¿Prohibirlos tajantemente, regular su uso o integrarlos como herramienta pedagógica?
La pregunta divide aguas, despierta pasiones y refleja algo más profundo: cómo entendemos el rol de la escuela en un mundo cada vez más digital.
📍 En Argentina: entre la tentación y el caos
En muchas escuelas del país, el uso del celular está oficialmente prohibido durante las clases. Sin embargo, todos sabemos que eso dista mucho de la realidad. Mensajes, TikTok, selfies, videojuegos… el dispositivo se cuela igual, incluso cuando duerme “boca abajo” sobre el pupitre.
Muchos docentes expresan frustración: pérdida de atención, interrupciones constantes, dificultad para sostener el vínculo pedagógico.
Pero al mismo tiempo, surgen experiencias donde el celular se transforma en aliado: para grabar un video explicativo, buscar información, generar contenido, escuchar un podcast educativo o usar apps interactivas.
🌎 ¿Y en el resto del mundo? Un mapa variado
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Francia prohibió por ley los celulares en escuelas primarias y secundarias en 2018, buscando “proteger la concentración y la convivencia”.
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Suecia está revisando sus políticas tecnológicas tras una baja en los resultados educativos, con foco en recuperar la lectura en papel.
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En Estados Unidos, el panorama es mixto: cada distrito decide. Algunos los permiten con fines pedagógicos, otros los restringen totalmente.
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Uruguay y Colombia, en cambio, promueven proyectos de uso responsable del celular como herramienta de aprendizaje, con capacitación docente incluida.
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En países como Corea del Sur o Japón, donde la cultura digital es muy fuerte, se trabaja activamente en educación digital y ciudadanía responsable desde edades tempranas.
🧠 Ventajas y riesgos: lo que hay que poner en la balanza
✔ Posibles beneficios:
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Herramienta de búsqueda y producción de contenidos.
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Inclusión digital: no todos los hogares tienen computadoras.
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Promueve autonomía y aprendizajes personalizados.
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Conexión con el mundo real y las competencias del siglo XXI.
✖ Riesgos y desafíos:
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Dispersión, distracción y multitarea perjudican la atención.
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Aumento de conflictos por redes, bullying y exposición excesiva.
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Dificultad para controlar el tiempo y los contenidos.
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Brechas tecnológicas entre estudiantes.
🎓 ¿Y los docentes? Conectados pero sin red
Una de las grandes paradojas es que se espera que los docentes gestionen esta tecnología sin haber sido formados para ello. No alcanza con saber usar el celular: hay que saber cómo enseñarlo, cómo regularlo y cómo integrarlo de forma ética y pedagógica.
Por eso, muchas voces coinciden en que el foco no debería estar en el “sí o no”, sino en el “cómo”.
🔍 ¿Hacia dónde ir? Algunas claves para pensar el futuro
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Diseñar normas claras de uso consensuadas entre docentes, familias y estudiantes.
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Incluir la educación digital en la currícula: ciudadanía, huella digital, cuidado de datos, ética en redes.
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Capacitar a los docentes en herramientas tecnológicas con sentido pedagógico.
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Fomentar el uso creativo del celular, no solo como receptor de contenido, sino como medio de producción.
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Trabajar la atención plena, la lectura profunda y el derecho a desconectarse como parte de una alfabetización integral.
✏️ Cierre abierto: ¿y si dejamos de pelear con el celular y empezamos a educarlo?
En un mundo donde todo pasa por una pantalla, la escuela no puede ni ignorarla ni rendirse a ella. El desafío no es tecnológico, es pedagógico y cultural. No se trata de llenar el aula de dispositivos ni de prohibirlos con mano dura, sino de formar estudiantes críticos, atentos y capaces de habitar el mundo digital con responsabilidad y autonomía.
La pregunta no es si el celular debe estar en la escuela.
La pregunta es: ¿qué tipo de escuela queremos construir en tiempos de celular?
