajo con Salud en el desarrollo de un instituto de fabricación de vacunas para no pagar más patentes en el exterior, y disponer de autonomía. Si hay algo que demostró la pandemia es la importancia que tiene la desigualdad del desarrollo científico tecnológico en la calidad de vida de las personas. Hay países que van por su tercera dosis de vacunas y otros tienen el 2 por ciento de su población vacunada. Esa desigualdad, que la sufrimos tanto y nos costó tantas vidas, nos indica por qué tenemos que invertir en ciencia y tecnología.
También tenemos el tema ambiental. No se puede resolver ningún tema ambiental sin el aporte de la ciencia y la tecnología, así que empezamos a trabajar con (el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan) Cabandié en esa dirección. El Ministerio de Desarrollo Productivo y la Agencia de Investigación Científico Tecnológica financia proyectos de 15.000 PyMEs, entonces con (el titular de esa cartera) Matías Kulfas trabajamos en estos aspectos; también tenemos otros proyectos con la Cancillería y la Dirección Nacional del Antártico. Este lunes estamos lanzando con el Ministerio de las Mujeres una línea de investigaciones con 50 millones de pesos para trabajar temas de género.
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