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Dormir bien para aprender mejor

El sueño en la infancia y adolescencia no es un lujo, es una necesidad biológica. Retrasar el horario de ingreso escolar podría marcar una gran diferencia en el bienestar y el rendimiento de los estudiantes

¿A qué hora se despierta tu hijo para ir al colegio? ¿Y a qué hora se acuesta? Si sos como la mayoría de las familias, probablemente la respuesta incluya algo de apuro, algo de cansancio y mucho café. La realidad es que muchos chicos —y especialmente los adolescentes— no están durmiendo lo suficiente, y el horario de entrada escolar tiene mucho que ver.

Los especialistas en salud y neurodesarrollo coinciden en que el sueño es un factor clave para el aprendizaje, la memoria, la regulación emocional y el crecimiento físico. Sin embargo, el ritmo escolar actual muchas veces está desalineado con las necesidades reales del cuerpo en crecimiento.

⏰ ¿Cuántas horas necesitan dormir los chicos?

  • Niños de 6 a 12 años: entre 9 y 12 horas por noche.

  • Adolescentes de 13 a 18 años: entre 8 y 10 horas.

Parece mucho, pero no lo es. El cuerpo infantil necesita ese descanso para consolidar lo aprendido durante el día, regenerar tejidos, estabilizar el estado de ánimo y prepararse para nuevos desafíos.

El problema es que los horarios escolares —muchas veces fijados por razones históricas, logísticas o laborales— suelen exigir que los chicos se levanten muy temprano, incluso cuando su organismo no está listo para activarse. Esto es especialmente cierto en la adolescencia, cuando el reloj biológico se “desplaza” naturalmente hacia más tarde. Obligar a un adolescente a pensar a las 7:30 de la mañana es como pedirle a un adulto que rinda un examen a las 3 de la madrugada.

🧠 Menos sueño, menos concentración

La falta de sueño afecta la capacidad de atención, la memoria de trabajo, el estado de ánimo y la tolerancia a la frustración. Los chicos mal dormidos llegan a clase con el cuerpo presente pero con el cerebro en modo ahorro de energía. Y eso no solo impacta en su desempeño académico, sino también en su conducta y en su salud mental.

Además, se ha observado que los estudiantes con rutinas de sueño más estables y adecuadas muestran mejoras en su rendimiento escolar, mayor motivación y menores niveles de estrés y ansiedad.

📅 ¿Y si empezaran un poco más tarde?

Algunas escuelas en distintos países han probado modificar sus horarios de ingreso, y los resultados son alentadores: menos ausentismo, mejor rendimiento y alumnos más descansados. Aunque no es una medida sencilla —porque implica reorganizar tiempos familiares, laborales y escolares—, cada vez más voces piden al menos abrir el debate.

Adaptar la escuela a los ritmos biológicos de los estudiantes puede parecer un pequeño cambio, pero tiene potencial para generar un impacto profundo. Porque cuando el cuerpo duerme, el cerebro no se apaga: trabaja, organiza, crece. Y si queremos que nuestros chicos aprendan mejor, quizás el primer paso sea permitirles dormir mejor.