Muchas veces con lo que decimos podemos estar minimizando situaciones que afectan el bienestar de chicos y chicas. Como personas adultas, el primer paso para prevenir esta violencia es no mirar al costado frente al acoso y accionar de forma conjunta con el grupo de pares y la comunidad educativa para que nadie sufra. El acoso provoca consecuencias en la autoestima y la salud mental de chicos y chicas. El primer paso para combatirlo es no minimizarlo y reconocer que es un acto de violencia.
Para quien recibe el acoso, es muy difícil expresarse sobre lo que está transitando. Más teniendo en cuenta que estas agresiones son grupales. La clave está en enfocarnos en la potencia de los y las espectadores de la situación: si el grupo no se hace eco de los mensajes agresivos, si no potencian a quien agrede…no hay bullying ni ciberbullying.
Lo más probable es que si algún chico o chica sufre bullying, le cueste muchísimo expresarlo con la palabra. Por eso es muy importante como adultos estar atento a las señales.
Algunos signos que pueden aparecer son:
- Que no quieran asistir a la escuela o eventos sociales.
- Sentimientos duraderos de vergüenza, depresión y baja autoestima.
- Cambios llamativos en su humor o comportamiento. Se pueden mostrar más irritables, ansiosos o sensibles.
- Que disminuya el rendimiento escolar y que el niño o la niña se sienta mal físicamente, sin ganas de ir al colegio.
- Que los veas más agresivos/as contra sí mismos u otros.
- Que tengan dolores de cabeza, de panza, diarrea, cambios en la alimentación.
- Trastornos del sueño.
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