Continuando con la temática abordada en Aptus Nº30, voy a referirme a otra de las funciones que , según la Ley de Educación Nacional (art. 72) corresponden a la Formación Docente, como parte constitutiva del Nivel Superior : la de Apoyo pedagógico a las escuelas.
Cabe destacar que las cuatro funciones consignadas (Formación inicial, Formación docente continua, el Apoyo pedagógico a las escuelas y la Investigación educativa) se articulan, nutren y enriquecen entre sí. No obstante, por Res.CFE 140/11, se acordó que la Formación docente inicial (indispensable para los Institutos de Formación Docente), debe implementarse junto con la Función de Apoyo Pedagógico a las escuelas en todos y en cada uno de los Institutos del país.
Antes de centrarme en el tratamiento de la temática específica, es necesario recordar algunos aspectos previos a tener en cuenta:
- sustituir la histórica visión de considerar a las escuelas como el lugar en el que se “aplica” la teoría desarrollada en el IFD, ya que el conocimiento se sustenta en una concepción integrada;
- superar la perspectiva según la cual el “afuera” del Instituto formador es el ámbito de legitimación de lo que en él se aprende, porque no es ir desde un lugar a impactar en el otro, ni es recibir un apoyo que viene de un lugar ajeno a la escuela.
- redefinir tanto las prácticas de enseñanza de los docentes en las escuelas y las prácticas de enseñanza de los alumnos y docentes de los Institutos Superiores, ya que ambos espacios son fuente de conocimiento y reflexión conjunta y responsabilidad de todos y de cada uno de los actores involucrados.
Ahora bien, a fin de esclarecer de qué trata esta Función, voy a sintetizar conceptos de un documento del Instituto Nacional de Formación Docente que puntualmente la trabaja y están vinculadas prioritariamente a su alcance y a su “territorio”.
¿Qué es?
El apoyo pedagógico busca conocer, pensar y asumir procesos de trabajo concreto compartidos entre los ISFD y las escuelas, de manera de entablar una reflexión permanente sobre las prácticas de enseñanza, no sólo para procurar la mejora de los aprendizajes de los educandos en el contexto de la escuela sino también para generar nuevas experiencias formativas en los futuros docentes.
De esta manera se facilitan espacios compartidos en los que, entre otras cuestiones, se potencian los propios saberes aprendidos en la formación inicial; se revisan supuestos y modelos de enseñanza que subyacen en las prácticas; se sistematizan propuestas de mejora construidas entre colegas de ambas instituciones, incorporando en los mismos, a los alumnos-futuros docentes .
Promover la investigación situada, el conocimiento pedagógico colectivo e identificar situaciones de enseñanza que dan sentido a la dinámica educativa lograrán que las producciones compartidas retornen a las escuelas y a los profesorados.
Los conocimientos que los docentes han adquirido durante su trayectoria -también con el marcaje de su propia biografía- y los que van construyendo en forma colaborativa con otros docentes y con los alumnos, facilita la circulación multidireccional entre ambas instituciones.
¿Con quiénes?
Para ello es fundamental incorporar la idea del “territorio educativo”, tanto desde lo espacial como del tejido socio-político-institucional. Porque la escuela, “ventana de la sociedad”, se integra en la comunidad, no está desvinculada de ella. Por lo tanto, en su interior “aparecen las condiciones socioculturales del barrio o la ciudad, de las familias cuyos niños van a esa escuela, las organizaciones, instituciones y movimientos que interpelan a los niños y a sus familias que, a veces, interactúan con la escuela”.
Se requiere entonces, salir de los modelos autorreferenciales y cerrados en los IFD para “abrirse” a nuevas modalidades de encuentro con todas las escuelas, no sólo las asociadas con las que se comparte el espacio de la Práctica, sino con las que se configuran como comunidades de aprendizaje, entendidas como una “propuesta de política educativa, centrada alrededor de una estrategia de desarrollo y transformación educativa y cultural, con protagonismo ciudadano que tiene en cuenta el desarrollo humano”. Entonces, el maestro se forma para los niños y niñas reales de un espacio singular y propio y con las voces de todos los actores.
Los nuevos Planes de Formación Docente cuentan con valiosos dispositivos para implementar y desarrollar estrategias que promuevan el acompañamiento pedagógico a las escuelas: Talleres, Ateneos, Seminarios, Trabajo en equipo, Reuniones y Diseño de proyectos interinstitucionales para un área o asignatura … promoverán la participación activa de los actores, a la luz de un compromiso ético con la mejora continua de las instituciones.
Articular…, “tender puentes”… para ver al otro de cara, de frente, ya que si queremos resignificar a la formación como trayectoria, es “ necesario interrogarse por los hilos que permiten hilvanar las numerosas y diversas experiencias por las que el estudiante transita…”, con una “doble mirada” : la de las condiciones donde se produce el aprendizaje del oficio y la de la escuela con su desafíos y realidades constantes.
En síntesis, habilitar diálogos que se traduzcan en acciones para asumir el derecho a tener derechos y provocar el deseo de aprender, para recuperar el derecho de aprender.
Dra. Ana Beatriz Scoccia – Maestra Normal Nacional con Especialización en Formador de Formadores – Abogada
Para leer la nota en la revista, hacé click acá.
Imagen: archivo de imágenes
Comentar