Ese día pensó que quizá mejor dedicarse a otra cosa. Ingeniero tal vez, veterinario, corredor de bolsa o conserje en un hotel; pero otra cosa. Es que su primera experiencia como docente de música había sido un brutal fracaso, señal de que el camino estaba errado. Pero ¿qué hacer con los años de dedicación, estudios y pasión? ¿Cómo sortear eso que desde la entrañas se le escapaba como hormigueo cada vez que pensaba la posibilidad de abandonar lo que él creía su más fiel vocación? ¿¡Veterinario!? La realidad era que a aquellos niños de primer grado poco les interesaba escucharlo cantar con su guitarra canciones aparentemente infalibles a la hora de captar al alumnado, más bien se dedicaron al caos, el griterío y todo tipo de juego que incluya corridas por el aula. Tal vez con los perros se llevase mejor, quién sabe.
“¿Qué hacés cantando canciones que nada tienen que ver con vos, con lo que vos sos?”, le dijo una colega luego de la nefasta experiencia. La visión cambió, quizá tenía razón. ¿Veterinario?, no. La clase siguiente decidió abandonar el Andón Pirulero y propuso golpetear los bancos y las sillas, batir palmas y cantar al ritmo del samba reggae. Los niños se sumaron a la ronda, entusiasmados. La clase fue un éxito y aquella mala experiencia, el impulso para abrir nuevos caminos.
Así nació África en el aula, una propuesta de educación musical gestada por Augusto Pérez Guarnieri, baterista, percusionista, docente de música e investigador de la ciudad de La Plata que propone con sus trabajos nuevas maneras de pensar y avanzar en la práctica docente que se alejan de los estándares fosilizados de la educación formal. La anécdota data del ’97 y se trató de su primer práctica docente en una escuela de Sarandí (Buenos Aires). En 2007 y luego de un largo recorrido, editó su libro África en el aula cuya propuesta se basa en –según el propio Pérez Guarnieri- “hacer música de tradición afrocentrada en las escuelas, con los elementos y las realidades allí disponibles”, invitando a su vez a “transformar los instituidos relacionados con las clases de música en las escuelas”.
Así entonces, según Pérez Guarnieri, golpear los bancos con las manos siguiendo algún patrón rítmico propuesto, es también una manera de enseñar música. Y no sólo eso, es una manera de trasmitir valores ligados a la pertenencia, el compañerismo, la escucha del otro y la inclusión. De la tradición musical africana se desprenden todos estos aspectos, de allí la importancia que tiene para el investigador rescatar estos saberes que mantienen en su ancestralidad un sabio y respetable legado.
“La música de tradición afrocentrada tiene una serie de características que la diferencian del concepto occidental de música. En estas músicas TODOS participan, no existe el concepto de público/escenario sino que todos acuden a hacer y participar de un evento. Su sentido comunitario es difícil de entender para la óptica eurocéntrica, que cree en la existencia de un don o un talento innato para hacer música y en la necesidad de sofisticados instrumentos para ello, lo que genera una concepción de las artes solo para unos pocos elegidos”, explica el docente, y continúa: “he encontrado en la música africana un maravilloso recurso didáctico: al tratarse de una música esencialmente comunitaria, no hay lugar para el sentimiento de vergüenza. A la vez, el acceso es directo, inmediato, ya que no se anteponen requerimientos técnicos ni infraestructurales: todos podemos hacer música, en todo momento, lugar y con lo que tengamos disponible (sillas, mesas y el propio cuerpo)”.
Teniendo en cuenta la riquísima tradición musical y cultural argentina y latinoamericana y el permanente movimiento hacia nuevas búsquedas estéticas en el arte que se vive en el continente, el docente e investigador se sorprende de la falta de integración que existe entre estos saberes y lo que se enseña en conservatorios y profesorados de música. “No sabemos nada de nosotros mismos”, sentencia y agrega: “la educación musical en nuestro continente está aún coaptada por el pensamiento eurocéntrico muy bien instituido por los Conservatorios. Existen aún muy pocos proyectos institucionales que atiendan la formación en nuestras músicas populares, por lo que las becas, subsidios, investigaciones, formaciones musicales y clases continúan siendo mayormente dirigidas hacia la música de tradición centroeuropea. El desafío es lograr que no exista la dicotomía entre lo que la sociedad es y lo que las instituciones pretenden que seamos, ya que la música no solamente expresa lo que uno es sino que el hecho de hacer determinado tipo de música modela nuestra identidad y nos inscribe en una tradición, una cultura, una manera de ver al mundo. Si los docentes de música continúan siendo (de)formados por los conservatorios, seguiremos teniendo clases de música que alejan a la sociedad de la música”.
Augusto Pérez Guarnieri actualmente se desenvuelve como Secretario de la Cátedra Libre de Estudios Afroargentinos y Afroamericanos de la Universidad Nacional de La Plata y como investigador en el Museo de Instrumentos Musicales Dr.Emilio Azzarini de la misma Universidad, continuando sus estudios sobre el tema. Sus publicaciones pueden encontrarse en www.africaenelaula.com.ar.
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