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En Santa Fe, cada año hay más estudiantes con discapacidad integrados en escuelas comunes

Más de 7300 niños y jóvenes con discapacidad estudian en escuelas comunes, a través de propuestas de integración con escuelas especiales. En 2011 eran menos de 5000

La estadística de los últimos 3 años muestra resultados positivos de los esfuerzos del Estado provincial para que los estudiantes con discapacidad accedan al sistema educativo y, de acuerdo con sus características particulares, avancen en los niveles escolares obligatorios.

En los últimos 3 años, 2300 estudiantes más se incorporaron a ofertas educativas integradas entre escuelas comunes y especiales. En 2011, 4957 estudiantes eran parte de este modo de aprendizaje, pero en 2014 ese número se elevó a 7336.

Este año, de los 13440 estudiantes matriculados en la modalidad Especial, más de la mitad accedió a las condiciones transitar una trayectoria educativa integrada con las propuestas curriculares de la educación común, primaria o secundaria.

“Estos resultados son muy alentadores porque nos demuestran que vamos por el mejor camino para garantizar derechos de nuestros niños y jóvenes”, valoró la ministra de Educación, Claudia Balagué. “Desde nuestra concepción de escuela abierta, y siguiendo las metas de calidad e inclusión socioeducativa que nos hemos propuesto como gestión, en la Educación Especial partimos de considerar el potencial de cada niño y cada joven, y configuramos trayectorias educativas integrales y reales, de acuerdo con las posibilidades de aprendizaje que van siendo cada vez más amplias”, se explayó la ministra.

“En este momento, la oferta educativa provincial es de 118 escuelas especiales públicas y 26 privadas, que ya no trabajan de manera cerrada, sino que generan lazos muy diversos con las escuelas primarias y secundarias de la misma localidad para abrir las perspectivas de los proyectos de vida de los chicos con discapacidad”, expresó Balagué.

“Por supuesto que esto implica poner en marcha otros modos de pensar las trayectorias educativas, superando estereotipos y en el marco de una permanente construcción en las que los docentes santafesinos vienen desempañando un rol fundamental”, reflexionó la ministra.

“Esta concepción, de trayectorias educativas particulares que atiendan la diversidad, excede a la discapacidad, porque desde este paradigma estamos abordando toda la escolaridad obligatoria, especialmente la secundaria, donde la incorporación de jóvenes a través del Plan Vuelvo a Estudiar, como ya lo venimos mostrando, nos exige el diseño de estrategias particulares para atender cada situación”, agregó.

Analía Gomítolo hace 23 años que trabaja como docente en Educación Especial, y 16 años los dedicó a la integración de jóvenes con discapacidad en el nivel secundario. “La cantidad de jóvenes que se integran a la escuela secundaria aumentó de manera exponencial”, consideró.

“Cuando comencé a trabajar en el servicio de integración que depende de la Escuela N° 2119 de Villa Gobernador Gálvez, teníamos 13 estudiantes en integración; en 2008 tuvimos 22 y hoy son 64 los chicos que acompañamos en 33 escuelas secundarias de Rosario y la región”.

Gomítolo rescata que la Ley Nacional de Educación instrumentó modificaciones que ya se estaban dando en la concepción de la Educación Especial, y facilita la concreción de nuevos modos de brindar acceso a la educación a las personas con discapacidad.

“Antes teníamos a los alumnos agrupados por patologías, en consecuencia del paradigma médico que regía la Educación Especial; actualmente somos un equipo interdisciplinario que aborda la situación de cada chico como única, y el estudiante circula por todos los espacios educativos, comunes y especiales, con diversos grupos”.

En este sentido, la directora provincial de Educación Especial, María Beatriz Álvarez, explicó que Santa Fe puso rápidamente en marcha la letra de la ley no solamente por su fuerza normativa sino porque coincide con el concepto de calidad educativa sobre el que se construye el proyecto educativo santafesino.

“Bajo este paraguas, diseñamos procesos de integración escolar mediante los que los niños y jóvenes pueden construir sus aprendizajes en el marco de la educación como un sistema que los integra, y que no los confina a un espacios limitado como eran las tradicionales aulas de las escuelas especiales”, indicó Álvarez y valoró: “El proceso de integración se construye colaborativamente, a través de dispositivos que se diseñan entre la escuela especial y la escuela común”.

“Estos procedimientos tienden a continuar democratizando el sistema educativo, también a través de la integración de instituciones y disciplinas, en este caso, para atender situaciones particulares de cada estudiante y permitirle desplegar su máximo potencial, donde cumplen un rol fundamental las redes familiares y sociales que favorecen la participación de los estudiantes tanto en la escuela como en la comunidad”, agregó.

Cuando un estudiante con discapacidad llega al sistema educativo, docentes de las escuelas común y especial preparan el dispositivo más pertinente para que ese alumno desarrolle su máximo potencial de aprendizaje. “Para nosotros la mayor preocupación, en la secundaria, es que los chicos aprendan los contenidos del nivel, y notamos avances, por ejemplo, porque antes los alumnos ciegos no recibían clases de matemática o los sordos no recibían clases de inglés”, recordó Gomítolo.

“No solo que ahora se forman en esos espacios curriculares, sino que vemos con satisfacción que muchos de ellos terminan quinto año. Sin ir más lejos, ayer fuimos a la graduación de dos chicas sordas que cursaron en la Escuela Vigil de Rosario. O en la (escuela secundaria) 432 este año se recibieron tres estudiantes que tienen discapacidad intelectual; algo que era impensado hace unos años”, destacó.

Para Gomítolo, “estos son los resultados de la transformación que se está haciendo de la educación, donde se ve que vamos pasando de una escuela homogeneizadora a otro paradigma que no considera a la educación especial en paralelo, sino como parte de la trayectoria educativa de cada niño o cada joven”. “Son resultados que motivan a seguir afrontando el desafío de estos cambios, que no se pueden atender de manera aislada”, concluyó.

También en el nivel superior

Para Balagué, “las estrategias de integración temprana ofrecen más u mejores posibilidades de alcanzar los niveles máximos del sistema educativo”. Como ejemplo, días atrás se conoció el caso de Antonella Cusmai y Juliana Rivas, dos jóvenes con Síndrome de Down que cursaron un trayecto de materias de taller de cuatro años de duración en la Escuela Provincial de Artes Visuales de Rosario. Así, las jóvenes aprobaron talleres de Cerámica, Dibujo, Pintura, Grabado y Escultura, y dieron el ejemplo de integración mediante el cursado de materias propias del nivel superior.

 

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