En un nuevo “Conversaciones por Rosario”, ciclo de charlas organizado por Fundación Rosario, la docente rosarina María Cristina Gómez analizó la vuelta a clases y explicó el desafío de la educación híbrida que proponen desde la Red de Educadores Innovadores.
María Cristina Gómez es docente de Historia, Formación Ética y Ciudadana y Sociología. Da clases en las escuelas El Ceibo y Santa Margarita de Rosario.
En marzo de 2019 compitió por el Global Teacher Prize 2019 en Dubai, donde fue elegida como una de las 50 mejores docentes del mundo. Aprovechó las capacitaciones y aprendizajes obtenidos y así fundó la Red de Educadores e Innovadores, una iniciativa que tiene por objetivo ser un referente en el campo de la educación y la innovación.
“La innovación como clave para educar en contextos vulnerables”
Con el discurso “La innovación como clave para educar en contextos vulnerables”, Maria Cristina desafió a dejar de lado la «pedagogía de la lástima» y brindar los mejores recursos a estudiantes que están en contextos de vulnerabilidad socio económica: “La idea era transmitir que el hecho de que un chico nace en un ambiente vulnerable o de pobreza no lo incapacita para recibir una muy buena educación, sino que al contrario. Y nuestro rol como docentes es encontrar ese talento que está disperso, aún en esos contextos, y ofrecerles experiencias desafiantes que le permitan encontrar un camino, una vocación para romper ese círculo de pobreza y exclusión que se ve en zonas periféricas o de vulnerabilidad”.
En una nueva conversación organizada por Fundación Rosario, la docente rosarina sostuvo que “la pandemia expuso con mayor crudeza una situación que ya teníamos. Escuelas sin conectividad, chicos aislados. De hecho mi trabajo en el contexto de vulnerabilidad con el uso de la tecnología se realizaba dentro de la escuela, con nuestros datos y tablets, dando una inmersión tecnológica dentro del aula para que los chicos accedan a contenidos con otra forma de encarar las clases. Pero ya con la pandemia los barrios quedaron aislados, y los chicos desconectados. La pandemia no generó desigualdad, sino que mostró una situación preexistente”.
Red de Educadores Innovadores
“Uno no se puede quedar con toda esta experiencia y guardarla en una cajita. Yo entiendo que el más rico es el que más puede dar, y yo volví llena de saberes y experiencias para compartir y enriquecer a todos”, cuenta Cristina.
Así fue como comenzó a generar una red donde convocaron a docentes de Rosario y la región para que les enviaran sus proyectos innovadores. “Sabemos que hay talento escondido, y buscamos darle valor, un cuerpo académico para poder hacer de puente. Creo que nos falta ese nexo entre el mundo de la academia y el docente del aula”, agrega.
“Yo estoy en la Universidad, soy profesora de postgrado, pero también estoy en el aula, y eso es un tesoro y muchos podemos hacer de puente. Entonces creo que el valor de la Red es ayudar a que el docente que está proyectando algo innovador tenga un respaldo y acompañamiento”, explica la docente, al tiempo que invita a sus colegas y demás innovadores de la educación a sumarse y/o interiorizarse en esta red ingresando a la web oficial.
Vuelta a clases
María Cristina manifiesta que el modelo bimodal es algo alternativo para las aulas que no tienen la superficie adecuada para respetar el distanciamiento sanitario, pero que no es lo ideal.
“Vamos a tener chicos yendo a las aulas cada quince días, generando una logística que será muy difícil para los docentes, pero creo que tenemos que reflexionar más allá de esta coyuntura, y entender que lo que viene es una educación híbrida. Ahora debemos sacar provecho de esto para preparar mejor a nuestros alumnos para la educación del siglo XXI. El mundo ya cambió, y esta dicotomía de volver a la presencialidad y olvidarnos de la parte virtual no es así, sino que por el contrario, debemos ser consecuentes y tener algo complementario. Debemos aprovechar la presencialidad para darle apoyo a los que estuvieron desconectados y darle material para que desde sus hogares sigan conectados con el docente y con el aula”, expresa.
