«El proyecto es altamente innovador, no sólo en cuanto al contenido sino por la manera en que lo hemos implementado», definió Barañao en una conferencia, de la que participó Télam, junto a Kargieman, Gerardo Richarte y el gerente de la División Proyectos Aeroespaciales de la empresa rionegrina Invap, Tulio Calderón.
Barañao planteó que el «Plan de Ciencia y Tecnología establece prioridades en ciertas áreas -como la nanotecnología-, pero además de eso, hay algo que mencionaba (el físico y tecnólogo) Jorge Sábato como un componente de la política científica, las acciones deliberadas, que requieren ejecutividad porque hay una oportunidad que puede disiparse con el tiempo, y el funcionario tiene que asumir hacer esa apuesta».
Así, el «Manolito», y también su antecesor, «El Capitán Beto», forman parte de una plataforma tecnológica financiada en parte por el Ministerio mediante una inversión de 10 millones de pesos, junto a Invap e inversores privados.
Kargieman afirmó que el objetivo del proyecto es «llevarlo a un entorno en el que pequeñas universidades, e inclusive aficionados, puedan llevar tecnología al espacio, y dejamos la plataforma abierta para que pueda ser utilizada por otros, sin nuestro involucramiento».
La plataforma consiste en un sistema que sirve como base para hacer funcionar determinados módulos de hardware o de software con los que es compatible, y permite desarrollar un linaje de nano satélites educativos para formar especialistas, así como probar nuevas aplicaciones científicas.
«Vendemos aviónica, partes de satélites y lanzadores, y uno de los `nichos` (de mercado) son estos satélites educativos que se vuelan con cargas útiles para probar componentes a bordo, que permita desde Argentina hacer pequeños satélites para probar cosas», comentó Calderón.
El proyecto, que complementa el Plan Espacial argentino, está dentro de la tendencia mundial de contar con aparatos integrados que aúnan sensores remotos, electrónica, hardware, y gente controlando los aparatos y sus aplicaciones en forma remota.
A partir del acuerdo con Invap para incubar estas ideas en su laboratorio de Bariloche, «Manolito» implicó 70.000 dólares en componentes, 130.000 en lanzamiento -que se hará la próxima madrugada desde Rusia-, más un presupuesto mayor para el desarrollo de ingeniería y la generación de la plataforma.
La versión tecnológica de su nombre es CubeBug-2, pesa casi dos kilos, fue desarrollado por unas 18 personas y con materiales de 12 proveedores.
«El objetivo con `El Capitán Beto` fue aprender a hacer satélites, y tratamos de construir tecnología espacial -como `Manolito`- tomando más riesgos que los que toma un satélite tradicional, pero podemos integrarlos más veces con menores costos» para seguir probando aplicaciones científicas, planteó Richarte.
«Manolito» navegará a unos 600 kilómetros de la Tierra, a la que rodeará por el Polo cada hora y media, a la velocidad vertiginosa de unos 27.000 kilómetros por hora, portando una cámara de 20 megapíxeles para obtener fotografías del Planeta y un GPS desarrollado por Satellogic.
Está fabricado con más del 80% de componentes nacionales entre los que se cuentan los paneles solares, desarrollados por la Comisión Nacional de Energía Atómica, y la computadora de a bordo.
Será monitoreado desde dos estaciones terrestres ubicadas en la ciudad rionegrina de Bariloche y bonaerense de Tortuguitas.
Fuente: misionesonline.net Imagen: commons.wikimedia.org
Comentar