Esta experiencia única a nivel mundial empezó en el mes de julio en Totoras, con el objetivo de transformar los desperdicios en una fábrica de productos de alto valor agregado como bioetanol y plástico biodegradable.
Tecnológicamente las aguas servidas son utilizadas como fuente de nutrientes a las que se les aplica un consorcio bacteriano desarrollado en un laboratorio de la Facultad de Ciencias Bioquímicas de la Universidad Nacional de Rosario.
Luego, esas bacterias empiezan a degradarse y se le agregan lentejas de agua que “son unas plantas chiquitas pero con propiedades muy interesantes ya que pueden duplicar su masa día a día consumiendo nutrientes y a su vez, van depurando los efluentes”, explica el Especialista en Gestión de Emprendimientos Biotecnológicos.
Las lentejas de agua tienen la propiedad de acumular almidón que es la fuente para obtener productos de alto valor agregado por fermentación, como el bioetanol o los plásticos biodegradables. “Lo que se logra es aumentar biomasa, depurar agua y generar por fermentación los productos”, aclara.
«En Totoras vamos a proyectar una planta de bioetanol para producir aproximadamente de 30.000 a 50.000 litros al año que se pueden generar en cuatro hectáreas de lagunas», afirma el especialista y agrega: «Estamos escalando de unos 80 metros cuadrados que tenemos actualmente a unos 40.000 y la idea es que el año que viene esté funcionando completamente».
«La biotecnología nos da la posibilidad de utilizar herramientas de la naturaleza y aplicarlas para que podamos tener un mejor y sostenible ritmo de vida, dejando de lado el concepto de basura y pasando a un nuevo paradigma de que todo es usable y va ciclando», concluye el biotecnólogo al considerar que en la naturaleza no existe la basura, sino que se trata de un concepto humano.
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