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La arquitectura y la construcción en la mirada de Puzzolo, Glusman y Ostera

“30 Años, 3 Miradas”, podrá visitarse desde el 25 de octubre y permanecerá abierta hasta el 1° de diciembre inclusive en el Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino.

Organizada por la empresa Fundar (como parte de la celebración de sus 30 años) 3 artistas rosarinos, ganadores del  premio Konex  de fotografía, presentarán sus obras, atravesadas por un eje en común: la arquitectura y la construcción.

Lo subyacente entre el diseño, la arquitectura y la construcción fue el punto de partida para el trabajo de estos 3 prestigiosos fotógrafos rosarinos, ganadores del premio Konex a las Artes Visuales. La muestra se compone de 30 fotografías.

El proyecto toma como eje el universo de la construcción, uno de los más dinamizadores de la economía y el mercado laboral argentinos. Un ámbito que posee además connotaciones sociales y culturales evidentes. La arquitectura define el perfil vital e imaginario de una ciudad, delinea espacios, direcciones y volúmenes, crea sitios para la memoria, la interacción y la emoción. Las actividades y personas que participan en su edificación son por lo general agentes invisibles pero imprescindibles para su implantación en el horizonte urbano. Y hacia estos agentes dirigen su mirada los artistas invitados para esta exposición.

Norberto Puzzolo deposita su mirada en los trabajadores. Con ellos elabora escenas que los tienen por protagonistas y al mismo tiempo los transforman en monumentos. Amalgamando sus trayectorias de reportero y publicista, toma como eje un tema social (la paradójica relación de los obreros con las casas que edifican, el hecho de construir viviendas que no serán propias) y le imprime un tratamiento que saca provecho de ciertos recursos de la publicidad (coloca a los sujetos en primer plano y en poses estrictamente frontales, los ilumina de forma plena, utiliza sus lugares de trabajo como decorados, resalta colores y brillos, no oculta la artificialidad de las relaciones entre las figuras y los fondos).

Laura Glusman posa su mirada sobre otro aspecto del mundo de la construcción: los moldes de madera (encofrados) que se utilizan para dar cuerpo a las estructuras de hormigón que conforman los esqueletos de los edificios. En ellos encuentra una voluntad formal que tiene poco que envidiar a ciertas corrientes de laproducción artística modernista como la escultura abstracta o minimalista. Armonía, simetría, proporciones y escalas ajustadas, equilibrio y hasta un singular sentido de belleza, se conjugan en estas organizaciones precarias y transitorias que se montan y desmontan de manera constante, que cumplen una función meramente utilitaria, que no suelen llamar la atención y que en principio no parecen poseer valor alguno. Salvo, por supuesto, para el ojo de una artista que es capaz de identificar y extraer de ellos unas propiedades con resonancias estéticas evidentes.

Finalmente, Andrea Ostera agrega otra aproximación más al tema. A diferencia de sus colegas, no dirige su atención hacia el proceso de realización efectiva de los edificios sino a un momento anterior: la etapa en que éstos son proyectados. Aquí aparece la tecnología en todo su esplendor. (…) Selecciona los planos de edificios con nombres de mujer. Salvo por el hecho de que ella misma es mujer, no hay otro motivo aparente para la selección, pero incluso con ese dato, ésta no deja de ser arbitraria: no hay, desde el punto de vista del diseño, una diferencia real entre los planos de edificios con nombres de mujer y los demás. Pero el arte no es el reino de la lógica y la intuición es siempre una aliada a la hora de la creación. La decisión está tomada.

 

Imagen: zuoda.net

 

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