En un estudio realizado en escuelas en contexto de riesgo por pobreza extrema, investigadores desarrollaron un programa para promover las emociones positivas en los niños, capacitando a los docentes para que puedan incluirlo como parte del currículo. Los niños que experimentan emociones positivas (como la alegría, la serenidad, la gratitud, la autoestima y la satisfacción) muestran mayor respeto por los demás, mayor cooperación, valoración personal, seguridad en sí mismos, mayor autocontrol y capacidad de disfrutar.
En la actualidad, la escuela enfrenta nuevos y grandes desafíos para crear ambientes positivos de aprendizaje. Los episodios recurrentes de agresividad, falta de respeto, indiferencia y apatía de los alumnos desafían a los docentes a utilizar estrategias integrales que estimulen el aprendizaje y el desarrollo de las competencias afectivas y sociales. Por otro lado, existe un creciente interés por el análisis de las políticas educativas en relación con el desarrollo socio-afectivo de los alumnos y los procesos de convivencia en la escuela. Sin embargo, en Argentina no abundan las instancias de formación docente ni materiales de lectura que aporten herramientas concretas para llevar a cabo esta labor.
En este marco, un grupo de investigadores de Psicología de la UAP y del Conicet se embarcó en un proyecto para desarrollar un programa con herramientas prácticas destinado a promover emociones positivas en el contexto escolar. El proyecto se implementó en escuelas a las que asistían niños que se encontraban en contexto de riesgo por pobreza extrema. Como fruto del trabajo en diferentes escuelas, las doctoras María Cristina Richaud de Minzi y Laura Oros sintetizaron los hallazgos de su investigación en el libro «Cómo inspirar emociones positivas en los niños. Una guía para la escuela y la familia», publicado recientemente por la editorial de la UAP.
Según las investigadoras «las emociones positivas suelen identificarse como experiencias de bienestar, placer e interés hacia las necesidades de los demás. Asimismo como producto de los avances de las disciplinas psicológicas y educativas, y de los cambios en los procesos de interacción y convivencia entre los alumnos, se ha incrementado el interés por los programas de educación emocional en la escuela. En esta línea, es común que se den a conocer nuevos planes educativos tendientes a favorecer una educación de calidad, que prioriza la formación integral de los alumnos y abarca los aspectos sociales, afectivos emocionales, cognitivos, motrices y expresivos, y favorece el desarrollo de valores y hábitos de cooperación, confianza, autoestima, solidaridad, cuidado y respeto hacia sí mismo y hacia los otros.
Para lograr de manera eficaz estos objetivos, que han sido fijados por el sistema educativo argentino, y comunicados por el ministerio de Educación de la Nación, se requiere de una formación socioemocional que se fusione con la enseñanza de los contenidos curriculares básicos».
«Por tal motivo el libro busca promover la resiliencia infantil desde la escuela y una de las características que favorece el desarrollo de la resiliencia (es decir, la capacidad de sobrellevar las dificultades y crecer en forma saludable a pesar de éstas) es la experiencia frecuente de emociones positivas. El mismo está dirigido a docentes del nivel inicial y de los primeros tres años del nivel primario, psicólogos, psicopedagogos y profesionales interesados. También incluye un capítulo dedicado a los padres interesados en enriquecer la experiencia afectiva de sus hijos», concluyeron las especialistas.
Fuente: Infouniversidades
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