El rol docente es irremplazable, no como dueño del conocimiento, sino como principal apoyo, nexo con la sociedad y guía en el proceso de aprendizaje y una política pública integral debe incluir necesariamente formaciones y actualizaciones docentes.
No se puede delegar la responsabilidad en los docentes sin acompañarlos y darles las herramientas necesarias para asumir este rol.
Mucho menos se puede prescindir de ellos en la educación digital de niños y niñas. Apelar al aprendizaje autodidacta sólo deriva en conocimientos incompletos y rudimentarios, y excluye a todos aquellos que no tienen la posibilidad de aprender de manera solitaria.
La escuela es el mejor espacio para construir en comunidad un aprendizaje activo: educar en programación o en herramientas digitales es también enseñar sobre derechos, posibilidades y responsabilidades en la era digital, es discutir los estereotipos y repensar las representaciones sociales ligadas a la tecnología.
Acompañar a los docentes implica no sólo darles herramientas conceptuales sino también poner a su disposición materiales y herramientas diversas, preferentemente nacionales, como por ejemplo:
Manuales docentes, como los desarrollados por la Fundación Sadosky; Plataformas con contenido interactivo secuenciado didácticamente, como la Plataforma Mumuki; Plataformas de contenidos libres que puedan servir de apoyo en clases presenciales, como Pilas Bloques y todas las iniciativas del Instituto Nacional de Formación Docente del Ministerio de Educación de Argentina.
El impacto de este tipo de políticas públicas sólo podrá verse en profundidad a largo plazo.
Por eso, al medir su efectividad debemos no sólo observar la creación de nuevos puestos de programadores, sino también el ingreso a carreras relacionadas, el mayor y mejor uso de las herramientas de información dentro y fuera de la escuela, una mejor comprensión de la realidad tecnológica y el ejercicio más activo y responsable de la ciudadanía digital.
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