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Día Internacional para la Tolerancia: por qué sigue siendo un valor urgente

Promover la convivencia pacífica es más que un gesto: es una construcción diaria que sostiene nuestras comunidades.

Un recordatorio que llegó para quedarse

Cada 16 de noviembre se celebra el Día Internacional para la Tolerancia, una fecha instaurada por la UNESCO en 1995 para poner sobre la mesa un mensaje simple y contundente: sin tolerancia, no hay sociedad posible. Y aunque la frase suene obvia, la práctica cotidiana demuestra que aún queda mucho por hacer.

Qué entendemos hoy por tolerancia

Lejos de ser una postura pasiva o un “aguantar por aguantar”, la tolerancia implica reconocer las diferencias, aceptar que no todos pensamos igual y convivir sin violencia. Supone escuchar, debatir sin atacar y frenar el impulso de responder con hostilidad ante lo distinto. En tiempos de polarización acelerada, este valor se vuelve un pequeño superpoder.

La educación como raíz

Las aulas son uno de los primeros espacios donde se aprende (o se desaprende) a convivir. Por eso, las escuelas que trabajan habilidades socioemocionales, diálogo respetuoso, resolución pacífica de conflictos y pensamiento crítico están sembrando justo en el lugar correcto. La tolerancia no aparece de un día para otro: se entrena.

La tolerancia en la vida cotidiana

No hace falta un gran discurso para practicarla. Está en dejar lugar para la opinión ajena, en no reaccionar a la defensiva, en reconocer prejuicios propios, en aprender a disentir sin despreciar. Los pequeños gestos construyen grandes climas sociales.

Un valor que fortalece democracias

Sociedades que toleran son sociedades que escuchan, discuten con respeto y logran acuerdos. La tolerancia es un antídoto contra la violencia, la discriminación y la exclusión. Por eso no es solo un ideal moral: es una condición para la estabilidad democrática.