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Expedición del buque Puerto Deseado del CONICET

Se colectaron peces e invertebrados marinos que viven a distintas profundidades en aguas antárticas y subantárticas. Además, entre otros proyectos de investigación, se tomaron muestras para estudiar a las bacterias que viven en temperaturas extremas y los contaminantes persistentes en el ambiente.

En dicha expedición se colectaron peces e invertebrados marinos que viven a distintas profundidades en aguas antárticas y subantárticas. Además, entre otros proyectos de investigación, se tomaron muestras para estudiar a las bacterias que viven en temperaturas extremas y los contaminantes persistentes en el ambiente.

En total, durante la primera etapa de la campaña oceanográfica, se desarrollaron nueve proyectos de investigación, los cuales fueron coordinados por el investigador principal del CONICET Juan Martín Díaz de Astarloa.

El tramo abarcó las Islas Shetland del Sur, la parte norte de la Península Antártica y la parte occidental que el mar de Bellingshausen. “Una de los tareas desarrolladas fue colectar peces y colaborar, de esa manera, en la construcción del Código de Barras de la Vida, que es un proyecto internacional que busca identificar genéticamente a todas las especies vivientes y proteger a las que se encuentran amenazadas”, comentó Astarloa, a cargo de este proyecto, a la Agencia CTyS.

El investigador de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP) y del CONICET especificó que «se colectaron 1450 ejemplares, pertenecientes a 25 especies distintas». Y agregó: “No podemos confirmar que tenemos especies nuevas hasta que no analicemos los datos en el laboratorio, pero notamos cosas bastante interesantes a bordo”.

Más de 200 organizaciones de 50 países cooperan para construir el Código de Barras de la Vida, el cual consiste en identificar a cada una de las especies por su código genético. En Mar del Plata, desde mayo de 2012, está instalado uno de los cinco laboratorios que hay en Argentina para extraer y amplificar un fragmento del gen mitocondrial de las especies, con el cual es posible identificarlas de manera precisa.

Astarloa observó que en el laboratorio de Mar del Plata no solamente se trabaja con peces, sino también con moluscos, crustáceos y otros invertebrados marinos: “Justamente, otro de los grupos de investigación a bordo del Puerto Deseado se dedicó a estudiar los invertebrados marinos, como estrellas y erizos de mar, entre los equinodermos, y numerosas especies de moluscos, nemertinos, crustáceos y anélidos”.

En esta campaña, se capturó fauna marina hasta los 900 metros de profundidad. “Debimos utilizar el ginche de pesca con precaución, porque los fondos marinos en la Antártida son bastante irregulares, más allá de que contamos con una ecosonda a bordo para analizar los relieves y evitar que haya enganches o roturas en la red”, detalló el biólogo.

De manera permanente, el Puerto Deseado registra la salinidad y temperatura del agua superficial y de profundidad. Para extraer especies o tomar muestras de los sedimentos en los fondos marinos, el buque disminuye su marcha, avanzando a una velocidad cercana a los tres nudos. En tanto, se detiene completamente para tomar muestras de agua a distintas profundidades, hasta un máximo de 4000 metros.

Fuente: Agencia CTyS.
Imagen: wallpaperswide.com