La rosarina responde que la inmersión virtual desnudó la brecha digital en términos de equipamiento y conectividad, dejando a millones de estudiantes fuera del sistema. Agrega que mucho más grave fue constatar que no había suficientes recursos humanos formados para dotar a cada escuela de un plan que gestionara adecuadamente el proceso de enseñanza y aprendizaje.
“El ciclo 2021 nos encuentra con una vuelta a la presencialidad, ganada a base de presión social de académicos, grupos de padres, y entidades de la sociedad civil, a la luz de los informes de destacadas asociaciones científicas, que destacaron la necesidad de que los niños y jóvenes volvieran a las aulas, atendiendo a su salud de manera integral”, sostiene Gómez.
NATURALIZAR LA TECNOLOGÍA EN EL AULA
Aguarda que la experiencia del 2020 sea el insumo principal del diseño de un modelo de aprendizaje en el que “se naturalice la incorporación de la tecnología, no como una alternativa de emergencia, sino para sacar provecho de la experiencia, de docentes y alumnos. Y muy especialmente para incluirla en la presencialidad de las aulas, para apoyar a los desconectados, y dotarlos de las competencias básicas digitales necesarias para su desempeño en la vida, no sólo en la escuela”.
El aprendizaje a distancia, online, ya existía antes de la pandemia, pero se circunscribía a un circuito académico y profesional que no se cruzaba con la educación obligatoria. Las experiencias de uso de las tecnologías en la escuela estaban en el mejor de los casos articuladas a proyectos puntuales y mayoritariamente a cargo de profesores de informática.
Explica la docente que la inmersión virtual del 2020 se realizó a partir del uso de los pocos recursos disponibles, y giró en torno a dos formatos, el del uso de plataformas y whatsApp; remarcando que la didáctica fue la gran ausente.
«Pudimos comprobar que el uso de aplicaciones, juegos, etc, no estaban en el portafolio de recursos de los docentes de nuestro país. Sumado a los problemas de conectividad, el abordaje de la inmersión virtual estuvo signada por las comunicaciones por WhatsApp y envío de materiales escritos (pdf; fotos). Las clases por videoconferencia, el uso de las plataformas constituyó apenas una excepción. Se trasladó la dinámica de la clase presencial a las pantallas, y las aulas virtuales se convirtieron en depósitos de tareas y archivos de texto», amplía.
El modelo híbrido que plantean desde la Red de Educadores Innovadores, implica un enfoque diferente, fuertemente centrado en el alumno, con un rol docente de guía y productor de contenidos; con la incorporación de metodologías ágiles que permitan abordar proyectos con las herramientas apropiadas y una evaluación que priorice las competencias, en permanente revisión de su ciclo de mejora.
«Esta descripción nos muestra la esencia del modelo, pero necesita de una bajada a tierra en términos de infraestructura, logística y recursos humanos», señala.
«La escuela a la que volvemos ya no es la misma de hace un año, y pensar que por efecto de la presencialidad retomaremos la práctica docente como si nada hubiese pasado es un grave error. Será necesario también resignificar el encuentro físico y el ‘nuevo’ espacio de lo virtual. Las clases presenciales deberán ser el ámbito ideal para introducir a los alumnos en la adquisición de competencias digitales. El maestro no sólo volverá con la tiza, deberá volver con la tablet, la computadora o el celular», concluye María Cristina.
Desde la Red de Educadores Innovadores diseñaron una encuesta para medir el funcionamiento de las burbujas, en esta vuelta a la presencialidad.
La misma está dirigida a docentes de todos los niveles del país. Este estudio está pautado en tres etapas que cubren el ciclo 2021 trimestralmente, y pueden responderlo haciendo click aquí: Funcionamiento de Burbuja estudiantil marzo 2021
Fuente: Por Matías Zupel | Fundación Rosario
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