Si hay un aspecto en el que a nivel mundial hay mayor conciencia es en la necesidad de cuidar el medio ambiente porque el planeta es uno, y los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes. Los chicos de hoy ya vienen con un pensamiento diferente al de generaciones anteriores, mucho más pendientes de la necesidad de ser sustentables. Pero a esta impronta hay que acompañarla y potenciarla para propiciar un futuro de energía eficiente, sostenible y renovable para todos.
Ocurre que si de pequeños se interiorizan buenas prácticas y recuerdos asociados al medio ambiente, de mayores será más fácil que las lleven adelante. Para ello, los adultos y los docentes tienen la responsabilidad de enseñar a los más chicos valores y hábitos ecológicos. El sitio español Consumer brindó cinco consejos al respecto:
1. Concientizar con el apoyo de todas las personas cercanas: en esta tarea, los progenitores son los protagonistas, pero los resultados serán mejores con el apoyo de su entorno cercano: familiares, amigos, profesores. La escuela en la que los niños pasan buena parte de su tiempo, puede adoptar la Agenda 21 Escolar, un programa de Naciones Unidas pensado para España, pero replicable en Argentina, para que los colegios se vuelven más sostenibles, inculcando una educación ambiental entre sus participantes.
2. Educar con el ejemplo: los niños aprenden por imitación, sobre todo de las personas de su entorno que consideran referentes. Si los más pequeños ven a los mayores tirar un residuo en la calle o en la naturaleza, o bien dejar las luces encendidas o las canillas abiertas sin necesidad, harán lo mismo. La labor de concienciación debe ser constante, diaria, y paciente. Hay que repetir las veces que sea necesario los consejos o las pautas que el niño debería adquirir. En vez de castigar las malas conductas ecológicas, es preferible reforzar y premiar las buenas, así como explicar las razones de la necesidad de cuidar los recursos.
3. Enseñar hábitos ecológicos prácticos:
Agua y energía. Cerrar la canilla y no abusar de la ducha, o apagar los aparatos o las luces si no se utilizan, son hábitos básicos que a los niños les cuesta interiorizar. Cuando se queme una lamparita, se puede ir con el niño a comprar una led y explicarle las ventajas ambientales y económicas de ahorrar electricidad.
Transporte. Siempre que sea posible hay que evitar el coche privado, para ir a pie a todas partes, en bicicleta o en transporte público.
Alimentación. El despilfarro de comida causa un importante impacto ambiental. Por ello, es muy importante inculcar valores alimenticios no solo saludables, sino también ecológicos, como no tirar la comida, comer productos locales y de temporada o evitar los productos con un empaquetado excesivo.
Reducir, reutilizar, y reciclar. La regla de las tres erres es un hábito de consumo ecológico básico según el cual lo más importante es reducir el uso de recursos, después reutilizar los productos para alargar su vida útil y, una vez que el producto no se puede emplear más, reciclarlo. Los juguetes se pueden compartir, arreglar para que duren más, hacerlos en casa con materiales reciclados, o comprarlos de segunda mano. También se pueden colocar unos contenedores de colores en casa para que los niños aprendan a diferenciar los residuos y reciclarlos.
4. Relacionarlos con la naturaleza: gran parte de los niños vive en entornos urbanos y no tiene ese contacto directo con la naturaleza, necesario para conocer la importancia de cuidarlo y comprobar las consecuencias de unos malos hábitos. Siempre que se pueda, hay que ir con ellos a la naturaleza, pasear, hacer excursiones, practicar juegos al aire libre, etc., para disfrutar de ella con respeto (evitar tirar residuos, no hacer fuegos, etc.) e, incluso, con un comportamiento más activo, como plantar un árbol. Cuando no se pueda ir a la naturaleza, conviene al menos acercarse a un parque urbano, una zona verde, un jardín botánico, etc. Otra opción es «traer» la naturaleza a casa y hacerse cargo de una planta en una maceta o, incluso, de un pequeño huerto urbano, que puede ponerse en marcha en su colegio.
5. Sugerirles cultura de contenido ambiental: los recursos educativos se han diversificado y hay que aprovecharlos para que los niños tengan más conocimientos sobre su entorno y sepan cómo y por qué deben cuidarlo. Los contenidos ambientales se pueden encontrar en formatos diversos, desde los más clásicos libros infantiles y juveniles, hasta los más modernos videojuegos.
Imagen: Iberdrola
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