A diferencia del modelo centrado exclusivamente en las horas de docencia sean sincrónicas o no, el CRE tiene en cuenta el tiempo total de dedicación del estudiante, al considerar además su trabajo autónomo: estudio, preparación de exámenes, resolución de actividades, elaboración de trabajos y proyectos, etc. Cada crédito académico equivaldrá a entre 25 y 30 horas de dedicación académica.
Este enfoque permite a las universidades diseñar planes de estudio más libres y abiertos, interdisciplinarios y flexibles, en los que se podrán integrar diversidad de estrategias pedagógicas utilizando distintas tecnologías y modalidades de cursado. Los planes deberán organizarse con un promedio de 60 créditos anuales, lo que favorecerá trayectorias más ordenadas y una mejor articulación entre la duración teórica y real de las carreras, que en algunas ocasiones puede permitir la eventual reducción de los tiempos de graduación.
Este formato para el diseño de las carreras promueve la articulación de estudios, la movilidad estudiantil y el reconocimiento de saberes y prácticas entre universidades a través de la riqueza de conocimientos y capacidades que podrán contener los créditos.
A su vez, permitirá una mayor integración internacional de la educación superior argentina, ya que, al incorporar una unidad que combina las horas de clase con el tiempo de trabajo del estudiante, el sistema será de fácil comprensión y adaptación para aquellos países que utilizan este tipo esquemas de créditos académicos hace más de una década, como muchos países de este hemisferio y de otros continentes.
La adopción del CRE implica una transformación en la cultura pedagógica, más que una simple mejora técnica. Permite adoptar nuevas formas de enseñanza y aprendizaje, con margen para la innovación docente y el protagonismo del estudiante. Así, la libertad educativa deja de ser un ideal abstracto para consolidarse como un principio estructurador del diseño curricular basado en el estudiante.
La nueva exigencia será obligatoria para todas las carreras que soliciten reconocimiento oficial y validez nacional a partir del 1° de enero de 2027, con posibilidad de prórroga por hasta dos años. Las instituciones también podrán optar por incorporar el sistema a carreras ya vigentes, previa notificación a la Dirección Nacional de Gestión Universitaria. La Subsecretaría de Políticas Universitarias será la autoridad de aplicación e interpretación de la normativa y acompañará el proceso de implementación junto al Consejo de Universidades.
El Sistema Argentino de Créditos Académicos Universitarios representa un avance clave hacia una universidad más libre, articulada y conectada con el mundo. Brinda previsibilidad, promueve la movilidad académica y ayuda a cerrar la brecha entre lo que se planifica y lo que ocurre en la práctica. Pero, sobre todo, habilita una transformación cultural: se pasa de un esquema rígido a uno que anima la libertad pedagógica de las instituciones, los docentes y estudiantes.