La ‘sobrecacería’ del huemul puso a la especie en peligro de extinción y obligó a esos animales a cambiar sus tradiciones migratorias confinándolos a zonas boscosas de alta montaña, situación que hizo bajar considerablemente el número de ejemplares que, en la actualidad, ronda entre los 350 y 500, según un estudio realizado por científicos del Conicet.
Un equipo de investigadores liderado por Werner Flueck confirmó que el huemul, el cérvido más austral del mundo, tenía una tradición migratoria en un hábitat amplio que combinaba zonas abiertas (praderas) y boscosas de áreas montañosas de la península patagónica.
Según el informe, publicado en la revista especializada Conservation, la presencia humana confinó a los ejemplares de huemul a las altas montañas donde la calidad nutricional del forraje es inferior por lo que padecen enfermedades del esqueleto y viven menos.
Hippocamelus bisulcus
El Hippocamelus bisulcus, su denominación científica, «no es distinto a otros cérvidos», aseguró el Conicet a través de un comunicado y precisó que la causa de la disminución de los ejemplares «se debe a la presión antrópica histórica y prehistórica que resultó en su expulsión de buena parte de su territorio original en la península patagónica y lo dejó sobrevivir exclusivamente en refugios del bosque andino alto».
«Esta especie refugiada perdió entonces sus tradiciones migratorias (ciclo cultural de traslado de invernadas a veranadas) y su acceso a diversos hábitats como praderas y vegas, modificando sus prácticas alimentarias», aseguró Flueck, primer autor del trabajo e investigador del Conicet en el Parque Nacional «Nahuel Huapi», que depende de la Administración de Parques Nacionales.
Como parte del estudio, los científicos colocaron radiocollares a tres ejemplares y estudiaron sus movimientos entre 2017 y 2022, en los que se advirtió el poco desplazamiento de los animales.
«Es el único cérvido en el mundo que habita veranadas (por la temporada estival) en las cordilleras montañosas, donde está durante todo el año como reacción a las actividades antropogénicas», apuntó el coordinador del estudio.
Sin embargo, «la anatomía del huemul demuestra que está adaptado a praderas (áreas abiertas desforestadas)», pero «desafortunadamente la presencia humana lo alejó de sus tradiciones migratorias, cambio que disminuyó sus tasas de reproducción y alteró de manera perjudicial su salud», de acuerdo al trabajo científico.
La actualidad del huemul
En la actualidad, se estima que de la metapoblación original en la Argentina solo quedan entre 350 y 500 huemules, fragmentados en unos 60 grupos a lo largo de 1.800 kilómetros de los Andes.
Y que uno de los grupos poblacionales más destacados está en el Parque Protegido Shoonem, Alto Rio Senguer, en la provincia de Chubut.
«La pérdida de las tradiciones migratorias del huemul a raíz de la ‘sobrecacería’ en el pasado y el establecimiento de poblaciones humanas en zonas habitadas por estos animales puso a esta especie en peligro de extinción», agregó Flueck, y advirtió que la reclusión obligada a regiones de los Andes, en zonas clasificadas como veranadas, sería un factor que explicaría la disminución de su población y la alta proporción de ejemplares con afección del esqueleto y baja longevidad.
«Los datos históricos encontrados demuestran que en el pasado el huemul tuvo miembros que migraron estacionalmente pasando de zonas andinas boscosas, clasificadas como veranadas, a regiones no boscosas de la península patagónica durante los inviernos», sostuvo el especialista.
La pérdida no es sólo de hábitat sino también de un patrón cultural, ya que la migración se pasa de las madres o el grupo a las crías como hábito porque no es genética, explicó el especialista.
«Sin educación no hay migración posible, solo movimientos mínimos ocasionales por contingencia climática», precisó.
La extinsión, un gran problema
La extinción es un «proceso irreversible», afirmó Flueck y enfatizó en que «si se extingue el huemul sería un fracaso del sistema humano, y de las naciones de la Argentina y Chile».
Asimismo, el especialista consideró que «los mamíferos grandes, como los huemules, tiene un rol relevante en el funcionamiento de un ecosistema» y explicó que «parte de la solución sería la reintroducción del huemul a zonas de invernadas usadas históricamente, en aquellas áreas donde se logren neutralizar las amenazas antrópicas y ambientales».
«Con un buen monitoreo se podría comprobar el efecto de esa medida en la salud y en la respuesta poblacional, sería la prueba que se ha logrado crear poblaciones ‘fuentes’, y con eso una fase de recuperación de la especie», apuntó Flueck como desafío para evitar la extinción.
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