Un grupo de científicos investiga la diversidad de especies del Paraná con el objetivo de difundir a la población la riqueza natural de este río. Bajo la coordinación de la Facultad de Ciencias Bioquímicas de la Universidad Nacional de Rosario y la Secretaría de Ciencia, Tecnología e innovación de la Provincia, se creó un Laboratorio de Biotecnología Acuática que funcionará en el Acuario Municipal.
En nuestra zona, que corresponde al pre delta, hay descripciones de 170 especies de peces aunque el número real es mayor. De ellas, las únicas que la gente identifica son las que se comercializan para consumo, es decir que hay un gran desconocimiento de la diversidad, de qué características tienen, de sus ciclos de vida. “Saber reconocerlas, cuándo pescar o no y por qué razón, puede contribuir a la conservación”, afirma la directora del Laboratorio, Silvia Arranz.
En ese sentido, el equipo formado por biólogos moleculares y taxónomos confeccionó una biblioteca de códigos de barra de las especies que habitan el Paraná y que permite identificarlas aún sin ver el pez, por ejemplo con una parte o un huevo del mismo. En esta tarea descubrieron que hay más de una especie de morenas y de rayas.
Teniendo en cuenta que nuestro río no es traslúcido y es imposible ver las especies que se ocultan en él, el Acuario Municipal contará con exposiciones y pantallas interactivas para que la gente pueda reconocer los peces, ver su comportamiento, tomar conciencia de lo perjudicial de la contaminación, en definitiva, apropiarse de este recurso natural. También se podrá observar a los investigadores ya que el laboratorio contará con grandes ventanales para socializar el trabajo científico.
Dado que el proyecto intenta integrar toda la cultura del río Paraná, incorporó a pescadores artesanales de tradición en una de sus áreas para que puedan dejar sus embarcaciones y mostrar sus actividades.
En cuanto al desarrollo tecnológico, los investigadores de la Universidad Nacional de Rosario elaboraron un test para medir diversidad y parentesco en pacú que es de sumo interés para el cultivo del mismo y el aumento de la productividad. A través de una herramienta genómica como los marcadores moleculares, se puede estudiar cuán saludable es una población y qué posibilidades tiene de sobrevivir ante un cambio. Asimismo, es útil para organizar la cruza de reproductores y evitar la endogamia, ya que dos peces emparentados tendrían cría con defectos.
Hay especies que se cultivan en todo el mundo, como la tilapia o el salmón, que llevan años de mejoramiento genético. “De las salvajes a las que se comercializan, hay una gran diferencia porque los peces crecen en menor tiempo y tienen tallas más parejas que, desde el punto de vista económico, son más competitivos”, expresa la Dra. en Ciencias Biológicas.
En cuanto a las especies nativas, ninguna tiene plan de selección. Por ejemplo, el pacú posee un ciclo de crecimiento de un año y medio y la rentabilidad no es buena. Por esta razón, los especialistas están trabajando en el desarrollo de marcadores que ofrezcan líneas mejoradas y ventajas competitivas para el productor.
“Hay especies como el pacú que eran la vedette en los concursos de pesca de hace 50 años pero hoy no están más en la zona debido a que se fueron retrotrayendo por el cambio climático y el impacto antrópico, es decir el que puede generar el hombre”, explica la Profesora Arranz. Agrega que las especies viven en un rango de temperatura y ante un calentamiento, las que pueden, migran a una zona de confort y las que no, desaparecen. “Todo impacto produce un movimiento y un nuevo equilibrio”, sostiene.
En algunas especies es muy importante la altura del agua y las lagunas que se forman en el río para la reproducción, ya que la cría de las larvas no sucede en su mayoría en el gran canal. En la medida que estos factores se modifican o desaparecen, se produce una merma en la cantidad de peces.
Nuestro país no produce peces por acuicultura pero es uno de las principales exportadoras de pescado ya que se sacan 800.000 toneladas de la plataforma argentina y 15.000 del río Paraná. Este cupo está actualmente regulado dado que en un momento llegó a 40.000 toneladas con el sábalo como principal pieza y esto tuvo un impacto negativo en las siguientes generaciones de esta especie. Asimismo, la ley regula determinadas tallas que bien conocen los que se dedican a la pesca comercial, pero no el resto de la población. Este también constituye un objetivo del proyecto: divulgar cuál es el periodo de ventana de reproducción de cada especie, en qué momento conviene pescarla o no y de qué tamaño.
Fuente: UNR Imagen: argentinamunicipal.com.ar
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